Es noticia
La Unión Europea también espió en Cataluña
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

La Unión Europea también espió en Cataluña

El cisma de Sánchez con sus socios ha vuelto a poner en riesgo la legislatura y, por el camino, el Gobierno ha puesto en duda el funcionamiento democrático de las instituciones

Foto: Varios senadores independentistas muestran un cartel en protesta por el espionaje con Pegasus. (EFE/Zipi)
Varios senadores independentistas muestran un cartel en protesta por el espionaje con Pegasus. (EFE/Zipi)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La Unión Europea es la pieza que falta en el puzle del espionaje al independentismo catalán. Tras la confirmación por parte de la directora del Centro Nacional de Inteligencia de España (CNI), Paz Esteban, de que los servicios secretos españoles intervinieron el teléfono de 18 independentistas catalanes, la duda generada sobre la autoría de los demás 'pinchazos' a los móviles de cuarenta personas más de ese mismo entorno soberanista solo tiene la explicación de la Unión Europea, tan preocupada como España por el proceso de desestabilización institucional en todo el continente. Además de esas intervenciones, existen otras, con otros actores y otras motivaciones, como las que apuntan directamente a Marruecos por el contagio de los teléfonos del presidente del Gobierno, de la ministra de Defensa, del titular de Interior, además de la exministra de Asuntos Exteriores, González Laya.

Pero todo esto pertenece a otro debate, que no viene al caso, porque el escándalo político monumental que ha estallado en España tiene que ver, casi exclusivamente, con la intervención de los teléfonos de independentistas. Por ello, lo esencial en este momento es reconstruir lo sucedido, a partir de los datos que conocemos, y alejarnos del caos que se ha instalado en el Gobierno de Pedro Sánchez. La torpeza demostrada en la gestión de esta crisis lo ha convertido en un elemento más de desestabilización institucional, que es quizá lo que más debería preocuparnos. Por la incapacidad de los primeros representantes del Estado de trasladar a la sociedad española una versión firme de defensa de las instituciones y del propio funcionamiento de la democracia. Entre la deslealtad exponencial de los socios 'podemitas' del Gobierno, la debilidad parlamentaria del PSOE, y el complejo político de Sánchez ante los independentistas, el Gobierno anda noqueado, superado. Y sin visos de recuperación.

Foto: Pere Aragonès y Pedro Sánchez este viernes. (EFE/García)

Otra vez, como se decía durante la revuelta independentista de 2017, los sediciosos catalanes han conseguido "hacerse con el control del relato", expresión deplorable que suaviza dos constantes en la vida española, quizá incluso en la historia de España, tan plagada de manipulación y de infamias. Cuando hablamos de que los independentistas se hacen con el control del relato lo que se esconde es, por un lado, la indudable capacidad que poseen para tergiversar los hechos y, por otro lado, la renuncia de las autoridades españolas a contrarrestarlos con una secuencia fidedigna de lo sucedido. También, claro, habría que incluir la colaboración y la comprensión permanente que encuentra el independentismo en la prensa catalana, en su mayoría, y la agitación a la que se prestan, fuera de Cataluña, quienes tienen como objetivo derribar al Gobierno de Pedro Sánchez, sin reparar en el daño colateral que le provoca al prestigio de España.

La cuestión es que eso es, exactamente, lo que está ocurriendo con el espionaje: los independentistas han vuelto a tomar "el control del relato". Así que vayamos a los hechos y a las certezas, con la advertencia previa de que lo único anómalo en este escándalo es que se hayan conocido los espionajes públicamente y que, por el desastre de gestión del Gobierno, la polémica política haya conducido a la comparecencia en una comisión parlamentaria de la directora del CNI para darle explicaciones a aquellos a los que estaba espiando. Esto último es lo único que no pasa en otras democracias como la nuestra en las que, como bien sabemos, también sus servicios de inteligencia se encargan de controlar a aquellos que pretenden atentar contra el Estado. Si el espionaje se ha convertido en España en una polémica nacional es porque el independentismo así lo ha procurado; ahí es donde comienza la distorsión de lo sucedido.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)

El informe del laboratorio canadiense 'The Citizen Lab', que denuncia el espionaje en España de más de medio centenar de teléfonos, está impulsado directamente por independentistas catalanes, entre ellos un informático llamado Elies Campo, que también es uno de los autores del informe. Se trata de un independentista destacado que, en su día, fue contratado por Quim Torra, expresidente de la Generalitat condenado por desobediencia, para que creara "un protocolo de voto digital de alta seguridad para ser utilizado en un nuevo referéndum secesionista", como desveló El Confidencial. El informe canadiense, como era de esperar, no señala a ningún responsable de las intervenciones telefónicas, a pesar de la parcialidad con la que nace y el objetivo claro de promover una nueva campaña de desestabilización en España. Pero la mera constatación de los 'pinchazos' sirve al independentismo para poner al Gobierno de Pedro Sánchez contra las cuerdas y para que acabe forzando la comparecencia de la directora del CNI, que es lo que no sucede en ningún otro servicio secreto del mundo.

Eso es, por ejemplo, lo que ocurrió en la Unión Europea, mucho antes de que propagase el informe tendencioso de 'The Citizen Lab', cuando en septiembre del año pasado el prestigioso 'The New York Times' publicó un informe del Centro de Inteligencia de la UE (INTCEN) en el que se alertaba de los contactos del independentismo catalán con la Rusia de Putin. ¿Qué hizo la Unión Europea cuando se conoció el espionaje? Lo que hacen todos los gobiernos: negar la existencia de ese informe y del seguimiento a los independentistas. Pero existieron, claro, y las autoridades comunitarias tenían sobrados motivos para el espionaje al independentismo catalán. Ya el solo protocolo de voto digital para un nuevo referéndum de independencia, unido a la declaración del 'Tsunami Democrático' —"apreteu, apreteu", como decía Torra— justifica el espionaje, pero es que había mucho más.

Foto:  El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Kiko Huesca)

El Centro de Inteligencia de la UE ya había detectado que la Rusia de Putin estaba intentando desestabilizar a Europa con el apoyo y la financiación de diversos partidos de extrema derecha y de movimientos antisistemas en Italia y en el Reino Unido. A partir de ahí, el informe del espionaje europeo revelado por 'The New York Times' decía sobre Cataluña: "Para Rusia, la vinculación con los separatistas va en la línea de la estrategia del presidente Vladímir Putin para intentar promover alteraciones en Occidente al apoyar movimientos políticos divisivos (…) Se trata de una estrategia de varias capas que emplea propaganda y desinformación, financiación secreta y movimientos políticos desestabilizadores, ataques informáticos y fugas de información, como en la elección presidencial de 2016 [que ganó Donald Trump], y 'medidas activas' como asesinatos a sueldo para erosionar la estabilidad de los adversarios de Moscú".

Ese informe de los servicios secretos de la Unión Europea, del que El Confidencial ofreció con posterioridad nuevas pruebas del contacto de los independentistas catalanes con asesores de Putin, cobra de nuevo importancia porque es el que explicaría, indefectiblemente, la autoría de las intervenciones telefónicas, en torno a cuarenta, cuya responsabilidad no corresponde al CNI español. El 'éxito' del independentismo consiste en haber logrado desviar la atención del oscuro trato de sus dirigentes con el sátrapa ruso y haber impuesto, otra vez, una versión distorsionada de lo ocurrido. Pero ni España les roba, ni España les espía. Les espía toda Europa, con pleno respaldo constitucional, porque objetivamente constituyen una amenaza.

La Unión Europea es la pieza que falta en el puzle del espionaje al independentismo catalán. Tras la confirmación por parte de la directora del Centro Nacional de Inteligencia de España (CNI), Paz Esteban, de que los servicios secretos españoles intervinieron el teléfono de 18 independentistas catalanes, la duda generada sobre la autoría de los demás 'pinchazos' a los móviles de cuarenta personas más de ese mismo entorno soberanista solo tiene la explicación de la Unión Europea, tan preocupada como España por el proceso de desestabilización institucional en todo el continente. Además de esas intervenciones, existen otras, con otros actores y otras motivaciones, como las que apuntan directamente a Marruecos por el contagio de los teléfonos del presidente del Gobierno, de la ministra de Defensa, del titular de Interior, además de la exministra de Asuntos Exteriores, González Laya.

Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Pedro Sánchez Cataluña Unión Europea