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ETA, entre la rendición y la propaganda (esperando a Josu Ternera)
Si la operación de desarme fuese satisfactoria no habría motivo para deshacer la posición actual del Gobierno hasta que la banda no se disuelva y sus miembros colaboren con la justicia
Desde que el diario 'El Correo de Bilbao' publicase el pasado 12 de marzo la crónica del riguroso periodista Oscar Beltrán de Otálora titulada 'ETA prepara un desarme urgente y sin contrapartidas' se sabía que la organización terrorista había llegado a un acuerdo con el PNV -a través de intermediarios- para que el lehendakari Urkullu otorgara, como ayer hizo de manera casi fulminante, “credibilidad” a su anuncio de desarmarse antes del próximo día 8 de abril.
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La banda lo hará por estricta necesidad, sin condiciones previas, aunque con algunas reservas: las precisas para no entregar pruebas de los más de 340 asesinatos que están aún por aclarar judicialmente. Los etarras no repetirán la mascarada que protagonizaron en febrero de 2014. Entonces la BBC también difundió un vídeo en el que unos encapuchados entregaban armas y explosivos inservibles a dos “verificadores”. Los unos y los otros hicieron el peor de los ridículos y el episodio, lejos de resultar convincente, incrementó las dudas sobre la autenticidad de las decisiones de la dirección de ETA.
Ahora los acontecimientos se van a producir de manera diferente. Los dirigentes terroristas han podido comprobar que las policías española y francesa -como ocurrió el pasado 16 de diciembre en el país vecino, en el departamento norteño de Oise- atrapan a todos los activistas que salen de sus madrigueras con cualquier finalidad. En esa ocasión, los cinco detenidos trataban de reflejar en un vídeo un arsenal calificado de “importante” para que la propia ETA gestionase el desarme.
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Desde entonces, sus dirigentes se han convencido de que, antes o después, las fuerzas de seguridad de Francia y de España les pueden desbaratar una de las pocas bazas que les quedaba y decomisar sus arsenales. Ante esa eventualidad, ETA ha decidido adelantarse y presentar lo que es una rendición (pasa de banda armada a desarmada) como un acto de desarme propagandístico a través de la incomprensiblemente siempre disponible BBC, aunque el anuncio de ayer se produjo en 'Le Monde' para que el gesto le quedase próximo y claro al Gobierno de Hollande. No en balde, la organización terrorista dispone del grueso de sus arsenales en Francia, aunque buena parte de su armamento y explosivos se encuentra inutilizado según fuentes policiales de la máxima solvencia.
La actual dirección del PNV está interesada en pasar página y recuperar una reputación histórica del nacionalismo que ETA ha dañado
La decisión de ETA responde, además de a la imposibilidad de mantener a buen recaudo su armamento frente al acoso policial, a hechos tan contundentes como son, por una parte, la determinación de los gobiernos de París y Madrid de mantener la dispersión de los presos (avalada el pasado 2 de marzo por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo), y por otra, la desesperación en la que han caído las bases abertzales ante el fracaso histórico de una época terrorista que prometía la épica conclusión de una inventada represión española sobre la patria vasca.
Las familias de los presos y la militancia de los partidos secesionistas y radicales ya no digieren ni un solo irredentismo más y solo desean medidas pragmáticas que alivien las servidumbres que conlleva la derrota etarra en todos los frentes. El último, el del relato que, de manera afortunadamente evidente, están ganando las víctimas y la propia sociedad española y, en parte, la vasca que comienza también a interiorizar que su silencio fue cómplice y amedrentado ante las acciones terroristas, incluso ante las más brutales y sangrientas.
La actual dirección del PNV está interesada en pasar página y recuperar una reputación histórica del nacionalismo que ETA ha dañado de una forma que se pretende no sea irreversible para las próximas generaciones. Las excelentes relaciones entre Ajuria Enea y la Moncloa son el mejor contexto para que -con el desarme anunciado por ETA y luego de que se compruebe que consiste en una rendición en toda regla por mucha propaganda que suponga- Urkullu y Rajoy puedan abordar una posible, aunque muy improbable, alteración de la política penitenciaria.
Pero incluso si la operación de desarme fuese satisfactoria -que ya tiene en contra de su credibilidad las hechuras propagandísticas con las que ETA quiere adornarlo- no habría motivo para deshacer la posición actual del Gobierno español -y del francés- hasta que la banda terrorista no se disuelva y sus miembros, activos o desactivados, colaboren con la justicia y pueda esclarecerse el volumen total de sus fechorías: autoría de todos los asesinatos, entrega al Estado del “patrimonio” de la organización obtenido a través de la extorsión y el secuestro y un acto de arrepentimiento y de confesión de responsabilidad ante sus miles de víctimas.
No hay ni una sola razón para dejar de mantener todas y cada una de estas exigencias. Ocasiones tuvo ETA -y no pocas- para haber detenido la locura criminal que protagonizó: una amnistía en 1977 y las tres tandas de interlocución con dos gobiernos del PSOE y otro del PP. Y una pregunta final ¿Cuándo consideran los gobiernos francés y español que es el momento de detener a Jose Antonio Urrutikeotxea, alias Josu Ternera, de 66 años, ex diputado autonómico vasco, huido desde 2002 y acusado por delitos de lesa humanidad? Este siniestro personaje es el quid de muchos de los arcanos del terrorismo de ETA.
Desde que el diario 'El Correo de Bilbao' publicase el pasado 12 de marzo la crónica del riguroso periodista Oscar Beltrán de Otálora titulada 'ETA prepara un desarme urgente y sin contrapartidas' se sabía que la organización terrorista había llegado a un acuerdo con el PNV -a través de intermediarios- para que el lehendakari Urkullu otorgara, como ayer hizo de manera casi fulminante, “credibilidad” a su anuncio de desarmarse antes del próximo día 8 de abril.