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Una crisis económica, un problema político
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Carlos Sánchez

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Una crisis económica, un problema político

Existe una frase de Keynes que debería esculpirse a fuego en el frontispicio del palacio de la Moncloa. Justo encima de las escalerillas donde Zapatero recibe

Existe una frase de Keynes que debería esculpirse a fuego en el frontispicio del palacio de la Moncloa. Justo encima de las escalerillas donde Zapatero recibe a sus visitantes. No sólo para conocimiento del actual inquilino del palacio presidencial, sino también para futuros ocupantes. La rescató hace algunas semanas Robert Skidelsky, sin duda su mejor biógrafo.

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En España, hoy al cinturón es lo suficientemente largo no sólo para cubrir la panza, sino que además le sobran varios agujeros. Probablemente tantos como tiene el propio cinturón. Sobra de todo, como decía hace algún tiempo el profesor Ontiveros. Sobran fábricas de cemento, sobra maquinaria, sobran oficinas bancarias, sobran coches, sobran autopistas, sobran pisos construidos y sin habitar… En una palabra, sobra casi el 30% de la capacidad productiva que está inutilizada.

El Gobierno ya no puede subir más los impuestos ni tampoco bajarlos, lo que condena a la política de ingresos al ostracismo, salvo que intentara dar la vuelta a un sistema tributario enfermo que hacer descansar la recaudación en las rentas salariales, lo cual penaliza el empleo

Existe una frase de Keynes que debería esculpirse a fuego en el frontispicio del palacio de la Moncloa. Justo encima de las escalerillas donde Zapatero recibe a sus visitantes. No sólo para conocimiento del actual inquilino del palacio presidencial, sino también para futuros ocupantes. La rescató hace algunas semanas Robert Skidelsky, sin duda su mejor biógrafo.

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