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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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¡No nos tomen por tontos!

Estamos con Manu Sánchez. Solo que quizá debería también exigirse a las televisiones, particularmente a las privadas, que no nos traten como imbéciles cuando nos informan

Foto: Manu Sánchez, en 'Antena 3 Noticias'. (Atresmedia)
Manu Sánchez, en 'Antena 3 Noticias'. (Atresmedia)
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No nos tomen por tontos. La exigencia viral del periodista y presentador de A3 Manu Sánchez a nuestros gobernantes es de un sentido común abrumador y merece la simpatía de cualquiera sin siquiera perder un segundo para pensarlo. En definitiva, lo que demanda Sánchez es de una sencillez proverbial. Como añadir un mandamiento a los 10 que ya nos sabemos o sabíamos: traten a la gente, trátennos, con respeto.

El enfado del presentador es puro sentido común nacido de la experiencia práctica. Hace ya tiempo que sabemos que la política juega con el covid-19 a proporcionarnos certezas —entre otras cosas, porque las exigimos— que duran tan solo lo que la realidad tarda en desmentirlas.

Lleva toda la razón del mundo Manu Sánchez cuando afirma en su discurso viral que se nos garantizó machaconamente que la variante ómicron del virus pasaría de largo entre nosotros porque, a diferencia del norte de Europa, habíamos hecho los deberes con la vacunación y no tendríamos que pagar la factura en forma de contagios que estaban abonando los bárbaros norteños por culpa de su individualismo insano. En España había prevalecido la solidaridad para con el vecino y habíamos extendido el brazo para pincharnos la vacuna sin rechistar, así que todo iba a ir bien. No ha sido así.

Foto: Manu Sánchez, en 'Antena 3 Noticias'. (Atresmedia)

También está en lo correcto Sánchez cuando añade, con mayor enfado y amargura, la recriminación al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por reunirse en vísperas de Navidad con los presidentes autonómicos para… ¡decretar de nuevo la mascarilla al aire libre! Medida con un efecto parangonable —desde el punto de vista de la efectividad sobre el control de la pandemia— a ponerse una zanahoria en la cabeza.

Y sigue llevando razón el bueno de Sánchez cuando, más irritado todavía, se queja de que en vísperas de Nochevieja la Administración entera bajase los brazos y se marchase de vacaciones para despedir el año y dar la bienvenida al nuevo, como si el virus también se tomase unos días de guardar.

Así que sí, no hay duda posible. Manu Sánchez, como cualquier hijo de vecino, tiene todo el derecho a enfadarse cuando lo toman por tonto y a olvidar por un momento su condición de prescriptor objetivo para convertirse en un ciudadano harto que, a medio camino entre la súplica y la exigencia, demanda ser tratado con respeto y como un adulto por las instituciones. Y hace bien en utilizar el privilegio de la pantalla para denunciarlo: #todossomossánchez, para decirlo en modo etiqueta para las redes.

Quizá sea el lenguaje televisivo el que no da más de sí a la hora de explicar cuestiones de gran complejidad

Solo que también es lícito ponerle un pero a tanta bravura. Porque el papelón de las televisiones a la hora de informar diligentemente sobre la pandemia también deja un mucho que desear. Es ante exigencias informativas como el covid-19 que cada uno enseña los límites de sus capacidades, pero particularmente y con más claridad de sus voluntades. Y las televisiones han dejado claro que las suyas no pasan precisamente por informar.

No quiere ser esta una crítica particular, puesto que la tendencia es global. Quizá sea el lenguaje televisivo el que no da más de sí a la hora de explicar cuestiones de gran complejidad. Pero sí es un claro reproche al modo frívolo con que se trata la información —sea un volcán, una pandemia o un asesinato— y a los pocos recursos que se dedican a la información pausada y elaborada con voluntad de profundizar, escapando de la exigencia de tratar cualquier tema en clave de 'show' y espectáculo, incluyendo por supuesto calamidades y desgracias de cualquier índole, también por supuesto la pandemia.

No nos tomen por tontos es un eslogan que cualquiera tiene derecho a dirigir a la clase dirigente del país tras dos años de covid. Cada uno tiene sus motivos particulares para hacerlo, con razón e incluso sin ella. Hay quien, como servidor, sigue obsesionado con cómo puede admitirse la obligatoriedad de la mascarilla en los espacios abiertos cuando al mismo tiempo se acepta sin disimulo que solo es una medida estética cuyo objetivo es 'recordarnos' que estamos en medio de una pandemia.

Foto: José Zaragoza, en el Congreso. (EFE, Fernando Villar).

Otros echarán en cara al Ejecutivo que no sea más restrictivo con las medidas. Los de más allá, a su vez, se quejarán de que los test de antígenos no tengan todavía un precio fijado por la Administración o que no puedan comprarse en los supermercados. Completen la lista. A fin de cuentas, una de las funciones que han de cumplir los gobiernos democráticos es poner sus posaderas a disposición de quien quiera patearlas, con las ventajas sociales que eso comporta.

O sea que sí, que el "no nos tomen por tontos" de Manu Sánchez es una exclamación no solo legítima, sino también necesaria. Al gobernante hay que exigirle siempre, cada uno de nosotros con la motivación particular que considere.

Pero en esta fiesta de la tontuna de la que se queja el presentador, las televisiones han jugado, siguen jugando y jugarán un papel colaboracionista imprescindible. Porque son los medios, y particularmente los de mayor audiencia —como es el caso todavía hoy de la TV generalista, por mucho que hayan cambiado los hábitos de consumo audiovisual en los últimos años—, los que más pueden hacer para que este “tratarnos como tontos” se le haga difícil o imposible al gobernante. Forzándole a corregir el modo de dirigirnos, liderarnos y explicarnos a fuerza de presentar información trabajada y de calidad a sus telespectadores. Lejos de eso, la TV se hace de modo calcado a la política. Se trata simplemente de echar carne al asador y de que no paren la rueda del entretenimiento y la sacralización del espectáculo. Con la pandemia no ha sido, no es y tampoco será una excepción.

Estamos con Manu Sánchez. No nos traten como tontos. Solo que ampliamos el abanico de quienes deben sentirse interpelados por tal exigencia. Menos 'show' y menos superficialidad y más informar, aunque cueste dinero. No nos traten como tontos. Que para eso les dieron en su día una concesión de frecuencia con el objetivo de prestar un servicio público.

No nos tomen por tontos. La exigencia viral del periodista y presentador de A3 Manu Sánchez a nuestros gobernantes es de un sentido común abrumador y merece la simpatía de cualquiera sin siquiera perder un segundo para pensarlo. En definitiva, lo que demanda Sánchez es de una sencillez proverbial. Como añadir un mandamiento a los 10 que ya nos sabemos o sabíamos: traten a la gente, trátennos, con respeto.

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