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Pesca de arrastre
Por
Freno al entrismo independentista
Se trata, además, de una estrategia que prostituye los objetivos fundacionales de las entidades que pretende conquistar para utilizarlas únicamente en favor de un objetivo político
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El entrismo es un concepto trotskista nacido en la Cuarta Internacional en 1938. Consistía en que miembros de esa familia comunista se afiliasen en sus respectivos países a partidos políticos de perfil socialdemócrata para influirlos desde dentro y acabar por hacerles bascular desde posiciones reformistas a otras netamente revolucionarias.
Si a ese concepto se le añade el de hegemonía cultural, nacido también de la tradición marxista y desarrollado por Antonio Gramsci, que plantea que solo es posible declararse vencedor en un conflicto político del que deban derivarse cambios sistémicos de largo alcance previa imposición de los propios valores al resto de actores, estaremos en condiciones de entender la estrategia de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) de auspiciar y promover candidaturas independentistas para cuantas elecciones se desarrollan en Cataluña en ámbitos que no son estrictamente políticos como las patronales, los sindicatos, las cámaras de comercio, los colegios profesionales o las universidades.
El último episodio se ha vivido esta misma semana con las elecciones a la presidencia de la patronal de la pequeña y mediana empresa catalana —Pimec— y se ha saldado con un rotundo fracaso del candidato independentista auspiciado y promocionado por la ANC.
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El impulso a esta estrategia entrista se debe a la actual presidenta de la entidad soberanista, Elisenda Paluzie, y responde al convencimiento de que los hechos de 2017 —declaración y suspensión de la declaración de independencia con segundos de diferencia por parte de Carles Puigdemont— demostraron que había sido un error fiar por completo a los partidos políticos la estrategia soberanista. Resultaba imprescindible colonizar otros espacios de poder de la sociedad civil organizada para muscular el independentismo más allá de la esfera estrictamente política. Una vez conseguido esto, sería mucho más fácil tener mayores garantías y posibilidades de éxito en el futuro.
El triunfo más rotundo de esta estrategia fue la victoria en las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona en 2019. La lista de la ANC —Herramientas de País— se impuso de manera aplastante, aupando a la presidencia a Joan Canadell, elegido recientemente diputado por JXCAT y acusado desde algunos entornos también independentistas —la propia ERC— de simbolizar el soberanismo de corte más excluyente. Tras la llegada de los nuevos dirigentes a la Cámara, el rifirrafe entre miembros ha sido permanente por la utilización de la entidad para hacer proselitismo político independentista. El último episodio ha sido el abandono de sus plazas en el plenario de las empresas Naturgy, Hoteles Catalonia y Abertis.
Otro éxito en el frente del entrismo fue el resultado de las elecciones a rector de la Universidad de Barcelona, de las que salió vencedor Joan Guàrdia, actual rector. Hay que matizar que, a diferencia de lo ocurrido en la Cámara de Comercio, la filiación de la candidatura no era tan evidente como en el caso anterior. Aun así, no se evitó —merced al intrusismo de la propia ANC en campaña— que el debate electoral quedase embarrado por cuán independentista era cada uno de los candidatos. La ANC celebró los resultados finales como si se tratara de una victoria propia, pese a los esfuerzos del rector de rebajar esa identificación plena con el independentismo.
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El tercer asalto llegaba este martes, con las elecciones a la patronal de la pequeña y mediana empresa de Cataluña, Pimec, que llamaba a las urnas para sustituir al hasta ahora único presidente de la entidad en 24 años de historia, Josep González.
En esta ocasión, el fracaso de la ANC, que patrocinaba al candidato Pere Barrios en una operación calcada a la que se llevó a cabo en la Cambra de Comerç, ha sido tan estrepitoso como indiscutible fue el éxito en el envite anterior. El candidato continuista, el hasta ahora secretario general de la entidad, Antoni Cañete, se ha impuesto con el 80% de los votos. Es una buena noticia para los pequeños empresarios catalanes y para Cataluña en su conjunto por varios motivos.
El primero de ellos es que la estrategia entrista de la ANC entronca con un soberanismo de carácter netamente divisivo. A un lado los independentistas, al otro los demás. Afianza e incentiva el enfrentamiento político en niveles de la sociedad que, incluso en los momentos más intensos de la última década, habían quedado al margen de las tensiones políticas, procurando resguardarse en sus ámbitos de responsabilidad y —equilibrios al margen— sin olvidar que son entidades o instituciones que tienen entre sus socios e integrantes a personas de todas las sensibilidades.
Se trata, además, de una estrategia que prostituye los objetivos fundacionales de las entidades que pretende conquistar
Se trata, además, de una estrategia que prostituye los objetivos fundacionales de las entidades que pretende conquistar para utilizarlas únicamente en favor de un objetivo político, debilitando así la capacidad de organización y respuesta de la sociedad civil.
Además, las listas electorales pensadas únicamente en clave política forzosamente renuncian al talento como primera variable en la elección de sus miembros, puesto que su objetivo deja de ser hacer un buen trabajo en beneficio de la institución y sus miembros para convertirse en mera correa de transmisión de un proyecto político cuyas directrices no establece la propia entidad.
El frenazo al entrismo de la ANC en Pimec es una buena noticia para los empresarios, piensen lo que piensen, y para toda Cataluña. Preserva una herramienta de representación que no debe tener más objetivo que la defensa de sus intereses privativos. Era una patronal y seguirá siendo una patronal, no un ariete político.
El entrismo es un concepto trotskista nacido en la Cuarta Internacional en 1938. Consistía en que miembros de esa familia comunista se afiliasen en sus respectivos países a partidos políticos de perfil socialdemócrata para influirlos desde dentro y acabar por hacerles bascular desde posiciones reformistas a otras netamente revolucionarias.