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Javier Checa, el gay del mambo de Torremolinos
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Agustín Rivera

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Javier Checa, el gay del mambo de Torremolinos

La expresión “este tío es un personaje” se convierte aquí en realidad cuasicientífica. “Cuando me muera, escribe por favor mi obituario”, suelta al periodista tras hora

Foto: Javier Checa, el gay del mambo de Torremolinos
Javier Checa, el gay del mambo de Torremolinos

La expresión “este tío es un personaje” se convierte aquí en realidad cuasicientífica. “Cuando me muera, escribe por favor mi obituario”, suelta al periodista tras hora y media de encuentro en una oscura sala de juntas. Javier Checa fue editor (entre 1999 y 2004) del difunto Diario Málaga-Costa del Sol, empresario (exitoso) de un programa de televisión porno (El gran polvo en Capital TV), ex alcalde interruptus (14 meses, tras sufrir un moción de censura) de Torredonjimeno (Jaén) y pequeño hotelero (La Posada de Lorca, tres años).

A Checa, en constante parto de ideas, se le conoce en la Costa del Sol por impulsar un festival de baile retro en Torremolinos, donde reside desde finales de los ochenta tras una década en Francia. “París es mi ciudad de amarre”, declara. Ahora sólo piensa en el universo gay. Él lo es. “Con un año y medio mi madre sabía que iba ser muy mariquita”, confirma entre risas este empresario que siempre piensa “a largo plazo, como si las cosas duraran toda la vida, como si no hubiera muerte”, aunque ya piense en el autor de su necrológica.

Gasta 54 años, ligero acento jienense, ojos azules y un tembleque en las manos que se percibe al apurar el enésimo Red Bull del día (se toma unos diez por jornada) o tras pasar páginas en su iPad adquirido en Nueva York. Quiere hablar de la Expo Gay que organizará entre el 15 y 18 de octubre. Espera la llegada de 35.000 personas. La monta porque ve negocio. “Torremolinos siempre ha sido un icono gay”.

Los gays reinan en la pionera localidad turística en la zona de Pueblo Blanco y La Nogalera. La oficina de Checa/Chueca (supongo que no le importaría que confundan su apellido con el barrio madrileño) no está en territorio homosexual, sino en la calle Río Mesa, una zona de edificios desgarbados y, siendo generoso, muy lejos de la elegancia arquitectónica. En su empresa trabajan 300 personas, el 90% mujeres. No parece el mejor entorno de trabajo posible (su plantilla sufre los altibajos emocionales de Checa), aunque las extravagancias del dueño también ofrecen alguna desternillante nota de color.

Tardes de “delirios creativos”

Explota al máximo el brainstorming (“ese método lo aprendí en Estados Unidos, cuando viví en Los Ángeles”) y está seguro que “de gilipolleces se obtienen grandes ideas”. Lo intenta demostrar: pincha canciones y sus empleados obedecen la orden festiva del jefe: bailan encima de las mesas. “Son tardes de delirios creativos”. Los días difíciles, abundantes, confirman, se cabrea ante el supuesto escaso rendimiento del equipo comercial. Y les ordena dar vueltas alrededor del edificio. Algunos incluso agradecen el castigo. Al menos se mantienen en forma.

El conglomerado de empresas que posee se focaliza en lo gay hasta exprimir al máximo este segmento de mercado (“no gueto”, aclara). En 2008 creó reservagays.com. Ahora prepara perfumes, zapatillas, tabaco y hasta lotería gay. El imperio del arco iris. Tiene dinero. Y lo invierte en lo que cree. O le apasiona. La última Checada suena a independentista: quiere fundar un estado gay. Con bandera y hasta himno. También matiza: “No haré Eurodisney con lo gay”.

A Checa le preocupa que el 33% de los adolescentes gays se suicide o que se obvie que a Federico García Lorca lo mataron, además de por sus ideas, por su condición homosexual. “No entiendo cómo la familia de Lorca siempre lo ha intentando ocultar”. Recuerda un reciente debate en la ETB vasca. Una señora le recriminó en directo que los gays eran más promiscuos que los heteros. “¿Sabes qué contesté? En España hay más clubes de alterne que gasolineras; no necesitamos la prostitución, somos más sanos que los heterosexuales. Sufrimos un lobby anti-gay muy fuerte”.

El empresario se casó el 30 de junio de 2006 con Cristophe Le Glanic, su compañero desde hace más de dos décadas. Fue el primer concejal andaluz (conservaba el acta por el Ayuntamiento de Torredonjimeno) que aprovechó la ley de matrimonio homosexual. Tienen dos hijos siameses adoptados, de 23 años, de origen vietnamita. No se dedican a los negocios. Uno de ellos trabaja en televisión, pero no se dedica al porno.

Porno con humor

Checa sí se dedicó al sexo duro en la caja idiota a finales de los noventa. En una tele local de Málaga creó El gran polvo. Vendió los derechos al Channel Four de Reino Unido. “Pasaba igual que en Gran Hermano, cuando follaban, follaban”. La chispa, argumenta, era el humor. Los alemanes, “dioses del X en todo el mundo, no saben hacer reír”. Calienta la conversación: “Una peli porno te crea muchos complejos. Si no se te sube la bandera… Lo emitíamos de 12 a 4 de la madrugada. Es lo que tiene la juventud…”. Añora el “divino tesoro” de Rubén Darío: “Ahora me siento mayor”.

Su etapa como alcalde (ganó con el 57% de los votos) no pasó desapercibida. En su pueblo las cifras de víctimas por malos tratos se habían disparado: 140. Se le ocurrió dictar una especie de ley marcial. Dictó un bando estableciendo el jueves como día de las mujeres para que salieran de noche a divertirse. Los hombres tendrían que quedarse en casa cuidando del hogar y los hijos. Si un varón salía a la calle, cinco euros de multa.

Una moción de censura abortó su mandato. IU le acusó de presunta malversación de fondos por desvío de dinero municipal a empresas controladas por él mediante contratos publicitarios. “No tragué con proposiciones, saqué a Izquierda Unida de la Alcaldía [el alcalde destronado fue Miguel Anguita, 24 años en el poder]... Soy partido del sistema político francés, con segunda vuelta para gobernar de modo estable”. “Quieren que vuelvan, me adoran”, resalta orgulloso. Luego propina, en su línea, un palo a los políticos, ya sea del puño y la rosa o de la gaviota: “No saben hacer soñar”.

Agoniza la conversación. Apura el Red-Bull. Apaga el iPpad. Me enseña su oficina, llena de teleoperadoras. Se despide queriendo saber la fecha de publicación de esta Tinta. No estoy tan seguro que ahora siga deseando que escriba su obituario. Salgo a la calle y no veo a ningún comercial corriendo por el edificio. Quizá esta tarde sea de las creativas.  

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La expresión “este tío es un personaje” se convierte aquí en realidad cuasicientífica. “Cuando me muera, escribe por favor mi obituario”, suelta al periodista tras hora y media de encuentro en una oscura sala de juntas. Javier Checa fue editor (entre 1999 y 2004) del difunto Diario Málaga-Costa del Sol, empresario (exitoso) de un programa de televisión porno (El gran polvo en Capital TV), ex alcalde interruptus (14 meses, tras sufrir un moción de censura) de Torredonjimeno (Jaén) y pequeño hotelero (La Posada de Lorca, tres años).