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Reducción del daño del tabaquismo, entre la prevención y la cesación
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Reducción del daño del tabaquismo, entre la prevención y la cesación

Una nueva estrategia se centra en motivar a los fumadores a consumir nicotina en una forma de bajo riesgo y reducir la exposición a las toxinas del humo. Una medida controvertida

Foto: Un hombre fuma un cigarrillo. (EFE)
Un hombre fuma un cigarrillo. (EFE)

El tabaquismo constituye en nuestros días uno de los mayores problemas de salud pública, al ser la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Aunque la prevalencia del tabaquismo ha disminuido en muchos países desarrollados, en el mundo continúan fumando más de 1.000 millones de personas.

Numerosos fumadores desean e intentan dejar el hábito, sin embargo, los índices de abandono a largo plazo siguen siendo muy bajos. Las políticas públicas de control del tabaco recomendadas por la Organización Mundial de la Salud están propiciando un descenso medio anual de entre el 0,5 y el 1% en la prevalencia de tabaquismo en los países desarrollados, aunque la mortalidad relacionada sigue siendo elevada.

Dada la carga de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, se necesitan nuevas estrategias para reducir sus daños asociados. Aunque es importante seguir motivando y ayudar a las personas a dejar de fumar, parece razonable buscar otras formas de reducir los perjuicios del tabaco como estrategia complementaria para mejorar la salud de los fumadores.

El Colegio de Médicos del Reino Unido recomienda promover el uso de nuevos dispositivos con nicotina como alternativa al consumo de tabaco

Las estrategias de reducción del daño se centran en motivar a los fumadores a consumir nicotina en una forma de bajo riesgo y reducir la exposición a las toxinas del humo del tabaco de forma considerable. La implementación de estas políticas en el tabaquismo es un tema controvertido: una de las principales preocupaciones es que esta medida pueda suponer un obstáculo para el abandono y pueda convertirse en un atractivo para iniciarse en el hábito, o el riesgo de que los exfumadores sufran una recaída al creer que los riesgos son aceptables.

Esta posición se opone a la expresada por otros expertos en salud pública que, tras revisar la evidencia disponible y realizar un análisis de los riesgos sobre los beneficios, abogan por la puesta en práctica de políticas de reducción de los efectos nocivos del tabaco como medida complementaria a otras estrategias del control del tabaquismo.

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Olvida el tabaco de una vez. (iStock)

En este sentido, tal vez la más conocida sea la expresada por el Real Colegio de Médicos del Reino Unido que, en interés de la salud pública, recomienda promover lo más ampliamente posible el uso de nuevos dispositivos con nicotina como alternativa al consumo de tabaco, por considerar que: 1) no constituyen una forma de inicio al hábito, al estar su uso limitado casi exclusivamente a fumadores previos; 2) no existen pruebas de que supongan una forma de inicio al tabaquismo; 3) contribuyen a que muchos fumadores intenten dejar el tabaco; 4) representan un riesgo para la salud sustancialmente inferior al del tabaco, y 5) se considera que, con una regulación adecuada, cuentan con un gran potencial para contribuir favorablemente a la prevención del tabaquismo y sus enfermedades asociadas.

Hay otros ejemplos, como el nuevo marco de control del tabaco de la FDA o la evaluación que está realizando el Instituto de Salud Pública de Noruega para considerar la reducción del daño como un elemento estratégico en el control del tabaquismo. Así, la aparición de los sistemas electrónicos de liberación de nicotina mediante calentamiento ha generado grandes expectativas sobre su utilidad como medio para reducir los riesgos asociados al hábito de fumar.

En España, la comercialización de los nuevos productos de tabaco de potencial riesgo reducido se contempla más como una amenaza que como una oportunidad. Recientemente, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, con el fin de promover la salud de la ciudadanía y prevenir las enfermedades asociadas al consumo de tabaco, ha advertido de la existencia de riesgos para la salud en el uso de los productos de tabaco por calentamiento (sin combustión) y de los dispositivos susceptibles de liberación de nicotina (cigarrillos electrónicos) y, por tanto, aconseja no consumir ninguno de estos productos.

Los médicos se plantearán cada vez más la conveniencia (y el dilema ético) de recomendar el uso de los nuevos dispositivos del mercado

La mayor parte de los profesionales no ponen en duda que los productos de tabaco de riesgo potencial reducido podrían ayudar a algunas personas a conseguir el abandono o a reducir los riesgos para la salud derivados de fumar tabaco.

La evidencia disponible apoya que los nuevos dispositivos tienen el potencial de lograr importantes beneficios para la salud pública mediante la reducción de la exposición a los componentes tóxicos del humo del tabaco y minimizando los daños ocasionados por el hábito de fumar. En la práctica clínica, los médicos se plantearán cada vez más la conveniencia (y el dilema ético) de recomendar su uso —o proporcionar información basada en la evidencia disponible que permita realizar una decisión informada— a aquellos pacientes que no consigan abandonar el hábito o deseen reducir los riesgos para la salud producidos por el tabaco.

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*José María Recalde es exdirector del Centro Andaluz de Documentación e Información de Medicamentos (Cadime), exdirector de la Agencia de Evaluación de Tecnología Sanitaria de Andalucía, consultor del Plan Andaluz de Salud y consultor temporal de la Organización Mundial de la Salud en Información de Medicamentos

El tabaquismo constituye en nuestros días uno de los mayores problemas de salud pública, al ser la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Aunque la prevalencia del tabaquismo ha disminuido en muchos países desarrollados, en el mundo continúan fumando más de 1.000 millones de personas.

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