La nobleza de Guillermo Luca de Tena

Para los que admirábamos con conocimiento de causa a Guillermo Luca de Tena y Brunet, marqués del Valle de Tena y Grande de España, presidente de honor de ABC, su fallecimiento repentino en Madrid a los ochenta y tres años marca un fin de época. Porque el que fuera director del periódico monárquico, su presidente y, desde hace cuarenta años, su alma mater, compiló en su personalidad y comportamientos el estilo de ser y de estar en la profesión periodística y en las tareas editoriales del más alto rango. Guillermo Luca de Tena, como sus predecesores, fue un hombre de convicciones seguras y certeras, permanentes y tenaces.

Suelen referirse éstas a su lealtad probada a la Monarquía. Pero no sólo: él creyó siempre en un determinado periodismo en el que resultaba compatible la militancia ideológica conservadora con la mayor liberalidad hacia el discrepante; y así continuó la saga de los Luca de Tena que hicieron bandera de sus propias convicciones sin despreciar las de otros, pero acogiendo a tirios y a troyanos en un ABC -el periódico del siglo, cumplido en mayo de 2003- combativo, impertinente e indesmayable en sus valores.

El perfil intelectual de Guillermo Luca de Tena se ha mostrado sólo unos días antes de fallecer: su último artículo fue una necrológica de su buen amigo José Vidal-Beneyto, hombre alejado de sus postulados ideológicos, pero vinculados ambos por una intensa y cultivada amistad. A tal punto lo era que el marqués del Valle de Tena escribió la despedida de Vidal-Beneyto como el cumplimiento de un compromiso con el compañero muerto: quedaron en que aquel que sobreviviera glosaría al difunto. Le tocó a Guillermo el trance de hacerlo. Y lo hizo.

Porque Guillermo Luca de Tena era un hombre noble en el sentido primigenio del término: preclaro, ilustre y generoso porque vivió para una causa -ABC- y lo hizo desde las lealtades heredadas y adquiridas. En cierto modo, cuando S. M. el Rey le reconoció en 2003 sus esfuerzos en favor de la Corona, de un lado, y sus servicios a España, a través del periodismo de calidad y de la extensión de la cultura, de otro, otorgándole el título de marqués del Valle de Tena, se cumplía en su total autenticidad el sentido nobiliario de los títulos, que no es otro que el de la proclamación de la excelencia.

Guillermo Luca de Tena gozó y sufrió con enorme intensidad, porque todo cuanto hizo lo ejecutó con la fortaleza de un temperamento vivo y de un carácter que, en rompeolas, batía a los indolentes y a los mediocres. Se apartó del mundanal ruido después de la celebración del centenario del periódico, en 2003. Y su última intervención pública se produjo el 11 de mayo de 2006 en Madrid con motivo de la entrega del Premio Rafael Calvo Serer a su trayectoria. En un discurso nostálgico pero valiente recorrió ante la Infanta Pilar de Borbón los años más difíciles del periódico. Guardo copia de ese texto que explicaba el porqué de ABC en los años más trágicos de nuestra historia. Observando la prestancia que decaía ya en Guillermo Luca de Tena mientras daba lectura a su conferencia, supuse que el gran editor, el gran periodista, el gran hombre que era -que fue- recitaba, a su modo, todo un testamento.

Escribo estas línea con la entera sinceridad de quien quiso mucho a Guillermo Luca de Tena y de quien se sintió querido por él. Nunca hubo entre él y yo mientras dirigí ABC  -y me cayó en suerte y honor hacerlo durante el año de su centenario- otro sentimiento que el afecto y la complicidad. Luego, ni él ni yo hemos querido rememorar otro recuerdo que no fuese el del cariño y la admiración. Hoy, el teclado en el que compongo torpemente estas letras, lagrimea en una despedida a la que le ha faltado el abrazo que desde aquí mando a este Grande de España.