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El fondo de inversión de Casado dispara el valor de su silencio en el PP
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Pilar Gómez

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El fondo de inversión de Casado dispara el valor de su silencio en el PP

El "ex próximo presidente del Gobierno" también ha seguido a Al Gore para reinventarse fuera de la política. Le han ofrecido contar su historia cientos de veces, él por ahora, calla

Foto: Pablo Casado. (EFE)
Pablo Casado. (EFE)
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La última imagen pública que se tiene de Pablo Casado fue hace casi un año. Salía de la Taberna del Alabardero tras un almuerzo con Alberto Núñez Feijóo. Génova había preparado la cita tras el revuelo por su ausencia en la Convención Nacional, en la que se escenificó la falsa reconciliación entre Aznar y Rajoy. No hizo declaraciones. Desde su abrupta salida del cargo, el silencio ha sido su máxima. Ha recibido todo tipo de peticiones para ajustar cuentas con los que pasaron de ser amigos a traidores, pero no ha hablado. Incluso después de la comida con su sucesor fue este quien explicó que Casado "estaba enfocado en una actividad profesional que no es compatible con la actividad política".

Nadie tomó muy en serio el anuncio de Casado en mayo de 2022 de que dejaría toda vinculación pública. El congreso de Sevilla, donde aguantó estoicamente gracias a la mano firme de su mujer Isabel Torres Orts, fue un punto de no retorno. No habría vuelta a la política. Tampoco puertas giratorias. Generalmente, la salida de los políticos en España está ligada a otros puestos públicos, en especial en Europa, o a fundaciones, consejos de administración o despachos de lobby. Un año y medio después de radical silencio y ausencia, se ha conocido que el expresidente del PP es socio fundador y managing partner de Hyperion Fund, un private equity para invertir 150 millones de euros en empresas de aeroespacio, inteligencia artificial y tecnologías de la seguridad.

Esa decisión de desvincularse drásticamente del entorno público recuerda más a la de otras épocas en las que Matías Rodríguez Inciarte, José Lladó, Juan Miguel Villar Mir o el mismo Florentino Pérez no volvieron a opinar de política ni a participar en ningún acto, de manera que ya pocos saben que fueron ministros o concejales. Más recientes son los casos de Pablo Isla o Josu Jon Imaz, el primero lideró desde el gobierno las privatizaciones en los 90 y el segundo a punto estuvo de ser lehendakari antes de su retiro en Harvard previo a su entrada en Petronor.

Lo que es inédito en España es que un expolítico lance un fondo de inversión, pero a nivel internacional hay numerosos casos. Carlyle lo fundaron Rubenstein y D’Aniello, dos jóvenes asesores en el Capitolio, y allí trabajó George H. Bush al salir de la Casa Blanca. Poco después, el exvicepresidente Al Gore fundó su propio fondo verde Generation investments, que ya alcanza los 32.000 millones bajo gestión. De los coetáneos de Casado, el más activo con vinculación en varios fondos es el ex primer ministro canadiense Stephen Harper, con el que además coincidió de vicepresidente en la unión internacional de partidos conservadores. También el primer ministro francés François Fillon asesora a Tickehau, el excanciller austriaco Sebastian Kurz a Thiel capital, Nicolas Sarkozy a Península y José Manuel Durão Barroso preside Goldman Sachs. Estos tres últimos también arroparon al exlíder del PP en su Convención Nacional cuando nada hacía presagiar su adiós.

Foto: Pablo Casado, expresidente del PP. (EFE/Leo Rodríguez)

Curiosamente, o no, aquel almuerzo con Feijóo coincidió con el aniversario de la reunión con los presidentes autonómicos del partido en la que Casado anunció que no se presentaría a la reelección. Fue un 23 de febrero, por eso su círculo bautizó esa maratoniana reunión como "el golpe", una revancha a las primarias de hacía cuatro años, según ellos, una vez que habían conseguido absorber a Ciudadanos, superar la corrupción y renovado el partido para dejarlo en primera posición en las encuestas. Pero la opinión contraria criticaba la "nefasta" gestión en del "caso Ayuso", el excesivo "centralismo" en la gestión del partido y que no superara los 140 escaños en intención de voto "con la que estaba cayendo".

Otro día 23, este de julio de 2023, tuvieron lugar las elecciones generales, en la que el PP obtuvo 136 escaños. Más de uno se acordó de las encuestas de un año y medio antes, pero con distinto ángulo. La dirección actual poniendo el foco en los acuerdos autonómicos con Vox, los casadistas reivindicando su gestión llevando al partido a una mejor estimación de voto antes incluso del deterioro de Sánchez con el "sí es sí" y las consecuencias de los indultos a los independentistas. Tampoco entonces Casado hizo declaraciones, ni ha participado en las movilizaciones convocadas contra la amnistía en la que sí se ha visto y oído a todos los presidentes vivos del PP, habida cuenta que Antonio Hernández Mancha lo fue de la extinta Alianza Popular. Parecía optar por mantener la etiqueta de "un señor de la política" con la que le despidió su sucesor.

Foto: El PP se manifiesta en el centro de Madrid contra la amnistía (Fernando Sánchez/Europa Press)

Los que le siguen tratando aseguran que está igual, salvo que está más delgado porque ahora hace deporte y está muy desconectado de la actualidad nacional y mucho más tiempo con su familia, con la que se ha mudado a un chalet, paradójicamente muy cerca de La Moncloa. Mantiene una relación cordial aunque esporádica con sus compañeros del partido, empezando por su sucesor, y en mayo estuvo en contacto con todos los alcaldes y presidentes autonómicos que ganaron las elecciones, a la mayoría de los cuales los había designado en su etapa como presidente. Su metamorfosis ha sido exprés. Hasta sus detractores reconocen una inusual discreción en relación con su partido y a los demás, pero está por ver si tendrá más éxito en el mundo privado que en el de la política. Así logrará quitarse la espina de ser un “ex próximo presidente del gobierno”, la expresión de Al Gore con la que ha reconocido sentirse identificado. Por cierto, el fondo del excandidato presidencial estadounidense ya ha superado los 30.000 millones de dólares de inversión, con los que ya habrá olvidado su paso por la política. O quizá no, viendo el panorama de su país de cara a las elecciones de este año.

La última imagen pública que se tiene de Pablo Casado fue hace casi un año. Salía de la Taberna del Alabardero tras un almuerzo con Alberto Núñez Feijóo. Génova había preparado la cita tras el revuelo por su ausencia en la Convención Nacional, en la que se escenificó la falsa reconciliación entre Aznar y Rajoy. No hizo declaraciones. Desde su abrupta salida del cargo, el silencio ha sido su máxima. Ha recibido todo tipo de peticiones para ajustar cuentas con los que pasaron de ser amigos a traidores, pero no ha hablado. Incluso después de la comida con su sucesor fue este quien explicó que Casado "estaba enfocado en una actividad profesional que no es compatible con la actividad política".

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