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Engaño y drama de los "independentistas tácticos"
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José Antonio Zarzalejos

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Engaño y drama de los "independentistas tácticos"

Ese tactismo lo ha absorbido la CUP y lo ha puesto al servicio de una declaración de independencia insurreccional que JxS ha seguido sin chistar para intentar que Artur Mas sea investido presidente

Foto: El presidente catalán, Artur Mas (c), el cabeza de lista de JxS, Raül Romeva (2d), el líder de ERC, Oriol Junqueras (d) y la integrante de la candidatura Carme Forcadell (2i). (EFE)
El presidente catalán, Artur Mas (c), el cabeza de lista de JxS, Raül Romeva (2d), el líder de ERC, Oriol Junqueras (d) y la integrante de la candidatura Carme Forcadell (2i). (EFE)

Basta leer estos días a los intelectuales orgánicos del independentismo para darse cuenta de que la proclamación de independencia de ayer en el Parlamento desencuaderna Cataluña tanto como lo pueda hacer con el conjunto de España. No suponían estos “moderados” -adscritos a CDC y sugestionados por la “astucia” de Artur Mas- que al final, el santo y la limosna se la iban a llevar entera los 10 diputados de la CUP (366.000 votos el 27-S) y no la parte nuclear de los 62 de JxS (1.620.000 el 27-S).

La independencia que ayer se proclamó en Barcelona -igual en el fondo que la asonada de 1934, si bien revestida de cierta sofisticación parlamentaria y con un fundamento fáctico manipulado en el punto 1º de la resolución aprobada- no era la que deseaban los sectores centrales de la CDC de siempre que, aun sumando arriesgadamente a ERC y a independientes en su lista, no obtuvieron la mayoría absoluta de escaños el 27 de septiembre pasado.

Quizás cientos de miles de los votos de JxS eran de los que en Cataluña se conocen como “independentistas tácticos” o “independentistas por reacción”, electores de orden, sensatos, tenidos por moderados a los que, sin embargo, un machacón discurso institucional -desde la Generalitat principalmente- y el quietismo del Gobierno les ha imbuido la idea de que votando a la lista de Raül Romeva, con un Artur Mas retranqueado, el partido-guía de Cataluña y su entorno dispondrían de más fuerza, energía y arsenal para negociar con el Estado un mejor estatus del Principado.

La realidad ha sido que todo ese tactismo lo ha absorbido la CUP y lo ha puesto al servicio de una declaración de independencia insurreccional que JxS ha seguido sin chistar para intentar que Artur Mas sea investido presidente. A cambio de que “el astuto” continuase en San Jaime, JxS y CDC (no son la misma cosa) han entregado todo su acervo ideológico y su modelo social en una declaración independentista cuya redacción es basta (ya parece seguro que Carles Pi-Sunyer, exvicepresidente del TC y presidente del Consejo Asesor para la Transición Nacional no ha participado en ella). Y, como escuchamos ayer, hasta Mas se ha convertido en un independentista “de toda la vida” (exactamente desde el verano de 2012) y no precisamente de verbo contenido.

Jamás 366.000 votos (CUP) habrían gobernado una comunidad con un censo de más de cinco millones y medio de electores

Los que tácticamente votaron a JxS o lo hicieron por reacción ante la postura del Gobierno central se han encontrado con un panorama controlado de arriba abajo por los antisistema de la CUP, de cuyos diputados depende la pieza maestra de todo el engranaje de este montaje independentista: el futuro gobierno de la Generalitat que podría caer en manos de ERC y de los 'cuperos'. Han conseguido la proclama independentista que deseaban y ahora van al asalto de la Generalitat. Teniendo en cuenta la estela de los acontecimientos ¿por qué CDC no habría de ceder a un candidato/a de consenso si ha cedido absolutamente en todo lo demás? Mas ya no tiene el pabellón alto en su tierra. La encuesta del domingo pasado publicada en 'El Periódico de Catalunya' ofrece un panorama desolador para el presidente en funciones: el 52% de los consultados rechaza su investidura.

Los tácticos, los reactivos -los votantes de JPS que ni militan ni han militado en la independencia sino en una conjetura para mejor negociar la situación de Cataluña en España- han sido engañados por Convergència y dramáticamente traicionados en sus principios y valores por JxS que, como grupo, ha actuado a golpe de ronzal de Baños y los suyos. Ayer -y les aseguro que hablé con más de dos y de tres convergentes- veían unas nuevas elecciones en marzo como única tabla de salvación. Unos nuevos comicios sin Mas y con una profundísima rectificación de la declaración de independencia de ayer que decaería materialmente si no se constituyese antes del 9 de enero un Govern con su presidente previamente investido.

Si Mas es de nuevo presidente de la Generalitat con los votos de la CUP -lo cual no es del todo descartable, o lo es otro diputado de CDC- nunca el voto táctico y/o reactivo de tantos habría sido más inútil; como jamás 366.000 votos (los de la candidatura encabezada por Baños) habrían gobernado una comunidad con un censo de más de cinco millones y medio de electores. A España las cosas se le pusieron ayer mal. Pero a Cataluña, peor. Aprovechen el tiempo que queda para el desastre quienes deben y pueden hacerlo para evitarlo.

Basta leer estos días a los intelectuales orgánicos del independentismo para darse cuenta de que la proclamación de independencia de ayer en el Parlamento desencuaderna Cataluña tanto como lo pueda hacer con el conjunto de España. No suponían estos “moderados” -adscritos a CDC y sugestionados por la “astucia” de Artur Mas- que al final, el santo y la limosna se la iban a llevar entera los 10 diputados de la CUP (366.000 votos el 27-S) y no la parte nuclear de los 62 de JxS (1.620.000 el 27-S).

Artur Mas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Nacionalismo