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El camino trazado por PP PSOE hasta 2015
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Galo Mateos

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El camino trazado por PP PSOE hasta 2015

“La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia” (A. Einstein) La crisis española parece definitivamente tipificada y etiquetada:

“La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia” (A. Einstein)

La crisis española parece definitivamente tipificada y etiquetada: una avería en el sistema financiero internacional, con especial incidencia en lo inmobiliario interno, cuyo desenlace se viene aplazando en tanto se termina de transferir al sector financiero el importe del deterioro de balances producido, para evitar así su quiebra; desestimándose cualquier apoyo al resto de los sectores productivos, y reduciendo testimonialmente (solo a efectos de enunciado frente a los acreedores) el tamaño del Estado del Bienestar, las inversiones del Estado, el tamaño de las administraciones y el nivel de disfrute de la clase política.

Mientas se termina esa transferencia al sector financiero, por el deterioro sufrido, no se podrá dar por finalizada la crisis; momento en el que otros sectores comenzarían a recibir la financiación y atención que precisan, pudiendo ofrecer la economía síntomas de recuperación general. El endeudamiento de las empresas del IBEX, Pymes y autónomos, pasa por ser el mayor de toda Europa, por lo que sin disponibilidad de crédito, no se pueden acometer nuevos proyectos ni planes de expansión internacional. Una potencial expansión para la que habría que buscar un nuevo modelo, como comentamos en nuestro post anterior, pues siguiendo a The Economist, desde el año 75 solo una nueva empresa de la zona euro se incluyó en las 500 primeras del Forbes, Inditex, frente a 26 de California.

La salida de la crisis, significa en términos de quienes gestionan nuestra economía, no otra cosa que generar la capacidad de cubrir las renovaciones y nuevas emisiones para pagar los intereses de la Deuda, a costa de incrementar el principal, evitando cualquier desgaste sobre la clase política y sorteando cualquier responsabilidad penal que pudiera atribuírseles a los gestores políticos y financieros hasta el presente. Siendo común el argumento de que la política es un reflejo de la sociedad, por lo que no les sería exigible ejemplaridad alguna. Y para los que no les guste el camino trazado, de no provocarse unas nuevas elecciones y tener a quien encomendar algo distinto, o disponer de un técnico al frente de un nuevo gobierno, que pudiese coincidir en tesis más asumibles para la población crítica, tocaría agachar la cabeza o emigrar.

En este perfil de ‘aplazamiento’ hasta encontrar el equilibrio en los balances del sector financiero, no cabe esperar ninguna prioridad en posibles mejoras del funcionamiento de la democracia, ni recortes  profundos en las administraciones, ni en los niveles de disfrute político de los cargos electos y allegados. Arbitrándose programas bajo distintas denominaciones –como maniobra distractiva- sobre la suma total de deuda acumulada por la autonomías, principalmente, en las que incumplir el presupuesto, no conlleva castigo alguno, sino la opción -hoy ilimitada- de una financiación más barata para sus deudas, cuyo control escapa a las mismas instituciones que lo prestan. Obteniéndose toda posible mejora, no a través de recortes, sino de mayores recaudaciones, vía incremento de tipos, ya que la economía se encuentra en recesión técnica y no puede aportar el volumen exigido a los tipos anteriores.

Se trata, en todo caso, de evitar desde el poder las experiencias de otras naciones cuya economía se intervino desde instancias europeas, en las que se procedió a nuevas elecciones o a la sugerencia de un gestor técnico cuya independencia política y rigor, se antepusiese a los intereses de partidos y grupos de presión.

Desde la izquierda, se baraja la opción de un nuevo gobierno de concentración, que redujese la tensión de una posible reforma, apenas iniciada, y que garantizase a los círculos políticos establecidos, su permanencia y ventajas adquiridas.

Obvio, que una parte de la población, más informada, desearía que se aprovechase esta crisis de gobierno para convocar nuevas elecciones, que pudieran poner punto final a la acción padecida hasta la fecha, bajo las siglas PP y PSOE; o bien, que se pudiese optar por la sugerencia de un técnico independiente, de la personalidad de Alberto Recarte, Manuel Pizarro, etc., que hubiese seguido de cerca la evolución económica de los últimos años y no se sintiese presionado por ninguno de los partidos principales y grupos de presión.

La creencia más generalizada, es que entre el gobierno español –con mayoría reciente- y el de la UE, se llegará a un pacto para la financiación completa del sistema hasta lograr ese punto de equilibrio -antes de iniciar amortizaciones de principal- que nos ponga en línea de salida.

Paralelamente en este tiempo, tendría lugar el desenlace de la cuestión terrorista y autonómica, desarrollando el pacto existente entre PP y PSOE sobre violencia en Euskadi. Pacto visiblemente testimoniado al evitarse cualquier alusión a ETA en juicios como los del 11M, o la dilatación en el tiempo del proceso del bar Faisán. Todo, oportunamente secundado por los jueces designados, siguiendo los consejos de los asesores suizos y noruegos, sobre la inviabilidad de otra alternativa, como ellos mismos demostraron en el caso irlandés, ya apaciguado. El punto de partida, consistía en la integración en la vida política de las antiguas formaciones de apoyo al terrorismo en las instituciones, ya logrado. Todo el proceso debería desembocar en un emotivo adiós de las asociaciones de víctimas a los familiares perdidos, y una oferta de reconciliación nacional y ampliación de compensaciones. Se percibirán pocas divergencias entre los partidos principales en ese área y seguiremos viendo excarcelaciones por la omisión acordada de la doctrina Parot, concentración de presos en las cercanías del País Vasco para avanzar en el régimen abierto, reducciones de condena, exilio alternativo, etc.

El problema final vasco y catalán, se resolvería mediante un estatuto simétrico de estado libre asociado, modelo entre Baviera y Puerto Rico, con acuerdos en la soberanía, impuestos y caja de pensiones,  y detalles de representación internacional, que como vemos es compatible con la permanencia de las embajadas creadas por estas dos autonomías. Otros acuerdos, identificativos de su grado de soberanía estarían en negociación, como selecciones deportivas, banderas, lenguas vehiculares, independencia judicial y fiscal, descriptor de país en internet, matriculas, pasaportes, DNI, etc. Las autonomías de carácter histórico, principalmente la gallega, serían compensadas económicamente por no participar de esas presuntas ventajas, y el mapa autonómico quedaría reducido a 5 nuevas autonomías, por agrupación las autonomías existentes, y a unos 2.000 ayuntamientos. O se planta cara con una alternativa eficiente, o nos callamos y asumimos el castigo de seguir trabajando cada día con menores rendimientos familiares, para comodidad de una oligarquía político-financiera que ha logrado someternos durante mas de 30 años

La potencialmente remota expulsión del poder de estos dos partidos, acabaría con esos planes de independencia ya convenidos, a falta de trazar algunos detalles del camino, cuando la presión financiera remitiese. En el Gobierno, existe una confianza, por el momento infundada, de alcanzar un cierto equilibrio presupuestario, y que ese momento pueda coincidir con una recuperación de la economía internacional que nos ayude a salir de la recesión actual. Ya que se considera desde el Gobierno, que cualquier iniciativa alternativa, sin capital suficiente, resultaría corta de alcance y quedaría muy expuesta al fracaso.

Hacia este panorama  nos dirigimos con los mismos protagonistas de la crisis al timón, y se pretende alcanzar ese hito de mayor tranquilidad, con el apoyo de la UE, BCE y FMI, sin derramar sangre ni lágrimas y con la mínima inquietud entre sus filas. Y si algún esfuerzo adicional resultase necesario, una vez casi al 50% de carga fiscal (seríamos líderes en Europa por tributación y de los colistas por salario medio) se iniciarían, como opción de refuerzo,  recortes más sustantivos en prestaciones sociales y pensiones.

Para los beneficiarios del sistema y para quienes dan su voto a esas siglas sin más análisis de alternativas, este itinerario les vale. Y para los que no les guste el camino trazado, de no provocarse unas nuevas elecciones y tener a quien encomendar algo distinto, o disponer de un técnico al frente de un nuevo gobierno, que pudiese coincidir en tesis más asumibles para la población crítica, tocaría agachar la cabeza o emigrar.

Quienes tienen asido el poder, no van a soltarlo por atender un artículo de dos  páginas ni por la emigración de una parte de la población nativa (setenta mil personas al año actualmente formalizan su censo de salida), que es vista como un alivio de las tensiones en el interior. Tensiones, para las que los incrementos de las estadísticas de desocupados y hambrientos, son ya un paisaje habitual que no genera la menor polémica entre la órbita de satisfechos creada y mantenida desde el poder.

Así, o se planta cara con una alternativa eficiente, o nos callamos y asumimos el castigo de seguir trabajando cada día con menores rendimientos familiares, para comodidad de una oligarquía político-financiera que ha logrado someternos durante mas de 30 años, sin que -gracias a su control de los medios- pudiese aparecer como una situación injusta.

Cada cual habrá de valorar si la estrategia visible y oculta (cada día mas perceptible a través de hechos y silencios coincidentes en ambos partidos), ejercida con los votos mayoritarios de su país, es la más conveniente o tal vez deba incorporase a algún movimiento crítico desde el que promover cambios. En todo caso, estamos ante unas urnas dominadas por gente mayor, satisfecha y tolerante, que recela de lo desconocido, más atenta a esquivar las consecuencias personales del problema, que a participar en la promoción de posibles soluciones. De momento, vamos en la línea de que esto o algo muy parecido, suceda.

Resultaría muy tentador irnos adentrando en ese inmediato futuro, en el que habríamos de dar una respuesta única en lo político y económico, con los que  hoy son menores de 30 años. Pero pertenecemos a un país, en el que la incompetencia profesional -más allá del corto plazo- y moral, se ha hecho cargo de su destino, bloqueando el acceso al poder de otros distintos y tirando las llaves al mar.

“La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia” (A. Einstein)