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La fallida portavocía de Josep Lluís Trapero
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José Antonio Zarzalejos

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La fallida portavocía de Josep Lluís Trapero

El mayor de los Mossos resultó convincente en las primeras apariciones tras los atentados. Desde la intolerable intervención del pasado jueves junto a Forn se puede afirmar que ha naufragado

Foto: El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, junto al conseller de Interior, Joaquim Forn (i). (EFE)
El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, junto al conseller de Interior, Joaquim Forn (i). (EFE)

Una de las novedades mejor valoradas en la gestión política de la crisis posterior a los atentados del 17-A en Cataluña consistió en una comunicación que se nos aseguraba rápida, cierta y profesional. El hecho de que el consejero de Interior –un político de extrema adscripción independentista- se hiciese acompañar en las ruedas de prensa por el responsable directo de los Mossos d´Escuadra pronosticaba que las informaciones se iban a transmitir sin sesgos políticos y con la máxima objetividad.

Y así sucedió al principio. Josep Lluís Trapero resultó convincente, serio y profesional en las primeras apariciones. Luego, todo se torció. Y ahora se puede afirmar que el responsable policial catalán ha naufragado tras su intolerable intervención con Joaquim Forn a principios de septiembre, en la que ambos dejaron varias preguntas sin contestar. Juicio de intenciones a medios y a periodistas exceden de su jurisdicción y suponen una transgresión funcionarial inaceptable.

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Trapero –que ya fue criticado por compartir una fiesta veraniega privada con el presidente de la Generalidad el año pasado, sugiriendo así una familiaridad política poco compatible con la asepsia que requería su cargo- había logrado superar ese y otros hándicaps, entre ellos determinadas acusaciones por la desproporcionada rotundidad de los Mossos en la represión de algunas conductas.

La gestión de los Mossos invitaba a pensar en un modelo de comunicación de crisis similar al británico, estadounidense y alemán en España

La fulminante reacción de los policías del cuerpo catalán –abatieron a seis terroristas en poco más de cuarenta y ocho horas- y la aparente consistencia de Trapero en su iniciales comparecencias públicas encumbraron la imagen de la policía catalana y sugirieron que en España podría implantarse un modelo de comunicación de crisis similar al británico, estadounidense y alemán, en el que los portavoces son los profesionales que se encargan de la gestión de la situación apareciendo subordinadamente los políticos.

Pronto se observó que a Josep Lluís Trapero los elogios le embriagaron. Su reacción innecesariamente displicente ante un periodista holandés que se levantó ante la persistencia del responsable policial en dirigirse a un auditorio de medios en catalán (“Bueno, pues molt bé, pues adiós”, frase que se hizo viral y muy celebrada por los independentistas) y su apreciación según la cual los ciudadanos ponían flores en los coches de los Mossos y determinados medios y periodistas “mierda”, hacían intuir que el feliz hallazgo de un portavoz neutral y profesional no era sino un espejismo.

Las arremetidas de Trapero contra el director del 'Periódico de Catalunya', Enric Hernández, que ha acreditado que los Mossos sí recibieron el 25 de mayo una alerta, antes negada, sobre un inespecífico ataque terrorista “en La Rambla” le ha descalificado por completo hasta inutilizarle como portavoz fiable en la actual situación.

Al responsable de los Mossos parece haberle traicionado, por una parte, su cercanía política a su consejero de Interior y a su director, el (en esta crisis) transparente Pere Soler (al que los españoles le dábamos pena), y por otra, su falta de preparación para desempeñar la responsabilidad de portavoz de crisis, formación muy distinta a la policial. El jueves se le vio tenso, ofensivo y contradictorio. Si Forn ya había metido la pata hasta ominosamente, se esperaba que Trapero mantuviese a buen recaudo una comunicación fiable. Decepción.

El jueves se vio a Trapero tenso, ofensivo y contradictorio. El feliz hallazgo de un portavoz neutral y profesional no era sino un espejismo

La consultora española Llorente y Cuenca difundió el pasado martes un documento interesante elaborado por Alejandra Rivas y Antonella Nicosiano: “Siete creencias falsas ante una crisis de comunicación”. ¡Qué pena que Trapero et alii no lo hubiesen leído en su momento! Según las autoras de este análisis es erróneo: 1) suponer que se está suficientemente entrenado para enfrentar cualquier situación, 2) que el portavoz habitual está bien preparado, 3) que con buenos contactos, en general, se soluciona el problema, 4) que es mejor mantener un perfil bajo, sin confirmar ni desmentir los hechos, 5) que lo importante es que la crisis no se sepa en los medios, 6) que se prepara una campaña y se lava la imagen y 7) que la crisis de hoy será historia de manera inmediata. Todo esos errores, y quizás alguno más, se han cometido en la gestión de la comunicación del 17-A que se inició bien y ha concluido muy mal. Lo preocupante ahora es que Trapero es el responsable profesional de los Mossos y previsiblemente seguirá siéndoloel próximo primero de octubre. Huelgan más consideraciones al respecto.

Una de las novedades mejor valoradas en la gestión política de la crisis posterior a los atentados del 17-A en Cataluña consistió en una comunicación que se nos aseguraba rápida, cierta y profesional. El hecho de que el consejero de Interior –un político de extrema adscripción independentista- se hiciese acompañar en las ruedas de prensa por el responsable directo de los Mossos d´Escuadra pronosticaba que las informaciones se iban a transmitir sin sesgos políticos y con la máxima objetividad.

Mossos d'Esquadra Joaquim Forn