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El sí de Garamendi

El bien de proteger es la palabra utilizada por Garamendi: “normalización”, que no es otra cosa que la creación de un clima favorable para hacer negocios

Foto: Antonio Garamendi. (EFE)
Antonio Garamendi. (EFE)
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Los prejuicios que guían a la política española pueden explicar mejor que ninguna otra cosa la sorpresa con que se ha recogido en buena parte de la opinión pública —y también en la publicada— la posición del presidente de CEOE, Antonio Garamendi, sobre los indultos y lo que significan.

Prejuicios porque de forma automática se piensa que la cúpula patronal iba a estar contra la excarcelación de los líderes independentistas, cuando los empresarios se mueven fundamentalmente por su cuenta de resultados. No es un juicio de valor es, simplemente, una constatación histórica desde 1977, cuando nació la CEOE tras la voladura de los sindicatos verticales.

Foto: El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE)

No es que los empresarios carezcan de ideología, que la tienen, y abundante, como el resto de ciudadanos, sino que lo que les preocupa es pagar nóminas, ver crecer su negocio y disponer de una cuentas de resultados solvente, y si para lograr ese objetivo es necesario que salgan los presos, pues que salgan. El bien a proteger es la palabra utilizada por Garamendi: “normalización”, que no es otra cosa que la creación de un clima favorable para hacer negocios. Y Moncloa está en ello, aunque sea implicando al jefe del Estado, como ha publicado en este periódico Iván Gil.

Hay un hecho que merece la pena recordar, que dice muy poco en favor de la capacidad del Partido Popular (también el de Casado) para entender el pensamiento de los empresarios. Un problema que lleva años arrastrando, salvo un breve periodo al principio de la legislatura de Rajoy con Fátima Báñez como ministra de Trabajo.

Cuando Zapatero anunció que comenzaba un diálogo con ETA, el PP de Rajoy mantuvo una posición durísima contra el presidente del Gobierno, pero la patronal vasca, Confebask, calificó la nueva realidad —el diálogo con una organización terrorista— de “esperada y positiva”. Es más, ofreció su apoyo a fuerzas políticas e instituciones para lograr “los mejores frutos para la sociedad vasca”.

En el mismo sentido, como recuerdan las crónicas de la época, se pronunció el Círculo de Empresarios Vascos, que expresó también su "sincero y leal respaldo a todas las iniciativas legales que busquen el final de la violencia desde el consenso democrático" y "el respeto a la legalidad". Y los indultos, tal vez merece la pena recordarlo, son legales, aunque no gusten políticamente, y, desde luego, son un trago más suave que aceptar negociar con terroristas. Como también merezca recordar que Garamendi es vasco, y sabe mejor que nadie que hay un antes y un después en Euskadi una vez que se iniciaron los contactos con ETA. Pragmatismo puro y duro.

Socialistas y empresarios

Tampoco a José María Cuevas, el gran patrono de los empresarios durante varias décadas, le gustaban los socialistas, pero aquellos contactos privados en el restaurante El Bodegón de la calle Pinar a principios de los 80 dieron sus resultados, y pasado el tiempo la CEOE fue un puntal fundamental en el camino del PSOE hacia la moderación una vez que estaba ya en el Gobierno en 1982. Obviamente, como ahora, porque los empresarios piensan, sobre todo, en sus empresas, y todo lo que sea estar con el poder va con ellos. ¿O Botín no era el mejor aliado de Zapatero en los momentos más duros de la anterior recesión?

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto al presidente del Cercle d'Economia, Xavier Faus. (EFE) Opinión
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Por supuesto que tienen ideología y habrá muchos empresarios que aborrezcan de los indultos, pero prima, como se ha dicho, su cuenta de resultados. Sánchez, de hecho, ha podido tejer esa alianza con el propio Garamendi durante su reciente viaje a Argentina, adonde acudió el presidente de CEOE junto al secretario general de UGT, Pepe Álvarez.

Hay otra clave en la posición de Garamendi que puede ayudar a entender sus palabras. Lo ha dicho en Barcelona, donde reina Foment, la histórica patronal catalana, que es, precisamente, con quien mantiene unas relaciones más difíciles dentro de la cúpula patronal. Pero lo relevante es el pragmatismo que impera en CEOE, lo que explica los numerosos pactos que han firmado en los últimos años empresarios, sindicatos y Gobierno, incluso con una ministra que se declara ‘comunista’, como es Yolanda Díaz.

A los empresarios solo les preocupa que el sistema productivo vuelva a la normalidad

Lo único que les preocupa a los empresarios en un contexto económico como el actual es que el sistema productivo vuelve a la normalidad, ya sea porque la pandemia retrocede o porque la cuestión catalana entra en vías de eso que se ha llamado desinflamación. A veces se olvida que Cataluña representa casi el 20% del PIB de España y casi la tercera parte de las exportaciones, de manera que lo que allí sucede es fundamental para miles y miles de empresas, estén en Almendralejo o en Vitigudino.

Los prejuicios que guían a la política española pueden explicar mejor que ninguna otra cosa la sorpresa con que se ha recogido en buena parte de la opinión pública —y también en la publicada— la posición del presidente de CEOE, Antonio Garamendi, sobre los indultos y lo que significan.

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