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¿Y si Rajoy lanza un órdago y elude el rescate con la salida de España del euro?
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¿Y si Rajoy lanza un órdago y elude el rescate con la salida de España del euro?

La suerte está echada. Alemania ha lanzado la moneda al aire. Cara, el euro se salva; cruz, retorna el marco o, en su defecto, Berlín firma

La suerte está echada. Alemania ha lanzado la moneda al aire. Cara, el euro se salva; cruz, retorna el marco o, en su defecto, Berlín firma la defunción de alguna o varias de las economías periféricas como socios monetarios. Así de contundente se muestra el mercado ante los negros augurios de junio, que presagian un largo e infernal verano a la zona sísmica del euro, con España como claro epicentro financiero… pero también  político. Hasta el punto de que algún que otro analista recomienda al Gobierno de Rajoy, más que acudir al rescate, abandonar, motu proprio, la divisa europea.

Una alternativa con la que la consultora Strategy Economics, cree que España daría un golpe de efecto a los mercados, cambiaría el paso de la inflexible Alemania de Angela Merkel, enterraría, de un plumazo, los estridentes tambores de guerra que inversores extranjeros y políticos europeos hacen sonar siempre en los prolegómenos de toda intervención y, además, desbrozaría con rapidez la senda del crecimiento perdido. En esencia, porque el retorno de la peseta, con una devaluación implícita de calado, no impediría llamar a las puertas crediticias del FMI y Europa, pero amortiguaría la caída del PIB, incentivaría su despegue e inyectaría dosis considerables de competitividad.  

Los expertos de Strategy Econmics señalan seis ventajas a favor de esta maniobra que supondría que España antecedería a Grecia como pionero en coger la puerta de salida del euro. Incluso antes de la nueva convocatoria de elecciones en el país heleno, el 17 de junio. Porque la urgencia “ha pasado a ser España”, cuya economía “va de mal en peor”, con una nueva recesión aún más profunda que la primera y un desempleo desbocado; la prima de riesgo y, sobre todo, los intereses de los bonos en el 6,45%, el nivel más alto desde el inicio de la crisis, y una crisis bancaria que “siempre sucede a cualquier estallido de una burbuja inmobiliaria”, todavía por calibrar, “y el caso español no será una excepción” a esta regla, precisan. 

Seis toros de lidia, seis

El debate sobre la vuelta de la peseta ya ha comenzado en los círculos económicos más elitistas y en los análisis del mercado. En definitiva -concluyen-, “España podría ser la primera nación en solicitar su salida como un paso, además, lógico y coherente”

El primero de los argumentos para que España diga adiós a sus socios monetarios es que su economía es “demasiado grande para ser rescatada”. En el supuesto de que se produzca el credit-crunch en Grecia, con un PIB de 230.000 millones de euros, con un Gobierno, el que pueda emerger de las urnas, pro-europeo, la factura sería del 10%. “Migajas” -aclaran- para el fondo de rescate de la UE que podría engordar si, por el contrario, los griegos se decantan por un Ejecutivo que rechace la intervención; sobre todo si trae consigo maniobras para recuperar el dracma. Pero insuficiente para salvar una economía como la española, que supera el billón de euros.

La segunda premisa es que la sociedad española ya está cansada de tanta austeridad. No sólo por los indignados del 15-M, sino por las manifestaciones que han recorrido las grandes ciudades incluso antes de que realmente entraran en vigor, y porque, de cerrarse en banda en su intención de no saltar del barco del euro, Rajoy condenaría a un país “poco preparado” para ello a “muchos años de penurias”. La tercera es que, a diferencia de Grecia, la economía real española tiene una base sólida, con un ratio de exportación del 26% en la actualidad, similar al de Reino Unido, Francia o Italia. Su único problema ha sido “la venenosa píldora inmobiliaria” que generó el euro, por lo que “España no tiene motivo alguno para temer un futuro próspero” fuera del espacio monetario. La cuarta de las razones que arguyen es la fortaleza política de España. En opinión de esta consultora, España no tiene la carga estratégica de otros socios. Como Grecia, que utiliza a Europa para ejercer influencia frente a Turquía; Estonia, contra Rusia; Irlanda para separar sus asuntos de la esfera británica e incluso Alemania, para la que el euro supone una ruptura con su sombrío pasado o Francia, que acostumbra a usar su eje con Berlín para erigirse en el primus inter pares del resto de las potencias medias que configuran la eurozona. Pero España, en cambio -afirma el informe-, “está en condiciones de tomar esa decisión tan sólo por la encrucijada de si el euro funciona o no, y ahora claramente no le reporta beneficios a su economía”.

La quinta y sexta píldoras de este recetario entran más en el ámbito socio-cultural. Si bien, contiene indudables efectos económicos y políticos directos. España -señalan los expertos de esta consultora- “tiene horizontes más amplios” que Europa, en alusión a los lazos con Latinoamérica, área donde se ha fraguado la visión global de las empresas hispanas y en la que “puede acceder a mayores oportunidades” que las que ofrece un Viejo Continente en crisis sistémica aguda. Por último, alertan de que el debate sobre la vuelta de la peseta ya ha comenzado en los círculos económicos más elitistas y, por supuesto, en los análisis del mercado. En definitiva -concluyen-, “España podría ser la primera nación en solicitar su salida como un paso, además, lógico y coherente”.

La táctica de Rajoy

Sin embargo, el Ejecutivo español no contempla este escenario. Más bien al contrario. Incluso la estrategia puesta en liza por Mariano Rajoy para consolidar la presencia de España en el euro puede dar sus frutos. La aparente ambivalencia de la reacción oficial -un rescate “no sería el apocalipsis”, por un lado, y la reivindicación de una autoridad fiscal europea con control centralizado de los presupuestos nacionales, por otro- es del agrado de Berlín, que ha exigido a Madrid más ajustes a cambio de dar legalidad al uso del fondo de rescate para recapitalizar el sector bancario español y que ve en la cesión de soberanía económica y monetaria que oferta Rajoy un aval para estudiar la opción del eurobono; el as en la manga de París a la que se opone Merkel pero que cada vez cuanta con más partidarios entre los líderes europeos y en el hemiciclo del Bundestag.

Sin descartar, claro está, que España se vea abocada a pedir la intervención soberana -es decir, el rescate del país-, opción que también contempla Alemania y en el que podría estar trabajando expertos del FMI que mantienen hilo directo y constante con las autoridades económicas españolas. Sobre todo, después de la fuga de capitales por valor de 66.200 millones de euros, en abril, y a la incógnita que subyace en torno al éxito de la determinante emisión de deuda española del próximo jueves, con la prima de riesgo por encima de los 500 puntos.

El plan para transformar Europa, que tejen esta semana Alemania y la Comisión Europea, tendrá en cuenta, a buen seguro, las tesis de austeridad alemanas si se decide dotar a ciertas autoridades europeas del poder de intervenir bancos en problemas o de fiscalizar las cuentas públicas nacionales

Puede ser la última carta que Berlín permita jugar a España. Thomas Mayer, analista de Deutsche Bank, que mantiene la defensa alemana de la austeridad como un paso previo e ineludible, junto a las reformas estructurales, para atraer crecimiento y restaurar la confianza, incide en las diferencias entre Italia y España para justificar la postura férrea de Merkel hacia Rajoy.

Mientras el primer ministro italiano, Mario Monti -explica este analista-, “ha sido capaz de enfatizar a los mercados los puntos fuertes de Italia y, al mismo tiempo, restar importancia a la debilidad de la economía”, el presidente español “no ha sido convincente, ni a la hora de aclarar los motivos del descontrol del déficit heredado por el Ejecutivo de Zapatero, ni de eliminar los temores sobre el sistema financiero, sobre los créditos inmobiliarios de la banca o sobre la prolongada atonía del sector constructor”.

En su opinión, las agendas reformistas de España e Italia “van por buen camino”, pero “tendrán que tomar más ritmo, al igual que en Francia –apunta- si Europa desea restablecer la sostenibilidad fiscal y la estabilidad financiera y ganar competitividad externa”. El plan para transformar Europa, que tejen esta semana Alemania y la Comisión Europea, con la supervisión de François Hollandè, de cara a la cita del Consejo Europeo de este mes si el euro “sobrevive estas semanas”, como alerta el titular de Economía, Luis de Guindos, tendrá en cuenta, a buen seguro, las tesis de austeridad alemanas si se decide dotar a ciertas autoridades europeas, como parece, del poder de intervenir bancos en problemas o de fiscalizar las cuentas públicas nacionales. Desde luego, antes de concretar medidas de impulso económico.

Más Europa o se rompe la baraja

La unión fiscal que apoya Rajoy y por la que suspira Merkel es la alternativa a los cinco escenarios que Ed Parker, analista de la agencia de calificación FitchRating describe para la eurozona a corto plazo. El primero, la salida de Grecia; que la conduciría a la suspensión de pagos y a la quita de su deuda, con rebaja de ratings a Chipre, el nuevo enfermo de Europa, Irlanda, Italia, Portugal y, por supuesto, España, volatilidades bursátiles severas, riesgo de contagio a bancos, tensiones inusitadas en los mercados de bonos y fugas masivas de capitales.

El segundo, una unidad cuasi fiscal, base esencial para los eurobonos que cubriría un nivel de endeudamiento del 60% del PIB conjunto de los socios monetarios y que mantendría la triple A o, en su defecto, bajaría a AA. El tercero sería la creación del euromarco, la vuelta a la divisa germana a la que se adherirían socios sanos de la unión y que, tras el shock inicial, se convertiría en una moneda fuerte capaz de gestionar la deuda de su órbita de influencia. Un cuarto, los Estados Unidos de Europa; es decir, desempolvar el viejo proyecto de unidad política. Y, en último término, la desintegración abrupta de la eurozona, con la quiebra de las naciones más débiles y la consiguiente re-donominación de deudas soberanas, con las consiguientes monedas devaluadas al uso, de los pasivos bancarios, de las restricciones de depósitos y controles de capital, impactos sobre las deudas corporativas y sobre sus balances y cuantiosos efectos colaterales, desde recesiones a presiones inflacionistas, inestabilidades sociales, y cambios contractuales con pérdida de seguridad jurídica.  

La suerte está echada. Alemania ha lanzado la moneda al aire. Cara, el euro se salva; cruz, retorna el marco o, en su defecto, Berlín firma la defunción de alguna o varias de las economías periféricas como socios monetarios. Así de contundente se muestra el mercado ante los negros augurios de junio, que presagian un largo e infernal verano a la zona sísmica del euro, con España como claro epicentro financiero… pero también  político. Hasta el punto de que algún que otro analista recomienda al Gobierno de Rajoy, más que acudir al rescate, abandonar, motu proprio, la divisa europea.

Mariano Rajoy