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Baltasar Garzón: el dinamitero del CGPJ
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Pilar Gómez

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Baltasar Garzón: el dinamitero del CGPJ

No fue el wasap de Cosidó el que 'jodió' el acuerdo verdadero de 2018. Todo se dinamitó desde dentro, y desde entonces la Justicia no para de perder crédito

Foto: Baltasar Garzón. (Reuters/Barbancho)
Baltasar Garzón. (Reuters/Barbancho)
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Hace ahora justo tres años que, como diría el protagonista de 'Conversación en la Catedral', se 'jodió' la verdadera renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Era el 18 de noviembre de 2018 y se filtró a los medios que Manuel Marchena sería el presidente del CGPJ. El acuerdo entre Casado, recién llegado, y Sánchez estaba cerrado, pero se dinamitó desde dentro. Para la memoria colectiva queda como detonante aquel torpe y desafortunado wasap del por entonces portavoz del Senado, Ignacio Cosidó, en el que presumía de un presunto control del Tribunal Supremo “por detrás” con el nombramiento. Pero la intrahistoria tiene mucho más de real y menos inocencia que la del exjefe de la Policía.

El guion para cargarse al actual presidente del Supremo tiene mucho más de serie policiaca noruega. Solo hay que hurgar como un buen inspector en el pasado y las relaciones personales de los protagonistas y se nos helará la sangre, pero no por los paisajes nevados como en las tramas de Netflix. Empecemos la disección. La negociadora en aquel momento por parte del PSOE era la ministra de Justicia y hoy fiscal general, Dolores Delgado. (Hago un paréntesis para recordar que en España hay separación de poderes, aunque les dé la risa). En el lado del PP estaba Rafael Catalá. A Manuel Marchena se le colocaba la etiqueta de 'conservador', pero tanto entre socialistas como populares sabían que 'Manolo' es ante todo un profesional.

Foto: Enrique Arnaldo, en una imagen reciente y con mascarilla. (EFE)

Muestra de esta independencia es su actuación en el juicio a los líderes del 'procés'. La sentencia del Supremo le costó las críticas de los conservadores, que no daban crédito a que no fuesen condenados por rebelión. Marchena se había vendido porque quería seguir en la pomada para presidir el CGPJ. Meses después, llegaría el varapalo al Gobierno por los indultos y aquí las críticas venían del lado 'progre': Marchena se había vendido porque quería aspirar a no se sabe qué con el PP. Lo cierto es que tanto Sánchez como Casado han seguido susurrando a la oreja del magistrado para que se replantee una y mil veces ser el presidente del CGPJ. Él escucha porque es de natural educado y un poco socarrón como buen canario, pero sobre todo es un hombre honorable. Ni está ni se le espera. Volvamos al porqué.

Aquí aparece un clásico: Baltasar Garzón o la mano que mece las cloacas de Justicia de este país en la sombra. Garzón odia a Marchena desde que este participase en los tres procesos que acabaron con su carrera. El presidente del Supremo estuvo en las escuchas de la trama Gürtel que le costaron la inhabilitación, en el caso de la investigación al franquismo y lo acusó por cohecho impropio por unos cursos que impartió en Nueva York. Solo el magistrado del Constitucional, aspirante a presidente, Conde-Pumpido, odia tanto o más a Marchena.

El presidente del Supremo estuvo en las escuchas de la trama Gürtel que le costaron la inhabilitación a Baltasar Garzón

Y como en la ficción, el amor y el odio mueven también los designios de los hombres y las mujeres en la vida real. Baltasar Garzón y Dolores Delgado siempre han sido un tándem de los de verdad, no como Ayuso y Almeida. Cuestiones personales aparte, siempre han estado en sintonía y ella era la negociadora en aquel noviembre de 2018. Véanse las comidas con el terrible Villarejo. La conclusión es simple y seguro que ustedes son capaces de llegar solos a ella: ¿a quién le interesaba que se filtrase que Marchena iba a ser presidente del CGPJ?, ¿quién no podía soportar que lo fuera?, ¿quién podía influir para que se cortocircuitara el nombramiento? Empieza por G y termina por N, pero como en las buenas series el asesino nunca es el que parece. Siempre hay alguien en el poder que no se mancha las manos de sangre.

Hace ahora justo tres años que, como diría el protagonista de 'Conversación en la Catedral', se 'jodió' la verdadera renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Era el 18 de noviembre de 2018 y se filtró a los medios que Manuel Marchena sería el presidente del CGPJ. El acuerdo entre Casado, recién llegado, y Sánchez estaba cerrado, pero se dinamitó desde dentro. Para la memoria colectiva queda como detonante aquel torpe y desafortunado wasap del por entonces portavoz del Senado, Ignacio Cosidó, en el que presumía de un presunto control del Tribunal Supremo “por detrás” con el nombramiento. Pero la intrahistoria tiene mucho más de real y menos inocencia que la del exjefe de la Policía.

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