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El contrato ‘temporal’ de Vegara dispara las quinielas: Vallés, Puig de la Bellacasa, José Pérez...
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El contrato ‘temporal’ de Vegara dispara las quinielas: Vallés, Puig de la Bellacasa, José Pérez...

Sostiene José Blanco que si un gallego de pueblo se convierte en ministro no estamos ante un milagro, sino que el nombramiento es coherente con la

Sostiene José Blanco que si un gallego de pueblo se convierte en ministro no estamos ante un milagro, sino que el nombramiento es coherente con la esencia de la democracia. Por analogía, habría que decir que si un secretario de Estado de Economía tiene empleo temporal es que estamos ante el país con mayor precariedad laboral de Europa.

Bromas aparte, este es el caso de David Vegara, el secretario de Estado de Economía, que renunció al cargo apenas 24 horas después de que Elena Salgado tomara posesión como nueva vicepresidenta económica. Lo paradójico del caso es que Vegara anunció que seguiría en su puesto un mes más. En concreto, hasta que se celebren la asamblea de primavera del FMI (este fin de semana) y la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la UE, a primeros de mayo.

La dimisión en diferido de un alto cargo no tendría nada de especial si no fuera porque el puesto de secretario de Estado de Economía es clave en las actuales circunstancias, lo cual no es, desde luego, desvelar ningún secreto de Estado. Pero dicho esto, parece también obvio que la interinidad de Vegara no es la mejor señal que se puede enviar en estos momentos a los mercados, y, en general, a los agentes económicos. Aunque sólo continúe un mes más en el cargo. Su provisionalidad es, por lo tanto, una  mala noticia, pero en contra de lo que se ha dejado correr, la prórroga tiene más que ver con una operación de de márketing político que con el interés de Vegara de seguir en la poltrona ministerial un mes más.

Los ‘fontaneros’ de Moncloa -o el propio presidente- han pensado que la salida de Solbes podría interpretarse como una ruptura con el pasado, y eso ha obligado a frenar en seco una desbandada general en la antigua Real Casa de Aduana. Solbes, que es hombre de ‘viejos amigos’, se había rodeado de un equipo fiel (Juana Lázaro, Enrique Martínez Robles o Aurelio Martínez) que tras la marcha del ‘jefe’ no tienen mayor interés en seguir en el cargo. Todos llevan muchos años en la cosas pública y todos son funcionarios de carrera, por lo que su continuidad en el puesto parecía finiquitada.

Sin embargo, la orden de Moncloa -ahora Zapatero es el verdadero ministro de Economía- es que nadie se mueve en el cargo, al menos por el momento, ya que lo prioritario es dar una señal de continuidad. Dicho en otros términos, se trata de dar la sensación  de que todo sigue igual, y de ahí que el presidente hablara de un ‘cambio de ritmo’, pero no de un golpe de timón. Esto puede explicar el amago de dimisión del presidente del ICO, o incluso las dudas que ha generado Carlos Ocaña sobre su continuidad en el cargo. Durante la mañana del martes, 7 de abril, en que Zapatero anunció su Gobierno, se daba por hecho que el secretario de Estado de Hacienda abandonaría el cargo de forma inmediata, pero finalmente no lo hizo. Aunque Ocaña no es el del equipo de Solbes (pertenece a la ‘cuota’ aragonesa), ha congeniado bien con el ex vicepresidente, y no estaba dispuesto a continuar en el cargo.

El aparato de Moncloa

Moncloa, sin embargo, ha abortado la desbandada. Y no sólo eso. Según todas las fuentes consultadas, el sustituto de Vergara saldrá -salvo sorpresas- del aparato de la presidencia del Gobierno. Y en este sentido todo el mundo mira hacia Javier Vallés, director de la Oficina Económica de Moncloa, un experimentado profesional que conoce a la perfección los mercados y el comportamiento de la economía española.

¿Cuál es el problema?, dirán ustedes. Pues que Vallés está casado con Soledad Núñez, directora general del Tesoro. Su esposa sería, por lo tanto, su ‘número dos’ en la Secretaria de Estado. Desde el punto de vista legal no hay ningún problema, pero en términos de opinión pública no parece que sea la mejor elección, máxime en unos momentos como los actuales en que ambos cargos son claves y con gran exposición mediática. De ahí que esta posibilidad se esté descartando.

Zapatero también podría optar por buscar fuera de Moncloa, y aquí aparece el nombre de José Pérez, veterano economista del Banco de España que ha formado parte en representación de España del grupo de alto nivel creado por la Comisión Europea para analizar el funcionamiento del sistema financiero a propuesta de Zapatero. Su conocimiento de la economía española es incuestionable, pero difícilmente puede llegar a congeniar con la ministra Salgado, que siempre se ha rodeado de colaboradores de bajo perfil.

Y aquí aparece el nombre de Fernando Puig de la Bellacasa, vinculado desde hace más de dos décadas a Alfredo Pérez Rubalcaba (el mentor político de la propia Salgado). Puig de la Bellacasa dejará el nuevo Ministerio de Política Territorial en los próximos días para ser sustituido por Gaspar Zarrías en la secretaría de Estado, por lo que su nombre suena con insistencia. Su hándicap es que no tiene formación económica, pero encaja en el perfil más político que quiere dar el presidente del Gobierno al Ministerio de Economía.

Sostiene José Blanco que si un gallego de pueblo se convierte en ministro no estamos ante un milagro, sino que el nombramiento es coherente con la esencia de la democracia. Por analogía, habría que decir que si un secretario de Estado de Economía tiene empleo temporal es que estamos ante el país con mayor precariedad laboral de Europa.

Elena Salgado Pedro Solbes