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¿Dónde está Bolaños?: el ministro encarga un álbum con sus mejores fotografías
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Pilar Gómez

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¿Dónde está Bolaños?: el ministro encarga un álbum con sus mejores fotografías

La exhumación de Franco del Valle de los Caídos pasará a la historia como el día del entonces secretario de Presidencia si nos atenemos al libro que ha hecho para sus amigos

Foto: El entonces secretario general de la presidencia del Gobierno, Felix Bolaños, en la exhumación de Franco. (EFE)
El entonces secretario general de la presidencia del Gobierno, Felix Bolaños, en la exhumación de Franco. (EFE)

En el Imperio romano los emperadores mandaban construir estatuas o arcos de triunfo para dejar huella de sus obras y colmar las ansias de hacer historia. Después, fueron los líderes autoritarios los que desde Napoleón hasta el siglo XX gustaban de mandarse esculpir en piedra. En Moscú hay un parque lleno de monumentos-reliquia del comunismo que se fueron retirando de las repúblicas ex soviéticas. Cabezas y bustos de Lenin y Stalin apilados como símbolo de la autodeterminación que en estos días se le cuestiona a Ucrania.

En España la Ley de Memoria Histórica ha hecho lo propio con los Franco a caballo. Al caudillo se le ha exhumado y se le volvió a enterrar con un funeral casi de Estado. La imagen de los Franco de luto riguroso con el féretro a hombros en aquella explanada del Valle de los Caídos dio la vuelta al mundo. Al dictador le hubiera encantado. El Gobierno de Pedro Sánchez no escatimó en detalles. Helicóptero, cámaras de televisión, retransmisión minuto a minuto en la televisión pública.

Les hablo hoy de esto porque he tenido el privilegio de ojear el libro que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, mandó hacer sobre el citado evento para regalar a compañeros y amigos. No hay duda de que un acontecimiento de esta dimensión histórica lo merece. Adjunto una copia del volumen para que aprecien la encuadernación, y de paso, se entretengan en buscar a Félix Bolaños en cada una de las fotografías. No lleva un jersey a rayas rojas y blancas como el personaje de '¿Dónde está Wally?' pero le encontrarán siempre. En primer plano, al fondo tras el helicóptero, hablando con la Guardia Civil, junto a la fiscal general, en la sala de prensa de La Moncloa, siguiendo la jornada informativa, en el monumento a las Trece Rosas… También comparte un par de páginas con el presidente, pero en el conjunto de este ejercicio de narcisismo son un detalle menor. “Félix Bolaños en el ensayo. Fija los movimientos de cada uno de los miembros del dispositivo. La coordinación tenía que ser perfecta, todos tenían que saber cómo actuar en cada momento y cómo reaccionar ante cualquier imprevisto” reza uno de los textos que deja claro quién manda aquí.

Si analizamos el álbum del por entonces secretario de Presidencia, y hoy mano derecha de Sánchez, desde un punto de vista psicológico no hay duda de que el protagonista tiene un elevado concepto de sí mismo. Esto no es bueno ni malo, pero si llamativo en el contexto monclovita. Ascendió para sustituir al “soberbio” Iván Redondo que en boca de sus antaño aduladores y hoy detractores “se creyó que él era el presidente”.

placeholder Pulse aquí para ver el libro completo.
Pulse aquí para ver el libro completo.

Bolaños estaba llamado a ser una sombra gris. De aspecto formal y gesto afable, nadie diría que le guste figurar, pero sus hechos lo desmienten. Encargar un libro sobre la exhumación del Valle de los Caídos y ser el protagonista es un rasgo distintivo de una forma de ser y hacer. Regalarlo a colaboradores y amigos me parece indescriptible. Tanto como el ingente trabajo que debió suponer seleccionar entre miles de fotografías de la jornada, pagadas por cierto con dinero público, en las que mejor perfil tuviera Bolaños. Es impensable que se pusiera un fotógrafo solo a seguir al ministro.

Merece la pena el gasto realizado. No ha habido dispendio. Cada ejemplar cuesta menos de cien euros y seguro que los ha costeado Bolaños o algún admirador. Digo que compensa porque es bueno conocer a los hombres del presidente. Seguro que ha regalado alguno a “Los migueles” Barroso y Contreras en las visitas que les organizaba a La Moncloa cuando Sánchez fraguaba su giro al partido y la decapitación de Redondo y otros fieles como el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Dicen que Félix quería llevar el ministerio de las togas pero que en el reparto de carteras no cuadró. Ahora puede mangonear en eso de los jueces con su amigo Teodoro García Egea. Por sus obras les conoceréis. Evangelio de San Mateo, capítulo 7.

En el Imperio romano los emperadores mandaban construir estatuas o arcos de triunfo para dejar huella de sus obras y colmar las ansias de hacer historia. Después, fueron los líderes autoritarios los que desde Napoleón hasta el siglo XX gustaban de mandarse esculpir en piedra. En Moscú hay un parque lleno de monumentos-reliquia del comunismo que se fueron retirando de las repúblicas ex soviéticas. Cabezas y bustos de Lenin y Stalin apilados como símbolo de la autodeterminación que en estos días se le cuestiona a Ucrania.

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