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Torquemada hipotecario

El mercado vuelve a estar que arde y también las hipotecas: admitámoslo, todos queremos ser dueños de nuestra casa. 'Lo de la firma' es solo un trámite antes de poder celebrar ser propietarios

Foto: Foto: Corbis.
Foto: Corbis.

Qué rápido hemos olvidado que el modelo hipotecario español ha logrado que más de tres cuartas partes de la población duerman cada noche bajo un techo de su propiedad. Muchos cuestionan, ahora, si es la mejor vía de acceso a la vivienda; si, quizá, como en otros países de nuestro entorno, no sería mejor pagar por el uso, no por la propiedad, esto es, alquilar. Lo que no es debatible es que en España 'la casa propia' es lo que siempre quisieron nuestros padres para nosotros y nosotros deseamos para nuestros hijos.

Y ya, casi sin solución de continuidad (pim, pam, pum), ahora resulta que las hipotecas son una especie de estafa masiva, un contubernio hipnotizador por el que la gente no era consciente de querer comprar hasta que el banco les habría obligado a firmar un contrato cuyos términos jamás podrían llegar a comprender pese a haberlos negociado con su entidad, oferta vinculante mediante, y firmado ante el notario, quien leyó y explicó los detalles del acuerdo. Si el Poder Judicial es un reflejo de la sociedad, también ha de serlo cuando se mira en el espejo del populismo, como no es difícil de comprobar.

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Para las entidades, el tsunami judicial no afecta tanto a los resultados como al cuestionamiento del sistema de garantías que ha permitido, como decía, que casi todo el que quiera ser propietario pueda serlo. No va de eso: ante las sentencias en su contra, los bancos, no se dude, sabrán manejarse para ajustar la estructura de su margen financiero; a quienes afectará el populismo judicial es a los propios interesados en suscribir una hipoteca, a quienes se les abre un panorama incierto por la inseguridad jurídica a que se enfrenta la banca como mero intermediario entre las personas que depositan su dinero y quienes lo reciben prestado.

Por eso, no termino de entender esa ingenua creencia de que los varapalos judiciales a los bancos pueden facilitar el acceso al crédito. Al revés: como primera consecuencia de las incertidumbres judiciales, las hipotecas en España han dejado de ser las más baratas de la zona euro. No creo que debamos sorprendernos.

Ante las sentencias en su contra, los bancos, no se dude, sabrán manejarse para ajustar la estructura de su margen financiero

Lo curioso es que, pese a tanta vicisitud, el mercado inmobiliario está (de nuevo) que arde y, claro, también las hipotecas: admitámoslo, todos queremos ser dueños de nuestra casa, y 'lo de la firma' es solo un trámite antes de poder celebrar el ser propietarios; esta es la pura verdad. Como antes de las cláusulas suelo, como antes de todo lo demás que ahora se erige ante las entidades como un auto de fe judicial, un Torquemada hipotecario que resquebraja los cimientos mismos del edificio de la garantía real; una frívola minucia, al parecer de más que muchas sentencias.

Y, si no puedo pagar, la culpa, por supuesto, es del banco; como también se achaca a una suerte de usura sobrenatural que las tasaciones sobre las que se establecieron valoraciones hipotecarias ya no sirvan y exijamos al banco que no nos cobre la hipoteca. Así estamos.

Ahora resulta que las hipotecas son una especie de estafa masiva en la que el banco habría obligado al cliente a firmar un contrato que no entendía

Y hay, con todo, un elemento que no se está considerando de manera suficiente: que las salvaguardas hipotecarias son la garantía de estabilidad del conjunto del sistema financiero. Yo, como cliente de un banco, no me fiaría ni un pelo de mi banco si mi banco no hace todo lo posible por ser solvente. Al fin y al cabo, ellos son los que guardan mi dinero, y luego lo prestan. Así que, como cliente, quiero que el prestatario devuelva su préstamo, que es mi dinero.

¿Quién depositaría sus ahorros en una entidad que no protege los intereses de sus depositantes? ¿Es que acaso hemos olvidado que el negocio bancario se basa en la confianza de quienes delegan la custodia de su dinero a la entidad? ¿Es que los depositantes, los ahorradores, no son 'la gente'?

Luego está la cosa notarial. También al notario se quiere culpar de todo esto de las hipotecas. Aquí todos son culpables menos quien pidió un préstamo hipotecario. En mi opinión, al notario hay que ir llorado, peleado y negociado con el banco. La firma de la hipoteca no es el escenario en el que negociar las condiciones, es el acto en el que la fe pública otorga validez jurídica a un acuerdo previo entre cliente y entidad bancaria. Y si no se tiene claro lo que se va a firmar, es mejor asesorarse antes.

Yo me ofrezco a quien lo necesite. Palabra de honor.

*Luis Javaloyes es CEO de Agencia Negociadora de Productos Bancarios.

Qué rápido hemos olvidado que el modelo hipotecario español ha logrado que más de tres cuartas partes de la población duerman cada noche bajo un techo de su propiedad. Muchos cuestionan, ahora, si es la mejor vía de acceso a la vivienda; si, quizá, como en otros países de nuestro entorno, no sería mejor pagar por el uso, no por la propiedad, esto es, alquilar. Lo que no es debatible es que en España 'la casa propia' es lo que siempre quisieron nuestros padres para nosotros y nosotros deseamos para nuestros hijos.