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Begoña Villacís

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Morder la mano que te da de comer

No hay folclore suficiente para tapar el inventario de estos dos meses de gobierno de Sánchez, ni montura que aguante cabalgar entre tantas contradicciones

Foto: Pedro Sánchez, durante la final de la Copa Mundial de la FIFA 2018 de fútbol femenino sub20 celebrada el pasado viernes. (EFE)
Pedro Sánchez, durante la final de la Copa Mundial de la FIFA 2018 de fútbol femenino sub20 celebrada el pasado viernes. (EFE)

El Sr. Sánchez puede calzarse unas Ray-ban de aviador y subirse todos los días a su Air Force One si le place, puede correr por las inmediaciones de Moncloa si se tercia y compartir chascarrillos de 'runner' con quien se cruce, puede redecorar a todo trapo su palacete ("está to pagao") o darse un garbeo en pijama por el salón de columnas o por donde le plazca, faltaría más. El Sr. Sánchez puede ahora surcar los aires oficialmente para irse de festivales, etiquetarlo como actividad cultural y luego meterlo en el sobre del secreto oficial por aquello del qué dirán. Puede, si le apetece, retratar sus manos de presidente, y considerarlo de interés general. Puede colocar a medio partido y hasta a su primera pandi de parvulitos al mando de estratégicas empresas públicas siendo esto una clara expresión de su loable sentido de la amistad. El Sr. Sánchez puede hacerlo, puede, porque el Sr. Sánchez es el presidente, pena que lo único que no pueda hacer este presidente sea precisamente gobernar.

Foto: Pedro Sánchez en una comparecencia en Palma de Mallorca este agosto. (EFE) Opinión
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Y es que da igual de la casa que salga, o el medio de transporte que utilice, o los agradecimientos francos de toda una ristra de colocados, cuando el Sr. Sánchez llega al Congreso se topa con su realidad de 84 diputados de 350 y 61 senadores de 266, esto y un puñado variopinto de escaños con cara de “me debes una, presidente”. Esto debería ser suficiente recordatorio de lo precario de su estatus, esto, y no otra cosa, es lo que hay debajo de la pátina de unas gafas de sol pertinentemente retro y el calculado posado de manos determinadas pero impotentes para gobernar, un Gobierno débil, y unos apoyos que buscan garantizarse un Estado débil, o lo que es lo mismo, unos socios que buscan el fracaso y no el éxito de su empresa.

Por eso no es casual, y no hay folclore suficiente para tapar el inventario de estos dos meses ni montura que aguante cabalgar tantas contradicciones; unas elecciones prometidas que ahora ya no tocan, la promesa de una RTVE independiente alejada de los dedazos, ahora sabemos que el problema no estaba en el dedazo, sino que aquel dedazo no era su dedazo, la lista de los beneficiarios de la amnistía fiscal que ahí sigue, a buen recaudo, por no hablar de que a estas alturas no debe quedar puesto por inventar ni compañero que colocar. Enumero y me doy cuenta de lo lejano que recuerdo el estupor inicial por las no elecciones, o el escándalo de la repartición de la RTVE con Podemos, aquello de yo el 24 Horas y tu el telediario... ¿Han pasado solo dos meses?

placeholder Fotografía de familia facilitada por Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez y sus 17 ministros, reunidos en Quintos de Mora este fin de semana.
Fotografía de familia facilitada por Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez y sus 17 ministros, reunidos en Quintos de Mora este fin de semana.

Sigo. Poco más de dos meses y 10 consejos de Ministros han bastado para superar a su criticado predecesor en decretazos, entonces suponían una usurpación de las funciones del parlamento por parte del Ejecutivo, hoy no hay Consejo sin decreto, ni decreto sin excusa. Poco más de dos meses y una subida de impuestos a la vuelta de la esquina para contentar a los populistas, presos etarras convenientemente acercados para contentar a Bildu y compañía, no ha terminado el verano y Cataluña ha vuelto a la normalidad, a la normalidad de Sánchez, aquella en la que pueden romperte el tabique delante de tus hijos por quitar lazos amarillos, la de la barra libre de las cuentas públicas y el todo vale del Parlament, esa normalidad que invita al Sr. Sánchez a hacerse el escurridizo cuando los que dieron el golpe de Estado llevan a los tribunales al honrado juez a quien, por turno de reparto, le correspondió la labor de defender nuestro Estado.

Y es que de todo lo que ha ocurrido en estos poco más de dos meses lo más barato ha sido aquel vuelo en el avión presidencial, más caros nos saldrán a los españoles los compañeros de viaje que ha elegido el Sr. Sánchez, los que le siguen la corriente porque saben que no puede gobernar. Y es que no hay como no mirar para no ver, y no hay como no ver para no tener que morder la mano que te da de comer.

El Sr. Sánchez puede calzarse unas Ray-ban de aviador y subirse todos los días a su Air Force One si le place, puede correr por las inmediaciones de Moncloa si se tercia y compartir chascarrillos de 'runner' con quien se cruce, puede redecorar a todo trapo su palacete ("está to pagao") o darse un garbeo en pijama por el salón de columnas o por donde le plazca, faltaría más. El Sr. Sánchez puede ahora surcar los aires oficialmente para irse de festivales, etiquetarlo como actividad cultural y luego meterlo en el sobre del secreto oficial por aquello del qué dirán. Puede, si le apetece, retratar sus manos de presidente, y considerarlo de interés general. Puede colocar a medio partido y hasta a su primera pandi de parvulitos al mando de estratégicas empresas públicas siendo esto una clara expresión de su loable sentido de la amistad. El Sr. Sánchez puede hacerlo, puede, porque el Sr. Sánchez es el presidente, pena que lo único que no pueda hacer este presidente sea precisamente gobernar.

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