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Mas, el 'astuto' y gran destructor
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José Antonio Zarzalejos

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Mas, el 'astuto' y gran destructor

La prensa catalana, de natural contenida, utilizó expresiones desgarradas ante el ridículo institucional de la Generalitat y la indignidad del pretendiente a seguir gobernándola

Foto: El presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas. (Reuters)
El presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas. (Reuters)

El extraño -por ello, también sospechoso- empate en la asamblea de la CUP, celebrada el pasado domingo sobre la investidura de Artur Mas, ha terminado por rebasar el vaso de todas las paciencias. Ayer, la prensa catalana, de natural contenida, utilizó expresiones desgarradas ante el ridículo institucional de la Generalitat y la indignidad del pretendiente a seguir gobernándola. “Agonía”, “humillación”, “esperpento” fueron algunas de las palabras que se colaron en los titulares de la información sobre el 'soviet' de la Candidatura de Unidad Popular. Después de tres meses desde las elecciones del 27 de septiembre, Cataluña sigue varada en la provisionalidad mientras el 'astuto' (así se considera él mismo) Artur Mas destroza todo cuanto toca. Incluso la propia CUP, que quedó partida en dos mitades a propósito del destino político del actual presidente en funciones del Gobierno catalán.

Artur Mas no ha entendido en absoluto qué es la dignidad en la política. Como recordaba Borges, la derrota tiene una dignidad que desconoce la victoria, y es la que en su momento debió preferir el líder de CDC antes que reptar reclamando la aceptación de una asamblea de anticapitalistas e independentistas, marginales al sistema democrático y autonómico. Así, se cumple la sentencia que proclama que no hay cosa que cause más daño que confundir la inteligencia con la astucia. Esta -decía Fedro- vence “en el primer momento y suele ser vencida antes del fin”. Cierto, porque, aunque el día 2 el consejo político de la CUP acepte investir a Mas, el personaje ha quedado tan devaluado que su presidencia sería una continuación de la actual agonía política y terminaría de forma traumática.

Todo su proyecto se ha basado en una falsedad: la aspiración de independencia es mayoritaria en Cataluña. No lo fue ni el 27-S ni, menos aún, el 20-D

La astucia de Mas ha consistido en enmascarar sus errores políticos y de juicio. A tal punto lo ha hecho que el catalán ha dado la razón al mismísimo expresidente Aznar, que dijo aquello de que “antes se romperá Cataluña que España”. El aserto está resultando certísimo. La catalana es ahora una sociedad dividida, con su sistema institucional desarbolado y con su burguesía políticamente arruinada.

El presidente en funciones ha conseguido, eso sí, callar cualquier discrepancia digna de tal nombre, ahogar cualquier disidencia e imponer su patológico ego sobre cualquier circunstancia. Y eso ha sucedido porque todo su proyecto se ha basado en una falsedad: la aspiración de independencia es mayoritaria en Cataluña. No lo fue ni el 27 de septiembre ni, menos aún, el 20 de diciembre. El secesionismo no solo no es mayoritario en aquella comunidad, sino que, además, los sectores sociales que lo son responden a estímulos ideológicos de izquierda o izquierda extrema incompatibles con el transformismo de Mas, producto político de una burguesía fracasada y silente. La mesocracia de Cataluña se ha hundido la catana de Mas en su abdomen. Y agoniza también.

El extraño -por ello, también sospechoso- empate en la asamblea de la CUP, celebrada el pasado domingo sobre la investidura de Artur Mas, ha terminado por rebasar el vaso de todas las paciencias. Ayer, la prensa catalana, de natural contenida, utilizó expresiones desgarradas ante el ridículo institucional de la Generalitat y la indignidad del pretendiente a seguir gobernándola. “Agonía”, “humillación”, “esperpento” fueron algunas de las palabras que se colaron en los titulares de la información sobre el 'soviet' de la Candidatura de Unidad Popular. Después de tres meses desde las elecciones del 27 de septiembre, Cataluña sigue varada en la provisionalidad mientras el 'astuto' (así se considera él mismo) Artur Mas destroza todo cuanto toca. Incluso la propia CUP, que quedó partida en dos mitades a propósito del destino político del actual presidente en funciones del Gobierno catalán.

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