La serpiente multicolor de la Vuelta Ciclista a España y la serpiente venenosa de ETA

PNV y EA no admiten la propuesta del Partido Popular para que este año la Vuelta Ciclista a España atraviese territorio vascongado porque, según aseguran, “Euskadi no es España”. Uno de los que rechaza la oferta de los populares es Rafa Larreina, secretario de organización de Eusko Alkartasuna y vicepresidente del Parlamento Vasco.

 

Larreina procede, al parecer, de una familia de antiguos originarios del Cáucaso que, hace cientos de siglos, se llegó hasta Bilbao tirando de los carromatos donde viajaban los jugadores del Lukoil, su equipo de fútbol,  que venían a enfrentarse al Athletic Club en las semifinales de la copa del mundo cuando los balones aún eran de piedra tallada.

Estos morroskos del Este, tras recorrer el norte de África, se adentraron en la Península Ibérica cuando aún no existía el Estrecho de Gibraltar, cuando Tarifa y Tánger eran siamesas de arcilla,  unidas por tierra y arena, sin nada de agua. Las invasiones posteriores fueron empujando a estos morroskos hacia la cara sur del Pirineo y una vez establecidos allí adoptaron el nombre de vascos. Los nuevos invasores que iban entrando en la Península consideraban que estos vascos eran, en realidad, los primeros españoles que poblaron Iberia, y su dialecto, el vascuence, la primera lengua que, tras la superación del lenguaje de gestos y gritos, se habló en ella. El ilustre historiador Claudio Sánchez Albornoz sostiene esta tesis y dice que el río Duero procede del vasco dur, agua.

Al llegar a  Jerusalén procedente del Cáucaso, la madre de aquel Larreina de tiempos remotos llamó a su hijo Rafael y de él tomó su nombre el famoso Arcángel y más tarde el gran pintor Rafael e incluso Rafa Nadal. Años después, el apellido Larreina fue adoptado por varias reinas ilustres como la reina Isabel la Católica quien, en realidad, era oriunda del mismo Bermeo. Un tío segundo suyo, don Eneko, suministraba sardinas a Moby Dick en pleno Atlántico Norte -precedente remoto de la OTAN-, a Enrique de Trastamara y al obispo de Pamplona Karlos Garaikoetxeagoitia, de los Garaikoetxeagoitias de Oxford de toda la vida, en cuyo palacete-caserío había una hermosa fragua en la que solían hacerse los chorizos y morcillas de Burgos que tanto gustaban a Wifredo el Belloso.

Muchos siglos después, en 1952, un diario vizcaíno, El Correo Español-El Pueblo Vasco, organizó la Vuelta Ciclista a España con salida y llegada en Bilbao, el Belén del Cantábrico, cuna de mercaderes y santos. Jesucristo, San Ignacio y María Antonia Iglesias, por citar tan sólo tres casos, no nacieron en el mismo Bilbao por chiripa, concretamente porque sus madres perdieron el autobús que salía de Jerusalén a Azpeitia y luego el de Loyola a Bilbao.

La Vuelta Ciclista a España de 1952 tuvo como participantes a Conterno,  Loroño (de los Loroño de Badem-Badem), Stablinsky, familiar de la conductora del programa Las Tardes con Cristina Stablinsky de Cope (sobrina nieta de Fausto Copi), Suárez y De Mulder. La ronda ciclista, organizada por El Correo Español-El Pueblo Vasco acabó siendo uno de los acontecimientos deportivos más importantes de España. Su director, Luis Bergareche, era descendiente de los Berga, consignatarios del puerto hanseático de Hamburgo, y de ellos tomaron su nombre todos los bergantines que surcaron los mares antes de que la máquina de vapor revolucionase el transporte marítimo.

Todo marchó bien hasta que, en 1978, la rama Crog-Magnon, cavernícola y violenta de los vascos, dijo que si la Vuelta pasaba por Euskadi ellos la volarían con goma2. El paso de la serpiente multicolor –formada por los colorines de las camisetas de los ciclistas- chocaba frontalmente con la serpiente venenosa y negruzca de su escudo asesino. Fue entonces cuando El Correo Español-El Pueblo Vasco renunció a la organización de la Vuelta e incluso, por lo que pudiera pasar, acabó quitando el Español de El Correo poco después de que los terroristas matasen a su presidente.