Es noticia
El PSOE en su laberinto
  1. España
  2. Tribuna
Susi Dennison

Tribuna

Por

El PSOE en su laberinto

Las  elecciones regionales de Galicia y País Vasco tienen, como denominador común, el hartazgo de los ciudadanos con las políticas centrífugas y estériles que vienen dominando

Las  elecciones regionales de Galicia y País Vasco tienen, como denominador común, el hartazgo de los ciudadanos con las políticas centrífugas y estériles que vienen dominando la política española de los últimos decenios. Un lujo o divertimento que ha sido posible por la abundancia de recursos públicos procedentes de la UE y del modelo especulativo de la economía española: los nacionalistas y sus émulos han sacado pingüe partido de una situación histórica excepcional, muy generosa con sus planteamientos y poco dispuesta a preservar los valores de la igualdad y la democracia en libertad. Hemos vivido la sublimación del discurso reaccionario del aldeanismo frente al horizonte abierto de la tolerancia y el pluralismo, que son las señas de identidad de la democracia. Pero la crisis económica, profundísima, y la escasez que ello acarrea nos ha devuelto abruptamente a la realidad: la estructura jurídico-constitucional de España resulta insostenible y es hora de echar el freno para, a continuación, poner remedio a los males que nos agobian.

 

El retroceso de las opciones nacionalistas en estas elecciones no es nuevo, aunque esta vez ha sido más plástico: hace años que viene ocurriendo, pero el establishment del régimen de la transición ha hecho oídos sordos a los mensajes ciudadanos, porque el neofeudalismo de la política española venía siendo muy provechoso para unas clases dirigentes que habían descubierto las bondades de unos presupuestos públicos que permitían el clientelismo de los poderes locales y regionales. Nada nuevo en la política española, aunque algunos, ingenuamente, pensábamos que aquellas prácticas habían sido superadas. No ha sido así y ahora nos enfrentamos a un problema colosal, cuya referencia es la aventura que se pretende iniciar en el País Vasco al grito de Patxi Lehendakari, ¡casi nada!

El tal grito o slogan parece muy loable, si respondiera a una política general de reconsideración de la política española, de la que es parte importante la relativa al País Vasco. Porque, en mi opinión, carecería de sentido pretender que el País Vasco es una burbuja aislada del resto de la nación, en la que se puede iniciar un experimento de laboratorio para comprobar si resulta practicable restaurar los preceptos constitucionales en un territorio en el que hace décadas que han sido ignorados con la arrogancia del poder nacionalista. También en otros lugares de España, dicho sea de paso.

No todo se reduce a obtener una mayoría en un parlamento regional para conformar un gobierno, que puede ser muy bienintencionado: si ese gobierno, por razones obvias, no nace apoyado por la energía y claridad de ideas del Gobierno de la nación, el de Madrid, sostenido, si fuera el caso, por los votos del otro partido constitucional, el PP, al que se le piden en el País Vasco, el ensayo resultaría un fiasco para quienes, de buena fe, crean que se puede dar un giro copernicano a la política española solo en una de sus regiones, por muy emblemática e importante que sea.

La crisis española es lo suficientemente seria y profunda -más de 150.000 parados mensuales con desplome de la actividad y de los ingresos públicos- como para permitirnos la liviandad en el tratamiento de los problemas  que afectan al Estado: él es el garante de la libertad y de la igualdad y está obligado a recuperar el papel que ha abandonado en los tiempos del becerro de oro de la economía española. Por eso, como en toda empresa que se precie, tendrá que empezar por reconsiderar su costosísima estructura, para concentrar los esfuerzos y los costes en beneficio de una política de saneamiento general que, si se explica, tendrá la aprobación de la opinión pública.

No es fácil romper la tela de araña y las inercias de las décadas pasadas. Si lo fuera, alguien, con visión de futuro, lo habría hecho en tiempos de bonanza. Pero, como dice el viejo refrán “a la fuerza ahorcan”, los tiempos lo exigen, si queremos que España mantenga dignamente su libertad y un mínimo bienestar. Ese es el reto que tiene ante sí el partido gobernante, el PSOE, que no puede despachar con el grito fácil de “Patxi lehendakari” si no pone todo su empeño, con el concurso del PP, en ofrecer a España un horizonte de esperanza. Otra cosa será como ladrar a la luna.

Las  elecciones regionales de Galicia y País Vasco tienen, como denominador común, el hartazgo de los ciudadanos con las políticas centrífugas y estériles que vienen dominando la política española de los últimos decenios. Un lujo o divertimento que ha sido posible por la abundancia de recursos públicos procedentes de la UE y del modelo especulativo de la economía española: los nacionalistas y sus émulos han sacado pingüe partido de una situación histórica excepcional, muy generosa con sus planteamientos y poco dispuesta a preservar los valores de la igualdad y la democracia en libertad. Hemos vivido la sublimación del discurso reaccionario del aldeanismo frente al horizonte abierto de la tolerancia y el pluralismo, que son las señas de identidad de la democracia. Pero la crisis económica, profundísima, y la escasez que ello acarrea nos ha devuelto abruptamente a la realidad: la estructura jurídico-constitucional de España resulta insostenible y es hora de echar el freno para, a continuación, poner remedio a los males que nos agobian.

PNV Nacionalismo