Es noticia
La democracia sucia: el dinero y los partidos
  1. España
  2. Tribuna
Tribuna EC5

Tribuna

Por

La democracia sucia: el dinero y los partidos

Sin embargo, hace unos meses la 'amenaza Podemos' era la obsesión del dinero. Y el dinero es el principal agente político en un doble sentido: es prácticamente imposible hacer política sin dinero

Foto: Imagen del Congreso de los Diputados. (EFE)
Imagen del Congreso de los Diputados. (EFE)

La política es una actividad y también un estado de ánimo, ambos muy inestables. El pasado día 14, el Partido Popular vivió un auténtico 'miércoles negro' con la desautorización de la Comisión Europea a sus Presupuestos Generales del Estado, la entrevista de Montoro, la dimisión de Quiroga y el portazo de Álvarez de Toledo.

Del optimismo a la más atroz melancolía en cuestión de horas. 'Sic transit gloria mundi!'. Todos han pasado y pasarán por situaciones similares. Más allá de sus diferencias, los partidos políticos son organismos sociales que responden a las situaciones según leyes humanas universales: balsas de aceite cuando todo va bien y tempestades cuando todo está en peligro.

Incluso los emergentes cuyo impulso es la novedad comprueban pronto que esa energía es fugaz. Podemos, que comenzó como un astro ascendente de al parecer imposible frenado, prueba ahora la amarga caída de las elecciones catalanas. Donde, por cierto, se ha vuelto a demostrar que la agregación de siglas no siempre suma, sino que también resta.

Sin embargo, hace unos meses la 'amenaza Podemos' era la obsesión del dinero. Y el dinero es el principal agente político en un doble sentido: es prácticamente imposible hacer política sin dinero (para tener una comunicación que permita llegar a los votantes, por ejemplo), y el dinero, es decir, el verdadero poder económico, es también el principal agente político.

El dinero manda

La crisis ha concentrado el poder económico en aún menos manos, y por tanto el dinero es aún más poderoso que antes: los bancos ya no tienen que competir con cajas que hundieron sus socios políticos y sindicales. Añadamos las energéticas, Telefónica y alguna más, y tenemos el cuadro del auténtico poder político en España, una democracia de esqueleto oligárquico. Los grandes grupos de comunicación, agentes políticos fundamentales, están en manos de los bancos que han financiado sus enormes deudas. En estas circunstancias, ¿puede alguien esperar una información política neutral de los medios que 'informan' al 85% de la gente?

Roures dio la ocasión de lucirse no a los herederos de su mentor Zapatero, sino a Pablo Iglesias y su grupito neocomunista de profesores iluminados

Y el dinero estaba preocupado por la deriva política de la crisis. PP y PSOE sufrían sangrías de prestigio y votos que hacían probables los pronósticos de fin del bipartidismo; el nacionalismo catalán, inmerso en la secesión; aparecían nuevos partidos descontrolados; crecían movimientos de protesta tipo 15-M y mareas ciudadanas. Se temió que finalmente fueran estos movimientos de indignación y descontento, antisistema y anticapitalistas, los que acabaran imponiéndose si conseguían articularse como partido político.

Paradojas de la vida, ese partido antisistema existía porque lo había creado el duopolio televisivo tan bien relacionado con el dinero y la política. Las teles de Roures dieron la ocasión de lucirse no a los herederos de su mentor Zapatero, sino a Pablo Iglesias y su grupito neocomunista de profesores iluminados (y financiados) por el chavismo. Daban bien en pantalla. Pablo Iglesias, entrenado en La Tuerka, reinaba en el vacuo guirigay en que esas televisiones han convertido los 'debates políticos'. Subían la audiencia y por tanto los ingresos publicitarios, que monopolizan tras el regalo de Zapatero.

Ello no escapó a la perspicaz mirada de Arriola y su equipo, que vio en el incipiente Podemos la oportunidad de debilitar al PSOE e IU. Por tanto, el PP pidió y obtuvo de Planeta que Podemos también fuera estrella política de sus teles. Con la crisis al rojo vivo y horas de populismo en 'prime time', el regalado ascenso de Podemos parecía imparable. Cuando saltaron las alarmas, ya era tarde. Por enésima vez en la historia, el dinero había creado un Frankenstein amenazador.

Un Podemos de derechas

Pero el bipartidismo estaba tan debilitado que ya no bastaba con frenar a Podemos y mandarlo a la irrelevancia (misión para los mismos medios que le dieron vida): había que buscar una salida a PP y PSOE. Era necesario crear un partido que pareciera nuevo, simpático y atractivo, para refuerzo y socio, o eventual sustituto, de PP y PSOE. Y que respecto a Cataluña y el modelo económico (capitalismo de amiguetes) tuviera las cosas claras: que cambiaran lo menos posible. El cambio debía limitarse a caras y siglas. Como resumió Isidre Fainé, “necesitamos un Podemos de derechas”. Populismo a favor de la banca.

Para las empresas el único problema político era que gobernara Podemos, algo posible según las encuestas

A finales de febrero de 2015 fui invitado a un desayuno con una docena de medianos empresarios de Madrid. El encuentro fue cordial, como tantos otros, pero pronto quedó claro que para las empresas el único problema político era que gobernara Podemos, algo posible según las encuestas. Ni la corrupción, la mala gestión o el separatismo les preocupaban tanto. También quedó claro que el dinero ya había decidido: el Podemos de derechas era Albert Rivera, generosamente financiado (¿legalmente?), y el futuro de UPyD era aceptar someternos y mandar a casa a la "incontrolable" Rosa Díez (en palabras de otro urdidor de mangoneos, Ramón Tamames). Exactamente lo mismo que llevaban diciéndonos meses atrás la inmensa mayoría de los medios de comunicación, de 'El Mundo' y 'El País' a los regionales de Vocento, en reuniones personales o en editoriales, columnas y tertulias.

Y así, desde mayo de 2013, no hubo un día sin ataques, ninguneos ni traiciones internas de apoyos sobrevenidos de Rivera (normalmente, los más ditirámbicos antes con Rosa Díez). En cierto momento bastaba con que un afiliado acusara de “falta de democracia interna” a UPyD -fuera tránsfuga o expedientado por turbios manejos- para tener garantizadas las portadas y entrevistas, siempre denigratorias para el partido y elogiosas para ellos, que se nos negaban al resto. Ahora muchos de ellos medran y colocan parientes en el Podemos de derechas.

La gran ventaja de estas operaciones de acoso y derribo es que no parecen creíbles. Las niegan quienes participan en ellas, se despachan como “conspiranoia” y repugnan a la buena gente normal y desinformada que no sabe que vive en un mundo tan podrido. Solo el tiempo las pone al descubierto. Entre tanto, la democracia degenera en oligarquía. Pero por fortuna, ni las intrigas salen siempre bien ni pueden impedir que los ciudadanos informados voten con libertad y elijan la decencia y no la intriga del dinero. Esa es la esperanza. No hay otra, y yo creo en la libertad de los ciudadanos.

* Carlos Martínez Gorriarán es portavoz adjunto UPyD en el Congreso de los Diputados.

La política es una actividad y también un estado de ánimo, ambos muy inestables. El pasado día 14, el Partido Popular vivió un auténtico 'miércoles negro' con la desautorización de la Comisión Europea a sus Presupuestos Generales del Estado, la entrevista de Montoro, la dimisión de Quiroga y el portazo de Álvarez de Toledo.

Izquierda Unida Democracia