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En el año de Teresa de Jesús (y tal vez de Podemos)
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En el año de Teresa de Jesús (y tal vez de Podemos)

Cada época ordena y reordena un sistema de valores, y tarde o temprano la expresión literaria y artística, por no decir religiosa, política y cultural en

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Cada época ordena y reordena un sistema de valores, y tarde o temprano la expresión literaria y artística, por no decir religiosa, política y cultural en general, recogen este devenir axiológico. Los ennoblecen o denuestan, racionalizándolos y cargándolos de contenido emocional; interactúan con ellos, y encumbran a personas y grupos singulares a quienes se atribuye representar los valores emergentes y ser signos de ese tiempo.

En 2015 se conmemora el quinto centenario del nacimiento en Ávila de santa Teresa de Jesús (1515-1582), reformadora religiosa de valores, líder carismática de organizaciones, y prolífica escritora. Gran comunicadora ante todo: se ha estimado que, además de su abultada obra literaria, pudo escribir alrededor de 20.000 cartas, una auténtica proeza en tiempos preinformáticos. Teresa de Jesús marcó su época y pronto se convirtió en un icono popular. A su muerte el mundo aristocrático influyente, el clero, y el pueblo llano, pugnaron por las reliquias de la ya santa por aclamación: parte de su cuerpo fue despedazado y distribuido por la cristiandad y, tras muchos avatares, acabó siendo sepultado en Alba de Tormes, donde quiso la casa de Alba.

Teresa es hija de tiempos recios, como acostumbraba decir, y su pensamiento, coherente con el giro reformista de Trento, apunta a un retorno a la pureza de los orígenes, a la sobriedad y simplicidad vital de los fundadores de la Orden del Carmen: los eremitas medievales que moraban en las cuevas del monte Carmelo, en Palestina. 2015 puede ser también el año del ascenso democrático al poder de la formación política Podemos, una organización que, como Teresa, es hija de tiempos difíciles, procesos sociales de reordenación de valores, y del sentimiento que impele a la necesidad de volver a la pureza de los orígenes.

Mientras Teresa de Jesús fundaba monasterios de descalzos (o sea, profesos de pobreza), vigilada estrechamente por el Santo Oficio, y con la hostilidad frontal de la facción de religiosos calzados, el joven Miguel de Cervantes conocía mundo enrolado en los ejércitos reales. Estas aventuras fraguaron en el futuro escritor un profundo conocimiento de la naturaleza humana y de los valores imperantes en una sociedad corrompida por el egoísmo. En el s. XV Maquiavelo sugirió la necesidad del Príncipe de ser temido para ser respetado. Un siglo después Teresa de Jesús aconsejaba a las prioras de los conventos reformados que procurasen ser amadas para ser obedecidas.

La obra cervantina recogerá, ya en el s. XVII, una vuelta implícita a Maquiavelo ante la escéptica desconfianza de una moral que bien refleja enEl casamiento engañoso y coloquio de los perros, publicada en 1613: “Vi que dos pastores asieron un carnero de los mejores del aprisco, y lo mataron, de manera que verdaderamente pareció a la mañana que había sido su verdugo el lobo. Pasméme, quedé suspenso cuando vi que los pastores eran los lobos, y que despedazaban el ganado los mismos que lo habían de guardar.” La España teresiana caminaba hacia la quiebra, entre el enriquecimiento y el lujo de sus élites, y las picardías de los humildes. En el XVII, la España deEl Quijotees ya un imperio en decadencia, que dejó de brillar como potencia mundial ante el ascenso comercial, político y militar de Inglaterra y los Países Bajos.

Salvando muchas distancias, la actualidad parece un atavismo descriptivo de la época de Teresa de Jesús. Para empezar, se vivió y se vive una grave crisis económica con la impresión, para muchos, de que había y hay una excesiva concentración de poder en manos de algo así como una casta, responsable directa de la crisis. En el s. XVI se asiste a un prolongado y sin parangón período inflacionista que empobreció a las clases populares mientras que los ricos se hacían más ricos jugando a las finanzas. A esto se añade al avance exponencial de la deuda pública, la desinversión de las actividades productivas, una elevada presión fiscal, la bancarrota del Estado en 1557, y dos dramáticas consecuencias añadidas: el crecimiento de la pobreza y la emigración.

En los tiempos de Teresa eran los hidalgos, católicos y castellanos viejos, el soporte de una casta aristocrática gobernante, apoderada y privilegiada, que hoy diríamos corrupta. Como explica el historiador hispanista John H. Elliott: “Una reducida y cerrada clase de cristianos viejos de mentalidad tradicionalista y que estaban firmemente decididos a constreñir al país dentro de los estrechos límites de unas convenciones que ellos mismos habían definido.”

Teresa se opuso a los valores de esa minoría endogámica, y especialmente a su expresión social en la moral de la honra, que ella consideraba una farsa. No en vano, en las Constituciones que redactó para regular la vida interna de los monasterios Teresa dejó claro que ninguna de las monjas había de llamarse señora o doña, independientemente de su origen social, económico o genealógico, y que precisamente las prioras, dirigentes de los conventos, habían de dar ejemplo realizando los trabajos más corrientes e indeseados.

La joven formación política Podemos habla cinco siglos después de la existencia de una casta hipócrita cuyos valores, materialistas y decadentes, sustentan la corrupción y la prebenda, y en sus expresiones de rechazo abrazan un igualitarismo que propugna suprimir los privilegios de los grupos dominantes, entre los que mencionan el tráfico de influencias y el escaqueo fiscal. Quieren, como aconsejaba Teresa, llegar al poder siendo amados para ser respetados, al menos por esa mayoría indignada y arrepentida de haber confiado en una élite institucional hoy deslegitimada.

Teresa de Jesús optó por monasterios de pobreza, en sintonía con la situación mayoritaria del pueblo. La vuelta a los orígenes en este caso se expresa rechazando el lujo y el boato de la moral de la honra, y liderando un proyecto centrado en la comunidad, con el valor fundamental de la cohesión del grupo para una misión reformista sin ambages.

El proyecto político de Podemos contiene unas trazas semejantes, aunque habrá de demostrarse con hechos, si es que logra poder hacerlo. La ejecutoria de Teresa levantó ampollas y conflictos, pero sobrevive en nuestros días e inspira los valores de muchas gentes, católicas y no católicas. Está por ver si la reordenación de los valores a la que estamos asistiendo nos devuelve a Maquiavelo y la cínica resignación cervantina o, por el contrario, asistiremos a la eclosión de un reformismo radical en el año de la “inquieta y andariega” Teresa de Jesús, y tal vez de Podemos.

*José Luis Herranz Guillén es economista y analista social evolutivo

Cada época ordena y reordena un sistema de valores, y tarde o temprano la expresión literaria y artística, por no decir religiosa, política y cultural en general, recogen este devenir axiológico. Los ennoblecen o denuestan, racionalizándolos y cargándolos de contenido emocional; interactúan con ellos, y encumbran a personas y grupos singulares a quienes se atribuye representar los valores emergentes y ser signos de ese tiempo.