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Verónica Fumanal

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Caso Alves, el sistema funciona

La presunta víctima de Alves debe saber que su denuncia está permitiendo que se imparta justicia y envía un mensaje muy poderoso a futuros agresores: si los protocolos se siguen, no quedarán impunes

Foto: Dani Alves, en el juicio por violación. (EFE/Alberto Estévez)
Dani Alves, en el juicio por violación. (EFE/Alberto Estévez)
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Ayer empezó el juicio a Daniel Alves da Silva, el futbolista brasileño acusado de haber violado a una mujer de 23 años en una discoteca en Barcelona. Los hechos sucedieron hace más de un año, el 31 de diciembre de 2022, la noche en que se demostró que cuando los protocolos se respetan, el Estado de derecho funciona y las mujeres tienen derecho a un juicio justo. En un estudio de la Delegación del Gobierno para la violencia machista, realizado por la fundación Igual a Igual, se esclarecen algunos de los motivos por las que la mayoría de las mujeres que sufren violencias machistas no denuncian, y mayoritariamente tienen que ver con que no confían en el sistema. El caso Alves nos da a las mujeres motivos para confiar.

¿Qué hubiera pasado si la joven de 23 años el 31 de diciembre de 2022 hubiera salido de la discoteca Sutton, se hubiera marchado a casa y se hubiera duchado? Que las pruebas sobre la, todavía presunta, agresión de Alves hubieran desaparecido. El jabón y el agua caliente hubieran borrado el ADN de su agresor y una de las principales pruebas se hubiera ido por el desagüe mezclada con las lágrimas de dolor, vergüenza, impotencia y culpabilidad por haber entrado a un reservado con un tipo del que no desconfió. Esos sentimientos suelen predominar en la mayoría de las mujeres víctimas de una violación. El machismo social las lleva a culparse a ellas mismas. Afortunadamente, el jefe de seguridad del Sutton actuó siguiendo los protocolos y, por qué no decirlo, con la empatía de un humano que ve llorar a otro en un lugar donde se supone que vamos a disfrutar.

Si todas las personas, igual que el jefe de seguridad de la discoteca Sutton, actuáramos igual ante el dolor de una mujer, preocupándonos por ellas y ofreciéndoles un lugar seguro en el que contar su experiencia, los miedos a denunciar a sus agresores disminuirían. Según la encuesta mentada, el 50% de las mujeres supervivientes a una agresión no denuncia por miedo a su agresor. Estas cifras no se alcanzan en ningún crimen violento más, porque socialmente confiamos en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, en su capacidad para protegernos de los delincuentes. Con los crímenes machistas, desafortunadamente, no ocurre lo mismo.

El principal miedo de la víctima de la presunta agresión de Alves fue que su nombre saliera publicado y que fuera desvelada su identidad. Esta mujer se sabía víctima de una violación sexual, el 36% ni siquiera se reconoce como tal, y, sin embargo, tenía reticencias a denunciar porque era consciente de que un escuadrón de machistas se pondría del lado del presunto agresor y le destrozaría, todavía más, la vida. No me puedo imaginar el dolor intenso de una mujer que pretendía renunciar a que se hiciera justicia como mal menor en su vida, sabiendo que un multimillonario como su presunto agresor utilizaría todo su poder y dinero para desacreditarla.

Foto: Dani Alves en un partido con la selección de Brasil. (DPA/Tom Weller)

Pero esta mujer fue valiente gracias a que el sistema le permitió serlo. De igual manera que el caso de la Manada fue un ejemplo perfecto de una justicia patriarcal, de unas leyes que ponían a la mujer en la tesitura de tener que demostrar que no quería que cinco energúmenos la violasen, la grabasen y robasen en un portal; el caso Alves es el ejemplo de que cuando los protocolos funcionan, las mujeres pueden tener un juicio justo, sin privilegios, pero con garantías.

A pesar de que esta mujer tuvo la suerte de que todos los protocolos funcionaran, sus peores temores se hicieron realidad. La madre de Alves publicó en redes sociales su identidad con el único objetivo de desacreditarla. Qué duro debe ser para una madre asumir que tu hijo es un agresor sexual, y que ni la fama, ni el dinero, ni el poder pueden hacer nada para que salga impune de su presunto delito. No seré yo la que juzgue a la madre de Alves por lo que ha hecho, lo hará un juez, porque ella también ha cometido un presunto delito.

Hasta el momento, Alves ha ofrecido cinco versiones de lo que sucedió, mientras que la víctima ha sido coherente desde el inicio. También lo ha sido en su petición de justicia. Según hemos podido saber, la defensa de Alves ofreció cientos de miles de euros a la víctima para llegar a un acuerdo y paralizar el juicio. La joven lo ha rechazado, quiere que se celebre y que se haga justicia. Todas las pruebas confirman su versión, las imágenes de la discoteca, el informe del hospital, las pruebas de ADN… y, aun así, con todo a favor, hay quienes todavía piensan que la víctima es Alves. Hasta dónde puede llegar la ceguera del machismo.

No podemos evitar que las agresiones machistas se produzcan (...) Pero lo que pueden hacer los poderes del Estado es que las mujeres confíen

Pero quedémonos con lo importante. No podemos evitar que las agresiones machistas se produzcan, todavía queda mucho por hacer para tener una sociedad igualitaria. Pero lo que pueden hacer los poderes del Estado es que las mujeres confíen en el Estado de derecho y en su capacidad de impartir justicia. Si las empresas, como Sutton, están involucradas; si los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están implicadas; si las leyes y quienes las administran son justas; si la sociedad hace que los protocolos funcionen, entonces las mujeres confiarán en el sistema, denunciarán más y se acabará con la impunidad que durante años ha imperado en nuestra sociedad. Siento enormemente el dolor y todo por lo que está pasando la presunta víctima de Alves, pero debe saber que su denuncia no solo está permitiendo que se imparta justicia, sino que está enviando un mensaje muy poderoso a futuros agresores: si los protocolos se siguen, no quedarán impunes. Y a las mujeres supervivientes de sus agresores, que se puede confiar en la Justicia.

Ayer empezó el juicio a Daniel Alves da Silva, el futbolista brasileño acusado de haber violado a una mujer de 23 años en una discoteca en Barcelona. Los hechos sucedieron hace más de un año, el 31 de diciembre de 2022, la noche en que se demostró que cuando los protocolos se respetan, el Estado de derecho funciona y las mujeres tienen derecho a un juicio justo. En un estudio de la Delegación del Gobierno para la violencia machista, realizado por la fundación Igual a Igual, se esclarecen algunos de los motivos por las que la mayoría de las mujeres que sufren violencias machistas no denuncian, y mayoritariamente tienen que ver con que no confían en el sistema. El caso Alves nos da a las mujeres motivos para confiar.

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