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Alcaraz y Puigdemont, la plata que sabe a derrota
Carlos no tuvo la misma oportunidad que Carles, que pretende dinamitar el oro de Illa presentándose en Cataluña y cumpliendo así una antigua amenaza, la de volver a España
El pasado domingo fue un gran día para el tenis español, medalla de plata para Carlos Alcaraz y bronce para el dobles de Sara Sorribes y Cristina Bucsa. La lógica diría que Alcaraz debería haberlo celebrado más que Sorribes y Bucsa, sin embargo, cuando uno veía la expresión facial de los tres deportistas de élite, ellas saborearon una victoria que sabía a oro y él una derrota que no valía una plata.
Tan evidente fue decepción de Carlos Alcaraz, que hasta su colega y referente Rafael Nadal quiso escribirle un mensaje a través de la red social X para que supiera valorar la magnitud de su gesta “Carlos, aunque sé que hoy es un día difícil valora una medalla que es muy importante para todo el país y verás, con el tiempo, que para ti también. Gracias por esta semana increíble y por una medalla que nos regalas al deporte español”. Un mensaje de ánimo dirigido a un supuesto perdedor, no a un campeón del tenis mundial que solo este año ha ganado: Wimbledon, Roland Garros, ATP Masters 1000 Indian Wells y la plata olímpica.
Racionalmente, Alcaraz no tiene motivos para que la tristeza, la frustración o la rabia dominen sus emociones, sin embargo, las emociones son precisamente aquello que no se puede racionalizar porque parte de su naturaleza emana de las expectativas y obviamente, el jugador español quería, anhelaba y, tras ganar a Djokovic en el pasado Roland Garros, creía que podía ganar el oro olímpico y así pasar a la historia como el jugador más joven en hacerse con la medalla. Las expectativas, qué importantes son en el deporte, en la vida… y en la política.
La alegría de las medallistas españolas, Sorribes y Bucsa, y el pesar de Alcaraz, me recordó a la política catalana, supongo que por deformación profesional. Descartado el oro para Illa, en las pasadas elecciones, el independentismo se disputaba la plata y el bronce. Es cierto que Puigdemont, como Alcaraz, creía que podía obtener la medalla de oro y ganar las elecciones en Cataluña, sin embargo, todas las encuestas, apuntaban lo contrario.
Descartado el oro para Illa, en las pasadas elecciones, el independentismo se disputaba la plata y el bronce
Desde que se fue, Puigdemont ha prometido/amenazado tantas veces con volver para generar un golpe de efecto, que en las pasadas elecciones este mensaje ya era pólvora mojada; por lo tanto, el expresident y candidato tenía que apostar algo más, una amenaza mayor: si no era president de la Generalitat dejaría la política, y claro, ahora tocaría cumplirla. Carles, igual que Carlos, pensaba que podían aspirar a la máxima gloria, al oro, a la presidencia de la Generalitat. Por eso, los dos tenían tantas expectativas y jugaron para ganar.
Más realista era ERC en las pasadas elecciones, los republicanos sabían que perderían el gobierno y que la batalla entre Illa y Puigdemont, con un Pere Aragonès en horas bajas, dejaría sin oportunidad al partido, que aspiraría a un bronce que lo dejaría en tercera posición. Después de haber ganado las pasadas elecciones y gobernar este tercer lugar fue un duro golpe, el bronce electoral les situaba como subalternos en la batalla real de las elecciones, quién se hacía con el liderazgo de los restos irredentos del independentismo.
En medio de una crisis orgánica sin precedentes en ERC, con una crisis reputacional por la publicación en el Diari Ara del escándalo de la campaña de falsa bandera contra su candidato municipal Ernest Maragall, con un Aragonès dimitido en diferido como líder de la Generalitat y un Junqueras que amaga con volver sin la valentía para tomar decisiones sobre el gobierno de Illa, los republicanos han optado por el mal menor, celebrar su medalla de bronce haciéndola valer más que la plata: el poder para evitar una repetición electoral que, a buen seguro, los deja fuera del pódium.
La dirigencia republicana ha demostrado que todavía lidera el partido y han conseguido que se apruebe un acuerdo de investidura para hacer president de la Generalitat a Salvador Illa. Puede parecer menor, pero esta victoria orgánica pone en valor el bronce electoral y consigue para Cataluña mover a un PSOE hacia un posicionamiento inédito en cuanto al sistema de financiación. Cuando este acuerdo se vote en el Congreso de los Diputados, puede no tener los apoyos suficientes, pero mucho tendrá que retorcer el relato Junts per Catalunya para votar en contra de un acuerdo ha sido una reivindicación histórica de la extinta CiU.
Carlos no tuvo la misma oportunidad que Carles, que pretende dinamitar el oro de Illa presentándose en Cataluña y cumpliendo así una antigua amenaza, la de volver a España para ser detenido y así culpar a quien ostenta la medalla de bronce, ERC. Alcaraz debe asumir que siendo tan joven tiene toda una carrera deportiva para alcanzar la gloria olímpica. Puigdemont debe cumplir su promesa de una vez por todas, y asumir que su tiempo político ya es pasado, como el procés.
El pasado domingo fue un gran día para el tenis español, medalla de plata para Carlos Alcaraz y bronce para el dobles de Sara Sorribes y Cristina Bucsa. La lógica diría que Alcaraz debería haberlo celebrado más que Sorribes y Bucsa, sin embargo, cuando uno veía la expresión facial de los tres deportistas de élite, ellas saborearon una victoria que sabía a oro y él una derrota que no valía una plata.
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