La izquierda da una coartada al terrorismo de Hamás y a Netanyahu

Sábado. Día de descanso en Israel. Idan viaja en coche con su bebé de dos años. Sobre sus cabezas el cielo se llena de lenguas de fuego. Suenan las alarmas para acudir a los refugios. No es la primera vez, tampoco será la última. Baja de su vehículo y saca del portabebés a su pequeña que está dormida. Encoge su cuerpo sobre ella a modo de escudo mientras no para de besarla. Horas después logra llegar a su casa en Tel Aviv. La lluvia de cohetes se ha intensificado. El grupo terrorista Hamás ha perpetrado el mayor ataque sobre Israel desde 2007. Toda una declaración de guerra. Idan aún no es consciente cuando comparte su testimonio en La Sexta Xplica de la magnitud del horror. Los muertos se cuentan por centenares, los heridos por miles. Él solo piensa en cómo mantendrá a su hija a salvo.

La vida de la hija de Idan no vale menos que la de un Idan palestino. Este es el horror y el error de cómo simplificamos el análisis de un conflicto histórico. Buenos y malos en función del sesgo ideológico de cada cual. Como si condenar el ataque de una organización terrorista como Hamás, según consta en la declaración de la ONU, supusiera validar las víctimas que Israel ha causado en Palestina. No duele más una muerte que otra. No reconocer la atrocidad de un ataque terrorista indiscriminado sobre la población civil no equivale a defender la causa de los palestinos. Los terroristas de Hamás utilizan de escudos humanos a la población. Se camuflan entre ellos en un pedazo de tierra donde es un hecho que la respuesta de Israel asolará a los civiles.

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Hamás es el brazo armado de Irán, un estado antidemocrático que pugna por una posición dominante en la zona y que tiene encarcelada a la premio nobel de la Paz, Narges Mohammadi. Es una coartada para que Netanyahu legitime su agenda autoritaria y de retroceso en libertades. El primer ministro israelí instrumentalizará el terrorismo en un momento de debilidad política para acabar controlando los tribunales. En 2030, si la comunidad internacional no lo remedia, tribunales rabínicos juzgarán a las mujeres en Israel. Hamás es su mejor aliado.

Ante el horror no puede haber medias tintas. Los partidos políticos españoles han mostrado una vez más que hasta en esto operan los bloques. El presidente del Gobierno en funciones condenó el "ataque terrorista contra Israel" y expresó su solidaridad con las víctimas, pero a diferencia de lo que hicieron mandatarios de Francia, Alemania, Italia o Reino Unido evitó pronunciarse sobre la legitimidad de Israel a defenderse. Sus aliados fueron más allá. La vicepresidenta Yolanda Díaz abogaba por una “paz justa que ponga fin a la ocupación y que el pueblo palestino pueda vivir con dignidad” a la vez que se declaraba “consternada”.

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Íñigo Errejón, un paso más allá con mensajes de condena contra Israel, con un llamamiento al "cese de toda violencia" en los territorios ocupados en Palestina y en la Frontera de Gaza. La diputada de Sumar y activista saharaui, Tesh Sidi, no solo no lamentó la masacre terrorista contra la población civil, sino que aseveró que "los palestinos son asesinados día y noche y nadie condena eso". Ni rastro de empatía con los cientos de israelís que fueron atacados y secuestrados por milicianos de Hamas. Ni rastro de solidaridad con Idan y su pequeña porque no son de los "nuestros".

No hay matices. Todo aquel que actúe contra Israel merece el apoyo de una izquierda radicalizada, aunque sean criminales. Las declaraciones de Tesh Sidi emanan un tufo de hipocresía de los aliados políticos de Sánchez. La desmemoria es ya una cualidad en nuestra política. Hasta antes de ayer, la lucha del Frente Polisario era otro de los tótems de la izquierda. Sánchez viró la posición de España en su alianza estratégica con Marruecos. Aún no ha explicado a los españoles el cambio de una postura histórica. Sus socios tampoco hacen ya bandera de ello. Los niños saharauis y la violación de sus derechos ya no están en la agenda política. No se ponen sobre la mesa para negociar el respaldo a la investidura de Sánchez.