Es noticia
El supervisor de la bancarrota cajista escurre el bulto
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

El supervisor de la bancarrota cajista escurre el bulto

Aconsejo la lectura del discurso que ayer pronunció Fernández Ordóñez con motivo de la apertura del XIX Encuentro del Sector Financiero. Se trata a mi entender

Aconsejo la lectura del discurso que ayer pronunció Fernández Ordóñez con motivo de la apertura del XIX Encuentro del Sector Financiero. Se trata a mi entender de una intervención por completo inaceptable por frívola en la que el supervisor, en tanto que gobernador del Banco de España, de las cajas de ahorros en los últimos años (fue nombrado por el Gobierno socialista en 2006), se desprende de cualquier responsabilidad en su bancarrota. El hombre que ha sido incapaz de prever y de evitar -esa era su obligación- fiascos del calibre de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Caja Sur, Caja Castilla-La Mancha o las cajas gallegas, o Catalunya Caixa o del Banco de Valencia, aduce que la “metamorfosis de las cajas en bancos” ha sido un enorme e impensable logro. Tanto esa transformación como el saneamiento (¿) financiero, la atribuye el gobernador a la implementación eficaz de las leyes dictadas al respecto realizada por los propios servicios de Banco de España. En otras palabras: Fernández Ordóñez, justo ayer, cuando en la Bolsa se hundía el sector bancario español, incensaba su gestión y la de sus colaboradores y escurría el bulto de cualquier responsabilidad.

El catálogo de excusas para justificar la pésima supervisión de las cajas de ahorro fue muy preciso como era de esperar en un profesional de la política que pasará a la historia por su docilidad ante el Gobierno socialista que le nombró y por su encogimiento y tardanza en la adopción de las medidas que son propias de un supervisor independiente en situaciones de crisis. Para el todavía gobernador –al que el PP no ha invitado a renunciar del cargo que parece ocupará hasta el verano-, las dificultades de la supervisión fueron muchas:

1) la ausencia de fondos públicos para la reconversión de las cajas ha provocado que el trabajo del BdE “se multiplique y dilate”, añadiendo con toda facundia que “el supervisor no ha podido contar con un banco malo para reestructurar el sector. Aquí no ha habido un Estado que con la chequera de los contribuyentes haya comprado a los bancos sus activos malos y en un momento se hayan resuelto todos los problemas de las entidades supervisadas”;

2) se lamenta MAFO de que “el equipo de supervisión del Banco ha tenido que aplicar una estrategia que le obligaba a buscar prioritariamente soluciones privadas, lo cual exige convencer, y eso requiere más tiempo que ordenar o que acabar inmediatamente con los problemas inyectando recursos públicos”;

La mejor supervisión europea tanto de bancos como de cajas era hasta la mitad de la década pasada la española. Se torció por la debilidad del gobernador que asumió el cargo más como un político que como un profesional

3) el gobernador se duele de “las discusiones interminables con escasa base económica”, necesarias “para fijar el poder de cada uno de los participantes en las integraciones de cajas”;

4) como Fernández Ordóñez sabe que tiene más de un muerto en el armario (¿Bankia, tal vez?) canta la gallina de forma exculpatoria al sostener que “aunque la constancia y la habilidad de la supervisión consiguió convencer a la mayoría de las Comunidades Autónomas de la inevitabilidad de hacer fusiones con cajas de otros territorios, es conocido que se frustraron alternativas interregionales más sólida y se tuvieron que aceptar (¡¡¡) unas fusiones que si bien eran viables en el escenario previsto para la economía española y además evitaban intervenciones más costosas para el contribuyente, eran claramente peores que las fusiones sugeridas por el supervisor”.

Bastarían estas exculpaciones para descalificar la labor de Fernández Ordóñez al frente del Banco de España. La mejor supervisión europea tanto de bancos como de cajas era hasta la mitad de la década pasada la española. Se torció por la debilidad del gobernador que asumió el cargo más como un político que como un profesional. No obstante, pretende dejar el sillón con consejos técnicos que arroja al Gobierno del PP y que calló con el del PSOE: habrá que seguir aumentando y mejorando el capital de las entidades si la crisis empeora pese a las provisiones ya efectuadas; habrá que seguir intentando instrumentos de crédito para financiar a las PYMES; hay que avanzar en la reducción de los órganos de gobierno de las cajas para evitar duplicidades dictando, si fuere preciso, una ley que les obligue a dejar de participar en entidades de crédito; se debe entregar al Banco de España “instrumentos que permitan que la supervisión se pueda desarrollar de manera ágil y simple y no complicada y lenta” y, lo más importante para el conferenciante (a buenas horas mangas verdes), “es trascendental seguir respetando la autonomía del Banco de España… sin caer en la tentación de interferir en sus decisiones”.

En el discurso de MAFO, ante un granado auditorio profesional, el gobernador no esbozó ni una mínima autocrítica, ni una somera disculpa por la ineficiencia de la entidad que dirige, ni una alusión a la responsabilidad del desmadre de las cajas de ahorro en España que han llevado al sector financiero a una preocupante situación. Simplemente una descripción complaciente de su gestión, una explicación de las dificultades que le habrían eximido de responsabilidad y una despedida -como alguien me dijo ayer, su discurso fue “un testamento”- casi triunfante del hombre que acumula, con el Gobierno socialista anterior, más responsabilidades políticas y técnicas en la crisis financiera española que se focaliza en una gestión de las cajas de ahorro que el Banco de España atacó poco, mal y tarde. La clase dirigente -en este caso, nada menos que el gobernador del BdE- vuelve a ofrecer un recital de frivolidad, irresponsabilidad y prepotencia. Porque, asómbrense, el discurso del supervisor de la bancarrota cajista fue aplaudido al concluir su texto de descargo. Increíble pero cierto. Así nos ocurre lo que nos está ocurriendo.

Aconsejo la lectura del discurso que ayer pronunció Fernández Ordóñez con motivo de la apertura del XIX Encuentro del Sector Financiero. Se trata a mi entender de una intervención por completo inaceptable por frívola en la que el supervisor, en tanto que gobernador del Banco de España, de las cajas de ahorros en los últimos años (fue nombrado por el Gobierno socialista en 2006), se desprende de cualquier responsabilidad en su bancarrota. El hombre que ha sido incapaz de prever y de evitar -esa era su obligación- fiascos del calibre de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Caja Sur, Caja Castilla-La Mancha o las cajas gallegas, o Catalunya Caixa o del Banco de Valencia, aduce que la “metamorfosis de las cajas en bancos” ha sido un enorme e impensable logro. Tanto esa transformación como el saneamiento (¿) financiero, la atribuye el gobernador a la implementación eficaz de las leyes dictadas al respecto realizada por los propios servicios de Banco de España. En otras palabras: Fernández Ordóñez, justo ayer, cuando en la Bolsa se hundía el sector bancario español, incensaba su gestión y la de sus colaboradores y escurría el bulto de cualquier responsabilidad.