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Embarrar la toga para "pacificar Cataluña"
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Pilar Gómez

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Embarrar la toga para "pacificar Cataluña"

El Estado aguantó más de 800 muertos para defender la democracia que nació del 78, hoy el presidente Sánchez y el PSOE están dispuestos a entregarla por siete votos

Foto: Detalle de una toga.
Detalle de una toga.
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"El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino". Junio de 2006. La banda terrorista ETA había declarado en el mes de marzo el primer alto el fuego permanente. El presidente del Gobierno era José Luis Rodríguez Zapatero. El autor de la citada frase, Cándido Conde Pumpido, en aquel momento fiscal general de Estado. La reflexión la hizo durante un congreso de la asociación de Jueces para la Democracia. Pumpido defendió que, si bien la aproximación del ministerio público a la realidad social debe ser imparcial, no puede ser ajena a ella, "sino profundamente comprometida en su transformación".

La interpretación de sus palabras no se hizo esperar. El fiscal general del Estado asumía que su departamento tendría que mancharse las togas en el marco de negociación con los terroristas. Cuatro meses después, Pumpido comparecía en el Senado a petición del PP. La oposición acusaba a su departamento de haber levantado la mano para favorecer la pacificación. "Es el abogado defensor del presidente del Gobierno", le reprochó el senador del PP, Agustín Conde, denunciando la eventual rebaja de la petición de pena al preso José Ignacio de Juana Chaos y haber alcanzado un acuerdo de conformidad con siete acusados de violencia callejera.

Foto: Zulo localizado por la Ertzaintza en Ataun (Gipuzkoa), tras ser alertados por un particular. (Departamento Vasco de Seguridad)

En diciembre de 2006, una furgoneta bomba explotaba en el aparcamiento de la T-4. La tregua voló por los aires y la vida de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palete se acabó. ETA se la arrebató. En un comunicado posterior al atentado, los terroristas acusaban al Gobierno español y al PSOE de "poner obstáculos sin cesar al proceso democrático". El por entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dejó claro que el único camino que podía recorrer la banda era abandonar la violencia. El Estado no cedió hasta derrotar a ETA con el trabajo ingente de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En 2011 llegaría el alto al fuego definitivo con la banda descabezada y sin recursos.

La factura pagada por la defensa del marco Constitucional del 78 fue carísima. Más de 850 personas asesinadas en nombre de una reivindicación política: la autodeterminación del País Vasco. No se podía ceder ante el chantaje de la sangre. Seguramente los políticos de los años del plomo tuvieron la tentación. Imagino cuántas veces José María Aznar quiso levantar el teléfono para dar la orden de acercar presos como exigía la banda a cambio de liberar al concejal de Ermua. Felipe González ha reconocido que después de rechazar volar la cúpula de ETA en 1992, cuando los servicios de inteligencia localizaron a los jefes en una reunión en Bidart, le ha torturado pensar cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado.

El expresidente ha vuelto a la actualidad estos días a cuenta de la ley de amnistía que el Gobierno en funciones prepara para cumplir con las exigencias del prófugo Puigdemont. González ha dejado claro que el indulto generalizado no cabe en la Carta Magna. Y ha alertado de que "los cimientos de nuestra democracia y convivencia están siendo atacados". Conde Pumpido también está en los titulares. Hoy es presidente del Tribunal Constitucional, órgano que en última instancia tendrá que validar la ley de punto final o de reconciliación o como la quieran llamar, para facilitar que Puigdemont y otros cuantos líderes del procés sean amnistiados. Limpiar su hoja de servicio a cambio de embarrarse la toga. La suya y la del actual fiscal del Estado, Álvaro García Ortiz. Hay que desjudicializar la política.

La amnistía para los independentistas supondrá demoler los pilares con los que se construyó la democracia del 78

El 1-O es incomparable con el terrorismo, pero desde el Gobierno se ha equiparado el lenguaje cuando ha convenido a los intereses de Sánchez. Fueron ellos los que hablaron de "conflicto", de "pacificar" Cataluña. Puigdemont ha rematado exigiendo un "mediador internacional" que garantice que se cumplen sus exigencias antes de dar sus votos a Sánchez para lograr la Moncloa. Fue el entorno del presidente quien ha difundido que pasará a la historia como "el pacificador" con la ayuda de Zapatero, protagonista también hoy. Es la correa de transmisión con Waterloo. El hacedor de imposibles. El origen del sanchismo para los veteranos del PSOE. No habría Sánchez sin Zapatero, dicen.

La amnistía para los independentistas supondrá demoler los pilares con los que se construyó la democracia del 78, reconocer que España es un estado fallido sin separación de poderes. Se legitimará el referéndum ilegal que al ser despenalizado dará la posibilidad a los secesionistas de convocar otro o los que quiera sin riesgo de ser castigados. La rebaja de las penas por sedición en el código Penal también ayuda. El mensaje está claro: dar por bueno que la corrupción y la violencia están justificadas para lograr la autodeterminación de Cataluña. Votos frente a pistolas.

"El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino". Junio de 2006. La banda terrorista ETA había declarado en el mes de marzo el primer alto el fuego permanente. El presidente del Gobierno era José Luis Rodríguez Zapatero. El autor de la citada frase, Cándido Conde Pumpido, en aquel momento fiscal general de Estado. La reflexión la hizo durante un congreso de la asociación de Jueces para la Democracia. Pumpido defendió que, si bien la aproximación del ministerio público a la realidad social debe ser imparcial, no puede ser ajena a ella, "sino profundamente comprometida en su transformación".

Cándido Conde-Pumpido Pedro Sánchez Carles Puigdemont
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