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Puigdemont quiere sorber y soplar, pero sólo le pone lo segundo
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Josep Martí Blanch

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Puigdemont quiere sorber y soplar, pero sólo le pone lo segundo

Detrás de tanta creatividad está, como siempre, la realidad. Y lo cierto es que la candidatura debería llevar por nombre Puigdemont + Puigdemont

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
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Junts + Puigdemont por Cataluña. No es un acertijo. Es la marca electoral con la que el expresidente de la Generalitat acudirá a las elecciones catalanas de mayo. Podría parecer una broma. Pero no es más que un buen ejemplo de adoración personalista, mesiánica. Sí, podría tratarse, en cambio, de una original fórmula matemática. Para resolverla según los cánones, debería multiplicarse a Puigdemont por Cataluña y luego sumarle Junts. Y esto es efectivamente lo que pretende la estrategia de márquetin puigdemontista. Todavía es pronto para ver con qué resultados.

La candidatura también podría haber sido bautizada como Sorber y Soplar. Un intento de hacer las dos cosas simultáneamente. El primer sumando, el de Junts, es el que sorbe. Quiere preservar ante el votante soberanista la idea de que el partido existe y que es una realidad bien musculada. Vamos, que al margen de Puigdemont hay algo más. Y que ahora la formación es también un adalid de buena gestión que también quiere dedicarse a las cosas de comer con un programa razonado y razonable enclavado en las parcelas del centroderecha liberal y humanista. Un mensaje también a sus cuadros menos cómodos con el caudillismo puigdemontista, para que vean que la organización se tiene en cuenta.

El segundo sumando, Puigdemont per Cataluña, intenta, por el contrario, motivar al elector con el cebo de la restitución y el inminente renacer del proceso que el expresidente logrará con su sola aparición en Cataluña el día que regrese a lomos de la restitución que le habrán brindado los ciudadanos con sus votos.

Puigdemont per Cataluña es el cebo para el independentista que no añora ni exige la buena gestión, sino que se pirra por un poco más de leña al mono. El que sigue preso desde 2017 del síndrome de abstinencia procesista. A estos Puigdemont no les promete menos impuestos, mejores escuelas o servicios sanitarios menos colapsados. Les ofrece la redención definitiva, la promesa de enfrentarse a los poderes del estado cada día, todos los días, hasta conseguir la independencia.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en Vernet, en el sur de Francia (EFE/David Borrat)

Detrás de tanta creatividad está, como siempre, la realidad. Y lo cierto es que la candidatura debería llevar por nombre Puigdemont + Puigdemont. Porque el partido sólo está y cuenta para las cuestiones menores. No pinta nada, en cambio, en las decisiones estratégicas. Puigdemont, sin cargo alguno en la formación, nunca ha dejado de despachar y decir al estilo del insigne Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.

Aunque es cierto que Puigdemont también quiere sorber y soplar. Alguien le ha explicado, o él ha llegado a la conclusión por sí mismo, que la temperatura política en Cataluña aconseja hablar de financiación, de buen gobierno, buena gestión y administración eficaz, porque el caudal de la emotividad está más bien seco. Así que a estas alturas Puigdemont ya sabe que con el discurso de la restitución y el no surrender ya no es suficiente para ganarse las simpatías de la mayoría. De ahí que dedique minutaje de sus intervenciones a este tipo de cuestiones desde que anunció su candidatura. Asuntos que le aburren hasta estremecer, como demostró durante los dos años que fue presidente.

Cumplido con el expediente de referirse a las excelencias de un gobierno de Junts, Puigdemont ya se suelta la melena y desplaza la pelota a la parcela del terreno de juego donde sí se gusta: la confrontación con el Estado por poco democrático, con ERC por cobardicas y la promesa de que más pronto que tarde los catalanes cambiaremos de pasaporte.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont junto a la presidenta de JxCAT, Laura Borràs, y el secretario general del partido, Jordi Turull, durante el acto de firma del acuerdo. (EFE/David Borrat)

Para ganar credibilidad en el arte del soplar, Puigdemont ha simulado una operación de transversalidad que en realidad no pasa la prueba del algodón. Ha firmado el Acuerdo de Vernet para sumar a su candidatura hasta siete grupúsculos independentistas (Joventut Republicana de Lleida, Estat Català, Alternativa Verda, Reagrupament, Moviment d’Esquerres de Catalunya, Demòcrates y Acció per República), pero en el acto de rúbrica del acuerdo electoral había en representación de estas organizaciones “transversales” varios militantes de Junts y otros que a estas alturas no son más que grandes especialistas en mantenerse en el negocio subastando a cada elección su minúsculo club de militantes. Entre tots no en farem un, (entre todos no hacemos uno) es una frase catalana que resume con bastante acierto lo que es en realidad este acuerdo transversal. Un ejercicio de apariencia, un truco que no logra esconder el verdadero principio y final de la candidatura: Puigdemont + Puigdemont.

Los resultados de la operación Sorber y Soplar están por determinar. Poniendo el termómetro en las axilas de los integrantes de Junts, la temperatura que se registra raya los límites de la euforia. En cambio, en el conjunto de la sociedad catalana, la candidatura de Puigdemont ha sido recibida, si no con indiferencia, sí con mucha normalidad. Las apuestas que se cruzan estos días van mayoritariamente a cubrir el número de la ruleta que da a Puigdemont un segundo puesto por delante de ERC pero lejos de alcanzar a Salvador Illa. En este escenario, Puigdemont podría ser presidente de nuevo, siempre y cuando hubiese una mayoría independentista en el hemiciclo, cosa que las encuestas de momento ponen en duda.

Sorber y soplar durante la campaña. La cuestión es qué hará Carles Puigdemont si le tocase la lotería de los votos y se alzase de nuevo con la presidencia de la Generalitat. Dado que las dos cosas al mismo tiempo no pueden ser, una vez prometido el cargo, ¿sorbería o soplaría? La respuesta está en los hechos ya vividos: ventisca. En toda España.

Junts + Puigdemont por Cataluña. No es un acertijo. Es la marca electoral con la que el expresidente de la Generalitat acudirá a las elecciones catalanas de mayo. Podría parecer una broma. Pero no es más que un buen ejemplo de adoración personalista, mesiánica. Sí, podría tratarse, en cambio, de una original fórmula matemática. Para resolverla según los cánones, debería multiplicarse a Puigdemont por Cataluña y luego sumarle Junts. Y esto es efectivamente lo que pretende la estrategia de márquetin puigdemontista. Todavía es pronto para ver con qué resultados.

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