Es noticia
Del idealismo verde a una industria de futuro
  1. España
  2. Tribuna
El Confidencial

Tribuna

Por

Del idealismo verde a una industria de futuro

Las energías renovables levantan pasiones. En España, como en otros países desarrollados, se ven acompañadas de una carga emocional e ideológica, que hace que sean amadas

Las energías renovables levantan pasiones. En España, como en otros países desarrollados, se ven acompañadas de una carga emocional e ideológica, que hace que sean amadas sin ambages o rechazadas de plano. Pero, más allá de estos ardores, merece la pena hacer una reflexión, examinándolas de forma desapasionada, analizando las razones que las han impulsado y dedicando unos minutos, a pensar de lo que nos pueden ofrecer. 

Para entender la presencia de las renovables, sugiero empezar por un cambio de aceite al coche. Todos entendemos que hay que pagar un determinado precio por este servicio. Este precio, además de cubrir todos los costes y remunerar a las personas que trabajan en el taller, también incorpora el coste de recoger y tratar el aceite usado. Por fortuna, tirarlo a la alcantarilla ya no es una opción admisible. Por supuesto, nadie le dice al mecánico qué parte del precio no se va pagar, que sólo se va a satisfacer el coste del aceite. Esto es así porque la regulación ha hecho que los agentes que intervienen en la transacción acepten que el precio retribuye todos los costes, incluso el evitar un daño ambiental. Otra cosa es que nos parezca o no caro.

Si ahora abandonamos el taller y nos trasladamos al ámbito de la energía, las cosas son, sin embargo, diferentes. El hecho de emitir CO2 a la atmósfera -equivalente a verter aceite usado al alcantarillado- hasta hace bien poco no estaba valorado por la sociedad ni tampoco reflejado en la regulación. Pero recientemente nos hemos dado cuenta de dos cuestiones: por un lado hemos corroborado los efectos negativos de las emisiones de gases de efecto invernadero (hay un abrumador consenso sobre este asunto), y por otro, hemos visto que el impacto medioambiental derivado de la producción de energía con combustibles fósiles no está adecuadamente contemplado en el mecanismo de formación de precios.

La solución definitiva a este problema en el funcionamiento del mercado sería la internalización de estos costes. Esto sucederá cuando las emisiones tengan precio y éste sea suficiente para, o bien neutralizar sus efectos (aún no sabemos cómo), o bien para sustituir la energía sucia por otra limpia.

Por otro lado, desde un punto de vista comercial, las renovables llevan poco tiempo entre nosotros, apenas 20 años, comparados con los más de 100 de las energías convencionales. Esto significa que la tecnología avanzará en la reducción de los costes de producción. Pero la realidad es que, a día de hoy, las tecnologías renovables no pueden competir en igualdad de condiciones en el mercado. Esto hace que, mientras continúa mejorando la situación relativa de las renovables y hasta que se iguale el precio de la energía al coste marginal social de su producción, será necesaria la existencia de sistemas de apoyo económico para las renovables. Y eso es, precisamente, lo que la legislación y la regulación española han sabido reconocer. Y recientemente también la europea y la norteamericana.

Mimbres para el cesto de nuestra economía

En un momento de crisis, y lo que es peor, de fatiga de nuestro modelo de crecimiento, España debe pensar lo que, desde la óptica económica, quiere y puede ser. Es necesario reflexionar sobre cuáles son nuestros activos como país. La sociedad civil debe entender la realidad de la economía globalizada, que registra una presión competitiva creciente. ¿Podemos, o mejor, queremos estar en la competición de costes a la baja frente a países menos desarrollados? ¿Nos satisface la ecuación de bajos salarios, bajo valor añadido, alto volumen de producción? Pensando en nuestro reciente patrón económico, ¿Cuánto tiempo necesita nuestra economía para absorber el crecimiento del PIB durante años almacenado en forma de viviendas vacías?

Además de estas cuestiones, debemos tener presentes elementos relativamente nuevos, como la preservación del medioambiente, que, como se mencionaba antes, van introduciéndose en los mecanismos de creación de valor. Las alternativas de un modelo económico que genere riqueza para los 46 millones largos de habitantes en España son limitadas, por lo que es imprescindible usar nuestras opciones de forma inteligente, como hemos hecho en el caso de las renovables.

En España tenemos una industria renovable que pocos pueden mostrar. Las multinacionales españolas están a la cabeza de todos los rankings globales. Se están expandiendo por todo el mundo, y hoy vemos empresas españolas instalándose en los principales mercados mundiales, algo que pocas veces hemos visto en nuestra historia económica. Y en casa se han convertido en uno de los sectores industriales más pujantes y competitivos, cada vez más avanzado tecnológicamente, que limita en más de 5 puntos nuestra elevada dependencia energética, que evita un deterioro adicional de más de 4.500 millones de euros de nuestra estructuralmente débil balanza de pagos, que emplea ya más de 200.000 personas y que es capaz de registrar un crecimiento anual del entorno del 20% en medio de una crisis que trasciende lo puramente económico.

*Carlos Gascó es economista de Iberdrola Renovables

Las energías renovables levantan pasiones. En España, como en otros países desarrollados, se ven acompañadas de una carga emocional e ideológica, que hace que sean amadas sin ambages o rechazadas de plano. Pero, más allá de estos ardores, merece la pena hacer una reflexión, examinándolas de forma desapasionada, analizando las razones que las han impulsado y dedicando unos minutos, a pensar de lo que nos pueden ofrecer.