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Otoño de congresos, no de Congreso
Algunos de los principales partidos políticos de España se enfrentan a congresos orgánicos que decidirán los próximos liderazgos y las estrategias de los próximos años
El final de las vacaciones de verano marca el inicio del curso político que este año tendrá un otoño caliente en lo orgánico y no en lo institucional, precisamente, como consecuencia de lo primero. Algunos de los principales partidos políticos de España, fundamentales para la gobernabilidad del país, se enfrentan a congresos orgánicos que decidirán los próximos liderazgos y las estrategias de los próximos años. Sumar, Junts per Catalunya, Esquerra Republicana de Catalunya, ya han anunciado sus cónclaves para este próximo otoño, y previsiblemente, Podemos, PNV y PSOE también podrían celebrarlo antes de que acabe el año o durante el inicio del próximo, todavía no se han pronunciado. Esto quiere decir, que la actividad parlamentaria en el Congreso de los Diputados se verá cuasi paralizada, puesto que algunos de esos partidos deben decidir qué rumbo tomar y no está claro que sea en una línea continuista. Así pues, todas las miradas de este otoño de la política española estarán en los congresos de los partidos, no en el Congreso de los Diputados.
¿Sumar o qué?
Lo de Yolanda Díaz, considero que ya no se le puede llamar partido político, debe plantearse no solo su estrategia, sino su propia existencia. El debate en el seno de la coalición ya no es solo orgánico, sino de postulados, y para muestra, los diferentes posicionamientos sobre el acuerdo de financiación que alcanzó el PSOE con ERC y que necesita el concurso de todos los partidos que integran la coalición. Una vez Yolanda Díaz, ideóloga y facilitadora de Sumar, anunció que abandonaba su liderazgo, la coalición no tiene un referente claro, ni siquiera, la motivación de seguir existiendo como espacio nacional al margen de Podemos. Dentro del partido hay quien considera que se debe volver a unir todo el espacio, pero con marcas diferentes, otros que cada uno debe construir su marca autonómica y explorar acuerdos electorales a nivel nacional puntuales y otros que añoran una IU 4.0. El futuro no está nada claro, ni siquiera, que Díaz no se vuelva a poner al frente del espacio o que Podemos vuelva como partido alfa. Lo único que es evidente es que el debate será intenso y que mientras tanto se decida el futuro, el grupo parlamentario de Sumar sufrirá las mismas desavenencias que lo haga la estructura orgánica.
JxC, era post-Puigdemont
Los siete votos de JXC para investir a Pedro Sánchez continúan siendo fundamentales para la mayoría parlamentaria del Gobierno y aunque Salvador Illa ya sea president de Cataluña, el elefante sigue estando en la habituación de Moncloa. El partido de Puigdemont ahora debe decidir qué hacer sin él, porque el chicle de su liderazgo ya se ha estirado todo lo posible, y se rompió la goma el día que apareció en Barcelona para volverse a marchar. Los ilusionistas pueden engañar durante un tiempo, pero ese tiempo pasó y en el partido lo saben. Son diferentes facciones los que quieren alzarse con el timón de un artefacto político que se construyó para surfear el procés, pero que no está claro que pueda servir para navegar la política catalana. Ahora, la formación debe decidir quién pone al frente, si un perfil ex-CIU o alguien de nuevo cuño, pero sobre todo, debe decidir si quiere seguir haciendo valer sus siete votos en el Congreso, que es casi el único poder real que les queda o si prefieren hacer saltar por los aires la legislatura y probar suerte en otras elecciones. Decidan lo que decidan, no será hasta mediados de otoño, por lo tanto, el gobierno sabe que no podrá aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) hasta ver qué deciden los de Junts.
ERC, ¿Junqueras otra vez?
La pérdida de poder de ERC también los ha abocado a una nueva etapa, que aún está por definir. Durante el liderazgo de Junqueras se intentaron las dos vías posibles. Junto con Puigdemont, la independencia unilateral de Cataluña; ya sin Puigdemont, un gobierno en solitario pactista con la Moncloa que ha permitido pasar página al procés. Así que no está muy claro cuál será la vía elegida si Oriol Junqueras vuelve a hacerse con el partido otra vez. De momento, es el único que abiertamente ha mostrado su interés por volver a la primera línea política tras su paso por la prisión; sería el último de los líderes del procés en dejar paso a una nueva generación. De momento, el partido republicano ha sido uno de los más fieles socios del Gobierno progresista y plurinacional, con Gabriel Rufián como uno de los diputados más carismáticos del Congreso y más defensores del mal menor contra un posible pacto del PP y Vox. Sin embargo, la cuestión de fondo está ahí y es clara: el independentismo, electoralmente, vive mejor contra la ultraderecha recentralizadora.
PSOE, PNV y Podemos, sin muchos cambios
Estos tres partidos también deberán abordar sus procesos congresuales, sin embargo, en ninguno de ellos se atisba un cambio radical, como sí podría ocurrir con los anteriores. El PSOE deberá abordar debates relegados como el de la financiación autonómica, que ha abierto grietas en algunas federaciones. Sin embargo, el liderazgo de Pedro Sánchez no tiene alternativa y el presidente del gobierno incluso anunció sus ganas de volver a presentarse. Podemos tampoco tiene visos de elegir un nuevo liderazgo, pero sí debería matizar su estrategia política y su relación con el resto de partidos de su espacio electoral. No puede convertirse en la izquierda verdadera a golpe de criticar más a sus exaliados que a la derecha recentralizadora, machista y racista que está creciendo en España. Irene Montero demostró su tirón en las elecciones europeas y podría tener un papel fundamental en todo lo que ocurra en el espacio a la izquierda del PSOE si deciden tomar parte de ello, sin considerar que les pertenecen. En Euskadi, el PNV ha revalidado el gobierno de la mano del PSE, algo que garantiza la continuidad de la estrategia; sin embargo, la marcha de Andoni Ortuzar como líder orgánico indiscutible del partido, a buen seguro, abrirá una nueva etapa en la formación nacionalista.
Como publicó el pasado viernes Ana Belén Ramos en El Confidencial, el PP no tiene ni la más mínima intención de abrir el melón orgánico en el próximo año. Desde el 2017, los populares no han debatido sobre sus posicionamientos ideológicos, ni sobre su relación con Vox y ahora Alvise, que han ido sorteando por la vía de los hechos. Feijóo sabe que el partido no es monolítico y que Moreno Bonilla y Ayuso defienden postulados bien diferentes, imposibles de casar en una ponencia. Sin embargo, todo el partido parece tener clara una cosa: cuando necesitan a Vox para llegar al gobierno, no dudan en pactar todo tipo de políticas reaccionarias para conseguir el poder. El mismo viernes, Javier Caraballo, publicaba en El Confidencial que al PP le faltaba punch en la oposición y que las declaraciones contra el gobierno resultaban insuficientes para acorralarle. Un Congreso político podría organizar la estrategia en ese sentido, pero Feijóo prefiere la estrategia Rajoy de no abrir cajones que no se puedan volver a cerrar.
En definitiva, mientras que el bloque del gobierno se encamina a un otoño de alto voltaje interno, en la oposición, Vox y PP, estarán volcados en las instituciones. Como casi todos los partidos socios del PSOE están abiertos en canal, parece poco probable que se puedan aprobar los PGE o la ley orgánica para la financiación singular para Cataluña. Así que este otoño, esperen muchos congresos y poco Congreso.
El final de las vacaciones de verano marca el inicio del curso político que este año tendrá un otoño caliente en lo orgánico y no en lo institucional, precisamente, como consecuencia de lo primero. Algunos de los principales partidos políticos de España, fundamentales para la gobernabilidad del país, se enfrentan a congresos orgánicos que decidirán los próximos liderazgos y las estrategias de los próximos años. Sumar, Junts per Catalunya, Esquerra Republicana de Catalunya, ya han anunciado sus cónclaves para este próximo otoño, y previsiblemente, Podemos, PNV y PSOE también podrían celebrarlo antes de que acabe el año o durante el inicio del próximo, todavía no se han pronunciado. Esto quiere decir, que la actividad parlamentaria en el Congreso de los Diputados se verá cuasi paralizada, puesto que algunos de esos partidos deben decidir qué rumbo tomar y no está claro que sea en una línea continuista. Así pues, todas las miradas de este otoño de la política española estarán en los congresos de los partidos, no en el Congreso de los Diputados.
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