Es noticia
Si una violación hizo caer a un rey, ¿por qué no a un ministro?
  1. España
  2. Tribuna
Javier Goizueta

Tribuna

Por

Si una violación hizo caer a un rey, ¿por qué no a un ministro?

La sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra del 26 de abril sigue levantando polémica; no menos que las palabras del ministro de Justicia pronunciándose al respecto

Foto: Concentración de jueces y fiscales frente a la sede del Ministerio de Justicia. (EFE)
Concentración de jueces y fiscales frente a la sede del Ministerio de Justicia. (EFE)

A la casta y bella Lucrecia le hizo un poema Shakespeare, la pintó Eduardo Rosales y hasta le pusieron música, convirtiéndola en ópera. Todo ello siglos después de que a Lucrecia le robaran la honra y ella se quitara la vida.

Fue así como Lucrecia pasó a la historia, tras haber provocado la caída del rey de Roma Lucio Tarquinio 'el Soberbio', dando paso a la próspera y duradera república romana.

Corría el año 509 antes de Cristo cuando la virtud y el decoro de Lucrecia impresionaron profundamente al hijo del rey, Sexto Tarquinio, quien para satisfacer sus deseos pidió posada a Lucrecia cuando su esposo estaba ausente. Sexto Tarquinio, aprovechando la oscuridad de la noche, se introdujo en el cuarto de Lucrecia y la violó. Cuenta la historia que Lucrecia, al parecer, no opuso resistencia, pues pensó en primera instancia que yacía con su marido.

Sea cual sea la verdadera historia de la violación de Lucrecia, lo relevante fue que sirvió para que el pueblo de Roma se alzara contra los Tarquinios

Lo cierto es que al día siguiente, dándose cuenta de que había sido ultrajada, Lucrecia clamó venganza contra Sexto Tarquino, se clavó un puñal en el pecho y murió. Sea cual sea la verdadera historia de la violación de Lucrecia, lo relevante del caso fue que sirvió para que el pueblo de Roma se alzara contra los Tarquinios, desterrándolos a perpetuidad, con la consecuente caída de la monarquía romana, dando paso a la república.

El pasado 26 de abril, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra emitía su fallo en el conocido caso de La Manada, condenando a los cinco jóvenes acusados a nueve años de prisión, como autores de un delito continuado de abuso sexual —por dos votos a favor y un voto particular que abogaba por la absolución—. En seguida, la opinión pública se pronunció al respecto, emitiendo un juicio paralelo y criticando la decisión del tribunal, al considerar los hechos probados como abuso y no como agresión sexual, lo que hubiera comportado mayores penas.

Al margen de la disparidad de valoraciones que se han vertido sobre la sentencia, en las que no entramos (aunque parece que casi nadie de los que discrepan de la sentencia la ha leído, ni tan siquiera ojeado), hay un hecho que llama poderosamente la atención: las declaraciones de don Rafael Catalá, ministro de Justicia, de momento, sobre la referida sentencia y, en última instancia, sobre el mal funcionamiento de los juzgados y tribunales de Justicia y la 'calidad'd e sus jueces.

Foto: Jueces y fiscales protestan ante el Ministerio

Dijo don Rafael Catalá, por ahora ministro de Justicia, y mañana no se sabe —lo único cierto es que seguirá en política, pues esta parece un imán, tan atractivo para quien la ejerce como lo es el monte para las cabras…—. Dijo D. Rafael Catalá, refiriéndose al magistrado González, quien se atrevió a emitir un voto particular defendiendo la absolución de los acusados, que todos en la carrera saben que tiene un problema singular, y que el Consejo General del Poder Judicial​ debería haber actuado preventivamente contra el magistrado. Y uno se pregunta: ¿y por qué no lo hizo?

Y la respuesta que a uno se le viene a la cabeza es obvia, aceptando que si tal cosa la dijo el ministro, será porque es cierta: el Consejo General del Poder Judicial funciona mal o, al menos, en este caso no funcionó bien. Pero eso se lo pregunta uno después de hacer conjeturas sobre cuál será la singularidad del magistrado González​, aparte de haberse atrevido a discrepar de los otros dos magistrados y de la opinión pública; la singularidad debe ser tal, afirmo con cierta reserva, que ni aun temblando la boca del propio ministro se atrevería a pronunciar tal cosa, sea lo que esta sea.

En cualquier caso, parece que nuestro ministro ha logrado por primera vez poner de acuerdo y en armonía a todas las asociaciones de jueces y fiscales de este país. Algún logro tenía que tener el ministro. Bien podía consolidar ahora esta concordia tan bien lograda y dimitir, como se le pide. Aunque solo sea por tener contentos a todos, absolutamente todos, los que forman parte de la Administración de Justicia.

Foto: Los jueces Celso García Padrón, Natalia Velilla e Ignacio González Vega. (Carmen Castellón)

Falta de medios, lentitud, desorganización, ineficacia, politización… Ningún Gobierno ha podido (o, lo que es peor, ha querido) dar una solución al problema. No es políticamente rentable desgastarse en afrontar una cuestión así. Pero ni este mal funcionamiento de la Justicia ha provocado hasta el momento ninguna petición tan contundente y unánime como la que ahora se hace al ministro. La Administración de Justicia lleva muchos años en entredicho en España. Ahora es el propio ministro quien la cuestiona.

¿Es apto el magistrado González para ejercer la judicatura? Las palabras del ministro han sembrado la duda. ¿Cuántos magistrados González habrá en España?

Foto: Ilustración: Raúl Arias.

La percepción social de unos determinados hechos difiere, en ocasiones, de la apreciación que de esos mismos hechos hacen los jueces; en otras, podrá diferir del reproche que contemplan los textos legales vigentes. Pero, por una parte, a veces se aprecian los hechos sin tener un conocimiento preciso de tales hechos, como ocurre frecuentemente con los juicios populares paralelos. Y, por otra parte, la sanción que de los hechos haga la ley es cuestión que incumbe al poder legislativo, y no al judicial, que, según lo que dicta nuestra Carta Magna, es el encargado de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, aplicando la ley.

El tiempo resolverá las incógnitas abiertas sobre si, como sucedió con la violación de Lucrecia, las palabras de don Rafael Catalá sobre la sentencia de La Manada suponen el fin de su condición de ministro. Y, si es así, cuál será su próximo cargo.

*Javier Goizueta es abogado y socio director de Vaciero, firma española de referencia en asesoramiento legal a empresas. Desde 1993 hasta 2014, ha sido abogado en Cuatrecasas, director en el área legal de KPMG y 'general counsel' de Gamesa en Latinoamérica. Ha dado clase de Derecho Civil y Mercantil en diversas universidades y másteres jurídicos.

A la casta y bella Lucrecia le hizo un poema Shakespeare, la pintó Eduardo Rosales y hasta le pusieron música, convirtiéndola en ópera. Todo ello siglos después de que a Lucrecia le robaran la honra y ella se quitara la vida.

Rafael Catalá La Manada