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Blair, Brown, Bambi y otros personajes de cuento
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Blair, Brown, Bambi y otros personajes de cuento

En su libro sobre Margaret Thatcher Maggie. Su fatal legado. El veterano periodista político, John Sergeant, al referirse a una entrevista con Tony Blair en 2002,

En su libro sobre Margaret Thatcher Maggie. Su fatal legado. El veterano periodista político, John Sergeant, al referirse a una entrevista con Tony Blair en 2002, comparte con el lector una reflexión: “…Es difícil entender cómo se le pudo haber comparado con Bambi”. El pasado domingo, con motivo del relevo al frente del partido laborista, su heredero, Gordon Brown -del que se dice que se tiene muy estudiados los traspasos de poder ocurridos en Gran Bretaña desde el final de la Segunda Guerra Mundial-, insistió en la necesidad de propiciar un cambio sin ruptura y dejó entrever que, durante un tiempo, ‘Flash Gordon’ conducirá su nave intentando evitar choques con su predecesor.

En su discurso de aceptación de la dirección de los destinos de los laboristas, frente a un decorado compuesto exclusivamente por una enorme proyección de la bandera británica –los laboristas británicos y los socialistas franceses tienen estas rarezas-, Brown se refirió hasta en siete ocasiones a la “necesidad de afrontar el desafío del cambio”.

De momento, no ha tirado ni de carisma ni de programa. Ya sea cediendo al temor reverencial o intentando hacer del vicio virtud, frente al encanto y las grandes visiones, ha empezado agarrado a lo micro: colegios, precio de los pisos –a cuyos niveles es difícil que pueda sustraerse quien ha sido ministro de economía durante diez años- y becas. En política exterior, sólo ha mencionado la necesidad de enfrentarse al terrorismo islamista combinando instrumentos militares con otros que conquisten las mentes y los corazones. Pocas o ninguna referencia a la cumbre europea del fin de semana. Prudente, muy prudente. A lo John Major: a partir de ahora, menos teatro y más sentido común. Un gobierno más cercano a la gente.

Sin embargo, para ganar no es suficiente con demostrar que no es Blair. Dado que, ya superada la bronca entre tories euroescépticos y eurófilos, de momento, no parece que en la oposición haya ningún tema con el que hacerse el harakiri y dado que la resaca post-Thatcher parece concluida, si los conservadores han encontrado su propio Blair en David Cameron, tras una década de políticas conservadoras, Brown tendrá difícil construir su singularidad. No está claro que vayan a bastar unos guiños a unos cuantos colectivos, algunos de los cuales deben sus actuales dificultades a los efectos colaterales de los años del tándem Blair-Brown.

En todo caso, lo primero es lo primero y la principal amenaza para la sostenibilidad de Brown es el propio Blair. Al primero le vendría muy bien que Tony encuentre un trabajo pronto, que ocupe el tiempo y a ser posible que se enrede en problemas que lo desgasten (preferiblemente alguna tarea imposible en la UE u Oriente Medio. En todo caso, nada de fundaciones o Think Tanks). Sin embargo, no va a ser fácil con Bambi, el mismo que se salvó del incendio del bosque, el que aunque perdió a su madre y a su amigo Gobo, lo aprendió todo del príncipe del bosque.

Bambi no es cosa de niños. Su autor Félix Salten (el judío húngaro Siegmund Salzmann) creó un personaje dotado de mucha de su propia versatilidad y capacidad para reinventarse. No en vano, él fue un antinaturalista que rompió con sus compañeros en respuesta a sus críticas, que saltó a la fama por su emotivo obituario dedicado a Emile Zola padre del naturalismo francés, que escribió pornografía en forma de memorias de una prostituta vienesa, o que trabajó en cine con Billy Wilder sin dejar por ello, más adelante, de vender los derechos de Bambi a Disney por mil dólares.

Cuando se estrenó la película en Estados Unidos en 1942, hacía más de seis años que los nazis habían prohibido la novela. Bambi es un libro subversivo, con personajes que viven en un mundo en el que los hombres son peligrosos. Se trata de un libro que trata de supervivencia, de ingenio, de aprendizaje, de cambios, de relaciones simbióticas y de retiradas a tiempo.

Otra vez puede que el Bambi inglés haya huido del bosque cuando hay peligro de incendio o justo antes de que se inicie la cacería. Contra lo que puedan pensar Sergeant y José Bono, ni el Bambi de la novela es un ser indefenso ni el que deja Downing St. esta semana es, en modo alguno, un “gilipollas integral”.

* Isaac Martín Barbero es abogado y economista.

En su libro sobre Margaret Thatcher Maggie. Su fatal legado. El veterano periodista político, John Sergeant, al referirse a una entrevista con Tony Blair en 2002, comparte con el lector una reflexión: “…Es difícil entender cómo se le pudo haber comparado con Bambi”. El pasado domingo, con motivo del relevo al frente del partido laborista, su heredero, Gordon Brown -del que se dice que se tiene muy estudiados los traspasos de poder ocurridos en Gran Bretaña desde el final de la Segunda Guerra Mundial-, insistió en la necesidad de propiciar un cambio sin ruptura y dejó entrever que, durante un tiempo, ‘Flash Gordon’ conducirá su nave intentando evitar choques con su predecesor.

Tony Blair