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El fin de ETA y lo que no nos cuentan
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Melchor Miralles

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El fin de ETA y lo que no nos cuentan

Un verano más con ETA y sus acólitos en pleno protagonismo de la política española. Buena prueba de que ETA sigue ahí, la mano que mece

Un verano más con ETA y sus acólitos en pleno protagonismo de la política española. Buena prueba de que ETA sigue ahí, la mano que mece la cuna de la autodenominada izquierda patriota, vigilante, en su silencio amenazante, de un proceso diseñado en su seno al que ha puesto puente de plata un Gobierno seguro que bienintencionado, pero de una torpeza que sorprendería si se tratara de su único error tras casi ocho años de ejercicio, pero que no lo hace y viene a consumar el deterioro de España en todos los ámbitos.

Que si los presos etarras saben que la decisión de ETA de abandonar la violencia ya está adoptada; que si ETA reclama 4 millones de euros a través de los mediadores internacionales; que si ETA ha pactado un acercamiento masivo de presos a cárceles cercanas al País Vasco; que si Bildu apuesta por la vía de la paz; que si el Gobierno está convencido de que ETA es ya historia; que si el candidato y autoproclamado líder socialista trata de colgarse una medalla contándonos la milonga de que vamos a celebrar las primeras elecciones sin ETA...

ETA, ETA, ETA y más ETA. Aquí seguimos. Y así será hasta que desaparezcan. Por eso yo no soy partidario de que los partidos reclamen que no se hable de ETA en campaña electoral. Yo, como ciudadano, quiero que me hablen de ello, que debatan, que sepamos nítidamente qué planes tiene cada partido respecto a la lucha contra el terrorismo. Que hablen a calzón quitado, sin tapujos, sin medias tintas, a cara de perro, porque en parte mi voto puede estar condicionado por la posición de unos y otros ante uno de los grandes problemas de nuestra democracia. No quiero que hurten del intercambio de pareceres las cuestiones esenciales que afectan al tuétano de la democracia. Y el terrorismo y cómo combatirlo es una de ellas.

ETA sigue ahí, serpiente dormida, silenciosa y amenazante

ETA sigue ahí, serpiente dormida, silenciosa, pero intimidatoria y amenazante como los silbidos de sus simpatizantes por las calles de los pueblos de Euskadi cuando delante de ellos pasan quienes quieren acabar con el terrorismo con la ley en la mano

Diga lo que diga el candidato socialista, ETA, por ahora, sigue celebrando como propio el éxito de Bildu el 22-M en las urnas. Está acreditado documentalmente que el diseño de esa coalición se efectuó en un comité central de la organización terrorista, aunque después se sumaran a la misma, junto a los terroristas y sus socios civiles, personas de buena intención que consideran, yo creo que equivocadamente, que dándoles cancha y apoyo institucional se ayuda al final del terrorismo.

Bildu sigue negándose de modo rotundo a aceptar cualquier responsabilidad en el final de ETA. Bildu sigue sin exigir a ETA que se disuelva. Bildu sigue sin reconocer a la víctimas de ETA el lugar que merecen e insiste en mofarse de ellas equiparándolas a los terroristas presos. Bildu continúa condicionando cualquier paso adelante significativo a la adopción de medidas favorables a los presos etarras. Bildu sigue tratando de que el PNV caiga en la trampa de articular una candidatura unitaria independentista entre ambos, más EA, Aralar y algunos otros incautos.

ETA sigue ahí, serpiente dormida, silenciosa, pero intimidatoria y amenazante como los silbidos de sus simpatizantes por las calles de los pueblos de Euskadi cuando delante de ellos pasan quienes quieren acabar con el terrorismo con la ley en la mano, como personalmente pude comprobar en Elorrio muy poco después del 22-M. Por todo ello, y mucho más, es imprescindible que se hable de ello. Hasta el fondo. Sobre todo el PSOE y el PP, los dos partidos con posibilidades reales de gobernar España.

Queremos saberlo todo, porque tenemos derecho a ello, porque es un asunto esencial, en el que están en juego principios políticos, éticos y morales que juegan un papel definitivo a la hora de depositar la confianza en uno u otro partido

Es imprescindible saberlo todo. Muy especialmente lo que no nos cuentan y quieren ocultarnos. Por ejemplo, a qué acuerdos llegaron el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero y vicepresidido por el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba con el PNV de Iñigo Urkullu, quien habló de cosas inconfesables tras cerrar los mismos. O qué conversaciones sigue manteniendo el PSOE con ETA, a través de qué intermediarios, y con qué contenidos. O qué diálogos mantiene el actual Gobierno con el entorno civil de la banda y qué se le ofrece, además del acercamiento de presos, para que ETA no vuelva a las andadas. O qué ha autorizado el Gobierno a decir a los mediadores internacionales en sus conversaciones con ETA. O quiénes son los interlocutores con ETA por parte del Gobierno y del PSOE en estas conversaciones secretas que siguen manteniéndose.

Y por parte del PP, queremos saber también quienes, de forma secreta, autorizados por la dirección nacional, aunque lo hagan a título individual, están manteniendo conversaciones con personas próximas a Bildu, del sector blando de la coalición, para conocer sus posiciones de cara a una eventual victoria del PP en las urnas, en lo que se viene a denominar en el argot una "toma de temperatura". O qué le han transmitido los "portavoces autorizados" del partido a los mediadores internacionales en las conversaciones discretas que han mantenido hasta la fecha. O qué piensa hacer si gana las elecciones y forma Gobierno presidido por Mariano Rajoy en lo que se refiere a la política antiterrorista, o a la política penitenciaria, o a los pasos que ya se podrían dar y no se han dado para impulsar acciones legales contra Bildu.

Queremos saberlo todo, porque tenemos derecho a ello, porque es un asunto esencial, en el que están en juego principios políticos, éticos y morales que juegan un papel definitivo a la hora de depositar la confianza en uno u otro partido, como la política económica, las medidas contra el déficit, el adelgazamiento de las administraciones o la generación de empleo. Queremos saber lo que no nos cuentan, porque tenemos derecho a saberlo, porque necesitamos conocerlo para tomar partido por unos, por otros o por un tercero, o por ninguno. Queremos saber lo que se nos oculta porque, además, al final terminaremos enterándonos cuando las cosas no tengan ya remedio.

Queremos saber qué final quiere cada uno para ETA, cómo lo pretenden, qué están dispuestos a dar a cambio, cómo lo tienen planificado, qué planes tiene cada partido, qué ideas manejan para afrontar un final que no dudo que ambos desean de verdad, pero en el que tiene muchísima importancia el cómo, más allá de que se consume con uno u otro en el Gobierno. Porque el final de ETA ha de ser la victoria de todos los ciudadanos y la derrota inapelable de unos pocos que, en nombre de Euskadi y del socialismo, han asesinado a más de mil personas. Así de claro, así de difícil.

Un verano más con ETA y sus acólitos en pleno protagonismo de la política española. Buena prueba de que ETA sigue ahí, la mano que mece la cuna de la autodenominada izquierda patriota, vigilante, en su silencio amenazante, de un proceso diseñado en su seno al que ha puesto puente de plata un Gobierno seguro que bienintencionado, pero de una torpeza que sorprendería si se tratara de su único error tras casi ocho años de ejercicio, pero que no lo hace y viene a consumar el deterioro de España en todos los ámbitos.