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El ‘imperialismo bolivariano’ conmueve el continente americano
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El ‘imperialismo bolivariano’ conmueve el continente americano

Caracas es una ciudad en la que se producen ocho homicidios diarios y donde escasean el azúcar, el arroz y la leche. Pero Caracas es también

Caracas es una ciudad en la que se producen ocho homicidios diarios y donde escasean el azúcar, el arroz y la leche. Pero Caracas es también la sede de un emperador republicano que está tratando de conquistar las Américas. Desde su llegada a la presidencia en 1998, después de fracasar en un golpe de Estado, el teniente coronel Hugo Chávez ha tenido dos objetivos: asentar su poder en Venezuela mediante un régimen populista en el que la oposición es tolerada y difundir su ideología socialista.

 

Chávez se considera el sucesor de Simón Bolívar y pretende triunfar donde éste fracasó: en la unión de la América que se extiende al sur de Estados Unidos. Su obsesión con Bolívar es tal que el militar desparrama el nombre de su modelo por el país e incluso el espacio. Así, la nueva denominación de Venezuela es República Bolivariana de Venezuela y desde 2008 orbita en torno a la Tierra el satélite Simón Bolívar, manejado por la Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales. El proyecto político que ha puesto en marcha Chávez recibe el nombre Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA en acrónimo.

Para pagar sus planes, Chávez dispone de mares de petróleo. Los cálculos no son exactos, pues el Gobierno venezolano y la empresa pública PDVSA ofrecen unos datos rechazados por el sector, de modo que la producción oscila entre un mínimo de 2,1 millones de barriles diarios y un máximo de 3 millones. La caída del precio del barril, que ha pasado de 147 dólares en julio a 32 dólares en diciembre y ahora ronda los 70, no han frenado las aventuras de Chávez.

Como los imperialismos que nacieron en el siglo XIX, el bolivariano no busca la anexión de territorio, sino el control de la política y los recursos del país satélite. En estos años, al ALBA se han unido los presidentes de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Honduras, junto con varias pequeñas islas caribeñas. A cambio de su adhesión, los países reciben envíos de petróleo, tractores, maquinaria, técnicos y asesores militares, en el estilo soviético. Chávez, que considera a Fidel Castro un mentor, envía desde el año 2000 docenas de miles de barriles a Cuba; según PDVSA, en 2008 los suministros ascendieron a 115.000 barriles diarios, que el régimen comunista de los Castro paga en parte con médicos, enfermeras, maestros y otro tipo de asesores. Estas subvenciones acarrean a Venezuela los mismos desastres que a la Unión Soviética (pérdida de divisas, de ingresos y de personal cualificado), pero la revolución bolivariana está por encima de los presupuestos y de las necesidades populares.

El Israel de Latinoamérica

Pese a que uno de los lemas de Chávez es la defensa de la soberanía e independencia de Venezuela, él no vacila en vulnerar las soberanías ajenas, tanto las de sus aliados como las de sus adversarios. En Argentina los jueces están investigando envíos de dinero en maletines por Chávez a los Kirchner y en Perú el Gobierno de Alan García ha acusado a las cerca de 200 Casas del ALBA (centros de propaganda y formación) abiertas en el país de azuzar huelgas y protestas.

El principal objetivo del imperialismo bolivariano es Colombia, dirigida por el liberal Álvaro Uribe. Si en las elecciones presidenciales de 2010 este país cayese en el ALBA, habría una continuidad territorial entre Venezuela y Ecuador, se resucitaría la Gran Colombia de Bolívar y, además, el canal de Panamá quedaría a disparo de Kalashnikov. Chávez ha intervenido a favor del grupo narcoterrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y ha tratado de que otros países lo reconozcan como fuerza beligerante. Con su lengua suelta, ha calificado a Uribe triste peón del imperio norteamericano”. Las negociaciones en desarrollo entre Bogotá y Washington para recolocar en Colombia los militares y la logística que saldrán de la base de Manta (Ecuador) antes de fin de año han disparado las amenazas de los tenores del ALBA contra Uribe, al que acusan de convertir a Colombia en “el Israel de Latinoamérica”.

Sin embargo, no es probable que la crisis con Colombia concluya en un enfrentamiento militar, porque las Fuerzas Armadas colombianas son las mejores del Caribe, como demostraron en el rescate de Ingrid Betancourt y en varias operaciones militares en la selva ecuatoriana y en la misma Venezuela contra las FARC.

El mayor foco de tensión se encuentra ahora mismo en Honduras, porque se trata del único país del ALBA en el que parte de la sociedad se ha rebelado contra el presidente adherido al bolivarianismo. Un mal ejemplo que podría reproducirse en cualquier otro punto. Por eso Chávez está dispuesto a encender incluso una guerra civil en Honduras y para ello ha puesto todos los medios: el avión en el que Zelaya penetró en Honduras a principios de julio era de matrícula venezolana y lo pilotaba un militar de este país.

¿Dónde invertir?

¿Cómo afecta este nuevo imperialismo a las empresas españolas que quieran invertir en Iberoamérica o que ya se encuentren en la región? Uno de los nombres que recibe este movimiento es el del socialismo del siglo XXI. En todos los países donde triunfa, se suceden las nacionalizaciones con irrupción de militares en las refinerías y los estudios de televisión. Pero en Venezuela, que es la república más rica y donde más tiempo lleva aplicándose, el socialismo del siglo XXI no ha conducido a una economía estatal o planificada, sino intervenida; se mantiene gran parte de la actividad privada, que es la única que puede abastecer a la población, mientras que el Gobierno se apodera de los sectores más sensibles, los que más ingresos aportan y los que pueden dar voz a la oposición: recursos naturales, comunicaciones, finanzas… Y los pone al servicio del populismo gubernamental, con precios políticos, crédito fácil y propaganda.

Al sur de México los países se dividen en dos categorías: aquéllos en los que predomina la economía de mercado y existe la seguridad jurídica, como Chile, Perú, Colombia, Brasil, Panamá y Uruguay, y otros donde reinan la arbitrariedad y el intervencionismo, como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Nicaragua. Los empresarios que crean que en este segundo grupo de naciones hay oportunidades de negocio deben estar preparados para cualquier susto, incluso para perder sus inversiones, y ser el sospechoso habitual del Gobierno respectivo. Al menos están avisados.

Caracas es una ciudad en la que se producen ocho homicidios diarios y donde escasean el azúcar, el arroz y la leche. Pero Caracas es también la sede de un emperador republicano que está tratando de conquistar las Américas. Desde su llegada a la presidencia en 1998, después de fracasar en un golpe de Estado, el teniente coronel Hugo Chávez ha tenido dos objetivos: asentar su poder en Venezuela mediante un régimen populista en el que la oposición es tolerada y difundir su ideología socialista.

Hugo Chávez