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El síndrome de la impostora y el nuevo gobierno
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Verónica Fumanal

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El síndrome de la impostora y el nuevo gobierno

El Gobierno que viene tendrá la representación parlamentaria más plural desde el punto de vista territorial e ideológica de los últimos años. Y tiene dos opciones: zafarse del síndrome de la impostora o seguir acomplejado por los pactos

Foto: Sánchez, en el Congreso Europeo Socialista. (EFE/Jorge Zapata)
Sánchez, en el Congreso Europeo Socialista. (EFE/Jorge Zapata)
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Pues esto ya está. Sánchez ha conseguido embridar en el mismo saco a PNV y Bildu, a ERC y Junts, a BNG y CC, a Sumar y Podemos. Al menos, le reconoceremos al PSOE ser el partido con más capacidad de interlocución de España. El empujón final para que Pedro Sánchez vaya a ser investido a la primera y por mayoría absoluta (esperemos que sus señorías digan bien sí o no), se lo ha dado esa minoría ultra que se ha propuesto imitar a los CDR en la Cataluña del 2019. Solo les falta un nombre resultón con un perfil de X tipo Tsunami Democrático: les queda libre Terremoto de putodefensa.

El gobierno que viene tendrá la representación parlamentaria más plural desde el punto de vista territorial e ideológica de los últimos años. Y tiene dos opciones: o zafarse del síndrome de la impostora, que consiste en una falta de autoestima que te lleva a dudar constantemente de tu potencial; o continuar acomplejado por los pactos con independentistas y nacionalistas que el PP y Vox vituperarán con su machismo testosterónico, de creerse los únicos merecedores del poder. Porque frente a la derecha, que se siente con la legitimidad de gobernar a cualquier precio y con quien sea, el gobierno de coalición progresista no supo hacer de la pluralidad un motivo más de orgullo.

La principal novedad de la mayoría progresista y plurinacional de este Gobierno, sin duda, es la incorporación de Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont. El pacto de amnistía por renuncia a la unilateralidad ha permitido recuperar el espíritu de la antigua Convergencia. Sostiene Ignasi Guardans que Junts no es CiU. No solo comparto su opinión, sino que considero que una vez estén dispuestos a hacer política, los veremos en la aprobación de leyes de corte progresista que la extinta CiU nunca hubiera apoyado.

La sorpresa de las negociaciones vino de la mano de Coalición Canaria, partido nacionalista canario que ahora gobierna las islas de la mano del Partido Popular. Podría haberse negado a dialogar con el gobierno debido a sus socios. Sin embargo, decidió participar de esa mayoría plurinacional para arrancar compromisos para los canarios. Este apoyo sitúa a Sánchez como el presidente con más votos afirmativos de partidos regionalistas de la historia, la versión más plural de un Frankenstein mojo picón.

Foto: Santos Cerdán, número tres del PSOE. (Reuters/Yves Herman)

Todos estos pactos no solo le otorgan al PSOE esta visión plural de España y a Santos Cerdá el título de campeón de los acuerdos imposibles, sino que enrocan al PP en la defensa de una España muy pequeña y ridículamente simple, en la que Vox calienta la calle, para que ellos recojan los frutos. Mientras el PP no logre zafarse del cordón sanitario que le ha impuesto la extrema derecha, o consigue mayoría absoluta o está condenado a una oposición tan solitaria como reactiva.

Y a partir de ahora, ¿cuáles son los retos más importantes del Gobierno? Como mencionaba, saber desprenderse de ese síndrome de la impostora con el que fue trampeando la pasada legislatura. Más de 200 leyes se consiguieron aprobar con una mayoría parlamentaria que fue el principal caballo de batalla de Pablo Casado, y después, de Alberto Núñez Feijóo, que no ha sabido distinguirse de su antecesor en nada. Del gobierno Bildu-etarra, al que te vote Txapote, ni un solo argumento más, ni un programa de gobierno alternativo, ni un solo puente de diálogo. Y, seguramente, este ataque al gobierno por sus socios es el que ha impedido que el PSOE haga bandera de ser el partido con más capacidad de diálogo del país.

Este ejecutivo debería ser consciente de quiénes fueron las que le permitieron estar hoy en disposición de formar gobierno: el voto femenino

En esta próxima legislatura, el Gobierno, que está a punto de configurarse, debería recuperar la confianza en sí mismo, desprenderse de ese no sentirse competente o legítimo por la mayoría que le acompaña. Abandonar el relato basado en el marco del contrario, de ese síndrome de la impostora, supondría ser consciente de la fortaleza política que supone poder sentarse en una mesa y lograr acuerdos con más de siete fuerzas políticas diferentes, con sensibilidades absolutamente diversas y con intereses incompatibles. Esa capacidad de interlocución es la que hace que la pluralidad de este país esté representada no solo en el Congreso, sino también en cada una de las leyes que saldrán aprobadas con el voto afirmativo de tantos representantes de las diferentes Españas.

Y hablando del síndrome de la impostora, este ejecutivo debería ser plenamente consciente de quiénes fueron las que le permitieron estar hoy en disposición de formar gobierno: el voto femenino. Las mujeres y su repulsa a partidos extremistas como Vox, que han hecho de su machismo una bandera política, fueron las que empujaron las urnas hasta hacer descarrilar a las encuestas. Esta evidencia debería tener una traslación en un Gobierno con mujeres al frente de las principales carteras, con políticas feministas que protegieran los derechos de las mujeres y, sobre todo, con una acción de gobierno decidida que impulsara la igualdad efectiva en cargos ejecutivos, en cuestiones salariales, de lucha contra la precariedad en actividades con altos porcentajes de mujeres y en la potenciación de referentes en ámbitos masculinizados.

Foto: Pedro Sánchez, junto al presidente de los Socialistas Europeos, Stefan Löfven, en Málaga. (EFE / Jorge Zapata)

No hay fuerza más extraordinaria que la de las mujeres, ninguna tan numerosa ni mayoritaria, ninguna con tanta razón en sus planteamientos. Por ello, el Gobierno central también deberá velar para que nuestros derechos no sean conculcados en ayuntamientos o autonomías en las que Vox guíe la acción del gobierno ante un PP arrodillado a sus planteamientos. Es imprescindible que el gobierno progresista y plurinacional no permita que derechos como el aborto, como el derecho de protección contra las violencias machistas, entre otros, sean cercenados por la vía de la inanición en los presupuestos autonómicos. Ninguna política se hace realmente efectiva sin dotación presupuestaria.

El próximo gobierno está en capilla y contará con una mayoría parlamentaria mayor, como recuerda el politólogo Rodríguez Teruel, que la de Calvo Sotelo en 1981, González en 1989, Zapatero en 2004 y 2008 y Rajoy en 2016. La principal diferencia respecto a estas es que además contará con una gran representación de fuerzas políticas. No puedo acabar el artículo sin mentar la amnistía, esa ley que esta mayoría de 179 votos a favor aprobará para dar por finalizado el procés, el mayor desafío territorial desde la transición. El éxito del próximo gobierno dependerá, sobre todo, de su autoestima: de ser capaz de estar orgulloso de esa mayoría y de su potencial para el país.

Pues esto ya está. Sánchez ha conseguido embridar en el mismo saco a PNV y Bildu, a ERC y Junts, a BNG y CC, a Sumar y Podemos. Al menos, le reconoceremos al PSOE ser el partido con más capacidad de interlocución de España. El empujón final para que Pedro Sánchez vaya a ser investido a la primera y por mayoría absoluta (esperemos que sus señorías digan bien sí o no), se lo ha dado esa minoría ultra que se ha propuesto imitar a los CDR en la Cataluña del 2019. Solo les falta un nombre resultón con un perfil de X tipo Tsunami Democrático: les queda libre Terremoto de putodefensa.

Pedro Sánchez Amnistía
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