Es noticia
La decadente elegancia del Incosol
  1. España
  2. Tinta de Verano
Agustín Rivera

Tinta de Verano

Por

La decadente elegancia del Incosol

En sus desayunos, no muy lejos de la sala Camilo José Cela, ‘comulgan’ jeques árabes, ‘fontaneros’ de la Casa Blanca y empresarios como Pepe Hidalgo. El

Foto: La decadente elegancia del Incosol
La decadente elegancia del Incosol

En sus desayunos, no muy lejos de la sala Camilo José Cela, ‘comulgan’ jeques árabes, ‘fontaneros’ de la Casa Blanca y empresarios como Pepe Hidalgo. El hotel Incosol, fachada de la Marbella de postín que pide su silla, jamás ha sido rentable. No lo puede ser cuando el 70% de los gastos se destina a la mano de obra. Su primer dueño, el por unos cuantos añorado financiero Ignacio Coca, se pegó un tiro el 26 de junio de 1986. El Incosol lo controla ahora la cadena gaditana Jale Hoteles. El presidente se llama José López Esteras y sufre un concurso de acreedores en su división inmobiliaria. Clientes habituales y futuros del hotel cinco estrellas: aún no se preocupen. Este verano no cerrará. Ni presumiblemente el siguiente. El futuro sólo lo saben los dioses de la Sierra Blanca.

Al Incosol se llega tras dejar la salida Torre Real de la N-340. Hay que sortear un laberinto de cruces y de casas con garajes blindados que guardan todoterrenos y Jaguars verde oscuro. El martes por la tarde señoras de sesenta años que parecían de cincuenta y caballeros de alegre figura bebían copas de vino tinto y algún refresco. Venían para escuchar a un ex comunista reconvertido en neoliberal. Ramón Tamames.

El catedrático-gurú quiere explicar en 50 minutos cómo huir de la crisis. Se trata de una conferencia a plazos, por capítulos (este es el segundo), que imparte desde invierno en el Incosol. La  próxima cita, en otoño. “Aquí vine hace un par de años para quitarme unos kilos. Adelgacé, pero no mucho. ¡Hay tentaciones irresistibles!”, suelta Tamames, que le da exactamente igual impartir una conferencia “en Marbella, Sanlúcar o Laredo”. Y avisa para suspicaces: “No repito nada. Esto hay que prepararlo a conciencia”. Si vuelvo, lo comprobaré.

Al fondo, con gafas negras, pantalones vaqueros desaliñados y camisa de manga larga informal, aparece José Luis Gutiérrez. ‘Guti’, último director del Auténtico Diario 16, ahora editor de Leer, quiere escuchar la versión Tamames del apocalipsis económico. La charla (“Él dice lo que nosotros sólo nos atrevemos a decir en privado”, apunta López Esteras) casi arranca con un diálogo, muy aplaudido por JLG. Zapatero y el conferenciante a plazos el pasado 12 de febrero en Madrid:

-          Presidente, tiene que convocar unos Pactos de la Moncloa.

-          No os enteráis. Vamos a ser los primeros en salir de la crisis.

Antonio Sierra, abogado, oyente de Torremolinos, prolífico en Protagonistas de Luis del Olmo, quiere saber más sobre los paraísos fiscales. No le dejan preguntar en público. Hablo con el director del hotel, José Manuel Pérez. La clientela extranjera se está borrando. Más del 70% de los que se alojan son españoles. Uno lleva viviendo aquí tres años y medio. La habitación media cuesta 180 euros al día. Incosol presume de contar con siete piscinas. También que se educa al cliente para que cambie sus hábitos alimenticios. La competencia de la implacable Clínica Buchinger, que suele acoger cada año a Mario Vargas Llosa, y donde el ayuno es la base. Actúan estos días en el hotel Olga Ramos hija, cupletista como su madre, y Felipe Campuzano, que algún día fue el Richard Clayderman hispano. Ramos y Campuzano dibujan el estilo Incosol.

El coloquio se improvisa en una mesa redonda tras una conversación con David, un inteligente pediatra argentino de Mar del Plata y Julia, una bilbaína rehabladora y muy negociante. La madrugada ya avanza y Tamames es optimista: “Si el CIS vuelve a certificar la caída del PSOE en intención de votos, es posible que Zapatero cambie de estrategia”. Creo que el dueño del hotel también apuntó la frase. Incosol parece estar orgulloso de su decadente elegancia. Todo estaba listo para que sonara My way de Sinatra.

En sus desayunos, no muy lejos de la sala Camilo José Cela, ‘comulgan’ jeques árabes, ‘fontaneros’ de la Casa Blanca y empresarios como Pepe Hidalgo. El hotel Incosol, fachada de la Marbella de postín que pide su silla, jamás ha sido rentable. No lo puede ser cuando el 70% de los gastos se destina a la mano de obra. Su primer dueño, el por unos cuantos añorado financiero Ignacio Coca, se pegó un tiro el 26 de junio de 1986. El Incosol lo controla ahora la cadena gaditana Jale Hoteles. El presidente se llama José López Esteras y sufre un concurso de acreedores en su división inmobiliaria. Clientes habituales y futuros del hotel cinco estrellas: aún no se preocupen. Este verano no cerrará. Ni presumiblemente el siguiente. El futuro sólo lo saben los dioses de la Sierra Blanca.