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Un país preparado que lo aguanta todo, aunque no se lo merezca
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Juan Carlos Escudier

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Un país preparado que lo aguanta todo, aunque no se lo merezca

La irrupción en la carrera sucesoria del PSOE de la ministra de Defensa, Carme Chacón, con su afirmación de que España está preparada para que una

La irrupción en la carrera sucesoria del PSOE de la ministra de Defensa, Carme Chacón, con su afirmación de que España está preparada para que una mujer catalana sea presidenta ha dado pie a un interesante debate sobre cómo está el país y en qué hemos avanzado en estos años del que ni el Rey ha podido abstraerse: “Estamos mucho mejor que hace 30 años”, dijo el monarca en la conmemoración del 30 aniversario del golpe de Estado. La frase rezuma optimismo. No es como el “nunca habéis vivido tan bien” que el primer ministro Harold Macmillan espetó a los británicos allá por los años 60, pero se parece bastante.

En cualquier caso, es preciso puntualizar algunos conceptos que también se parecen bastante. Una cosa es la preparación del país, otra lo que se merece y una tercera lo que es capaz de aguantar. El matiz es importante. “No hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse, sobre todo si ve que en derredor suyo todos las aceptan”, sostenía Tolstoi. Y es que aquí, aguantar, lo que se dice aguantar, lo aguantamos casi todo, aunque no estemos preparados ni hayamos hecho nada para merecerlo.

En el caso que mencionaba la ministra, es indudable que el país está preparado para que la presidencia sea ocupada por una mujer, sea catalana o de Vitigudino, aunque lo importante, como señalaba al respecto Alfonso Guerra, es saber si la elegida está preparada para el cargo. Distinto es, por ejemplo, si el país se merece que el presidente del Gobierno considere que no estamos preparados aún para conocer si optará o no a la reelección, una incógnita que, lejos de lograr que el Ejecutivo y el partido que lo sustenta se centren en la lucha contra la crisis, los tiene al borde del drama shakesperiano, especialmente a los que se presentarán a las elecciones en el mes de mayo.

Para lo que desde luego no estábamos preparados es para el “vocabulario ético” con el que Zapatero está acompañando sus reformas, y del que ya hacía referencia el fallecido Tony Judt en Algo va mal, su último ensayo. “Cuando imponen recortes en las prestaciones sociales, los legisladores estadounidenses y británicos se enorgullecen de haber sido capaces de tomar “decisiones difíciles””. Aquí las decisiones han sido “difíciles” y hasta “valientes”. Tenemos en la Moncloa a un tipo duro, no ya por su capacidad para soportar el dolor sino para inflingirlo y sentirse al mismo tiempo orgulloso.

 A Zapatero se le aguanta mucho, y a Aznar, también. Lo de este hombre comienza a ser insoportable. Algo hemos tenido que hacerle para que cada una de sus declaraciones sea una andanada, un misil no ya contra el Gobierno sino contra el propio Estado. ¿Qué bien puede hacernos su afirmación de que Europa nos ve como un “riesgo sistémico”? ¿A favor de quién trabaja además de para Murdoch, para Centaurus, para ese lobby llamado Friends of Israel y para sí mismo?

Al dandy del Turia se le juzgará por haber aceptado unos trajes de una pandilla de mafiosos, pero su responsabilidad política es otra: haber facilitado por activa o por pasiva que los corruptos se hayan enseñoreado en Valencia

Debemos tener lo que nos merecemos, y por eso debemos soportarlo. Es lo único que se ocurre al contemplar, por ejemplo, el recién formado Consejo Empresarial de la Competitividad, que bajo la apariencia de organizarse bajo la máxima kennediana de hacer algo por el Estado no deja de ser un grupo de presión que tratará de que el Estado hago lo máximo por ellos. Viendo a esos 17 magníficos, se pregunta uno cuán de competitivas han sido sus empresas para abonarles sueldos de hasta 7 millones de euros en 2010, que es lo que han ganado los mandamases de Repsol o Iberdrola, por citar sólo un par de casos. Estos señores se han conjurado para explicarle al mundo que somos la reluche, y llevan razón. Su eficacia está por ver, pero al menos servirá para que el ex presidente de Catalunya Caixa, Fernando Casado, que abandonó la entidad porque el sueldo de 450.000 euros al año le parecía un insulto, se entretenga por las mañanas haciendo de secretario general.

Finalmente, hay cosas que ni nos merecemos ni tendríamos que aguantarlas por muy preparados que estuviéramos. Son detalles de los que los políticos tendrían que estar muy pendientes porque la democracia, mucho más que esos dichosos mercados, está basada en la confianza de que los dirigentes no ocultan nada bajo las alfombras ni amparan a quienes lo hacen. No basta con las habituales proclamas contra la corrupción sino que cabe exigir un compromiso tan activo como el que debía exhibir la mujer del César.

Ni los valencianos ni el conjunto del electorado se merece que el PP haya designado candidato a Francisco Camps, imputado por un presunto delito de cohecho pasivo. Al dandy del Turia se le juzgará por haber aceptado unos trajes de una pandilla de mafiosos, pero su responsabilidad política es otra: haber facilitado por activa o por pasiva que la corruptos se hayan enseñoreado en Valencia, donde el olor a podrido es mayor que el de la Dinamarca de Hamlet. Ni siquiera cabe alegar que esté en juego el Gobierno de la comunidad, ya que hasta una cabra podría ganar las elecciones en mayo dado el nivel de la oposición. Sobrando cabras, ¿por qué pisotear la ética con tanta saña?

Estar preparados para todo y ser capaces de aguantar cualquier cosa debería otorgarnos merecimientos suficientes para escapar de un proceder político tan retorcido y de una lógica económica más que perversa. A esta última se refirió Keynes con una frase admirable: “Seríamos capaces de apagar el sol y las estrellas porque no dan dividendos”.

La irrupción en la carrera sucesoria del PSOE de la ministra de Defensa, Carme Chacón, con su afirmación de que España está preparada para que una mujer catalana sea presidenta ha dado pie a un interesante debate sobre cómo está el país y en qué hemos avanzado en estos años del que ni el Rey ha podido abstraerse: “Estamos mucho mejor que hace 30 años”, dijo el monarca en la conmemoración del 30 aniversario del golpe de Estado. La frase rezuma optimismo. No es como el “nunca habéis vivido tan bien” que el primer ministro Harold Macmillan espetó a los británicos allá por los años 60, pero se parece bastante.

Carme Chacón Alfredo Pérez Rubalcaba