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Obsesión por las primarias
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Begoña Villacís

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Obsesión por las primarias

La democracia, bien entendida, empieza por un mismo, con el ejemplo, y que donde algunos observan obsesión por las primarias, entiendan por fin, que es un sano efecto secundario de la democracia

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera (c) junto a Begoña Villacís, candidata a la Alcaldía de Madrid (i) e Ignacio Aguado, candidato a la Comunidad de Madrid (d). (Reuters)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera (c) junto a Begoña Villacís, candidata a la Alcaldía de Madrid (i) e Ignacio Aguado, candidato a la Comunidad de Madrid (d). (Reuters)

La democracia, al igual que la caridad, bien entendida, empieza por uno mismo.

 
Me podré autodefinir demócrata mil veces, podré vestir la imagen haciéndome fotografiar al más puro estilo político depositando mi voto en la urna, sumándose al resto de papeletas residentes, daré la mano a votantes, hablaré, me prodigaré, seré felicitada tras los resultados y felicitaré, pero en anteriores capítulos he querido dejar claro que la autoproclamación no sirve sino a los efectos del parecer, y sólo la evidencia y el ejemplo prueban la verdadera naturaleza del individuo, sus originales apetencias, su instintiva tendencia, su Ser.


¿Es la sociedad invasiva al arrogarse la capacidad de elegir a sus líderes?, ¿es excesiva, interesando una representación concreta y no otra?, ¿es coherente una alineación titular no surgida de una premisa democrática participando de un proceso esencialmente demócrata?, si el lector considera que, especialmente este último interrogante es, simple, y llanamente, una pregunta retórica ha llegado a la misma conclusión que quien le escribe.

Donde algunos observan obsesión por las primarias, entiendan por fin, que es un sano efecto secundario de la democracia

 
Una selección inapelable acompañada de una guarnición de candidatos escogida al gusto de un comensal está abocada a satisfacer al elegido para elegir, y está destinada a frustrar a quien se han visto privados de tal prebenda, osados participantes llamados a tener voz, pero no voto, ¿qué confianzas son esas?. Diríase que el sistema digital no propicia el concurso de méritos, que lo hace, diríase que no favorece la continuidad ni premia la antigüedad, que lo hace, diríase que no propicia el agradecimiento, que también lo hace, todos ellos grandes valores, pero diríase también, que no es lo mismo tener mérito que hacer méritos, que la continuidad mal entendida es lo que hoy conocemos como inmovilismo, antónimo del regeneracionismo, que el agradecimiento traducido en dedazo deja de ser agradecimiento para llamarse precio y que en algún momento habrá que acabar con el eterno círculo de devolución de favores que no promueven sino el apuntalamiento de una oligarquía alérgica al cuestionamiento público, más allá del obligatorio, urnas mediante.

Decía Antonio Gala que la dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer. La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer. Un proceso de primarias implica exposición y debate entre compañeros, catarsis, sometimiento a la decisión de los que han elegido participar de tu mismo proyecto, produce reflexión, produce, sí, un ganador y un perdedor, arroga legitimación genuina y de paso contribuyen a hacer más verosímil la democracia.

La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer. Un proceso de primarias implica exposición y debate entre compañeros

No soy de las que considera interpretable el artículo 6 de la Constitución Española que, al describir el qué y el cómo de los partidos políticos, les arroga el derecho y el deber de representar la pluralidad de pensamientos y el derecho y el deber de tener una estructura interna y funcionamiento democráticos. Soy de las que si considera que entrar a interpretar en qué consideración tiene cada uno de lo democrático, es verdaderamente el primer paso para pervertir el término. La democracia no es interpretable.

Por todo ello, y en el entendimiento que un partido de recorrido, al igual que una mediana empresa española que se precie, ha de contar con su cuota de enchufados, unos optimizados, otros de sofisticada denominación y mundano quehacer, favordantes o favordevolvientes, es preciso recordar que, como decía al principio, la democracia, bien entendida, empieza por un mismo, con el ejemplo, y que donde algunos observan obsesión por las primarias, entiendan por fin, que es un sano efecto secundario de la democracia.

La democracia, al igual que la caridad, bien entendida, empieza por uno mismo.

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