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El talento ya no se compra simplemente con dinero
Ese talento profesional ya no se deja comprar simplemente con dinero o promesas de rápidas promociones laborales y aspira, sobre todo, a poder sacar partido personal a su propia vida
Con la crisis abierta al final de la primera década del siglo XXI, es sabido que la generación "Y", o de los 'millennials' —probablemente la mejor preparada de nuestra historia—, o ha tenido que salir fuera de España para encontrar oportunidades de trabajo, o se ha visto obligada a dedicarse a otros quehaceres profesionales distintos de los que hubiera querido. Muchos de los integrantes de esta generación no han tenido ni siquiera la ocasión de poder empezar a trabajar.
A lo largo de los últimos años, todo esto se ha ido corrigiendo y moderando, aunque, sin embargo, ha empezado a producirse un nuevo fenómeno, si cabe, más preocupante todavía.
Los jóvenes profesionales de pasadas generaciones, una vez integrados en una empresa, trataban, de forma natural, de anteponer sus tareas laborales a cualquier necesidad, conveniencia o urgencia personal. Los 'millennials', por su parte, tratan, aparentemente en contra de sus propios intereses materiales y de su propia progresión profesional, de congraciar su trabajo, con su vida; y esto es, precisamente, lo que origina el problema.
Las consultoras más importantes y los más prestigiosos bufetes de abogados, están habituados a que todo su personal se vuelque en su trabajo
Entre las compañías y organizaciones más desconcertadas por este imprevisible comportamiento personal/profesional están, por ejemplo, las grandes consultoras y los grandes despachos de abogados que, después de seleccionar a los más brillantes profesionales salidos de las universidades y escuelas más prestigiosas del país, se encuentran con la dificultad de retener el talento de sus empleados más prometedores y capaces.
Las consultoras más importantes y los más prestigiosos bufetes de abogados, están habituados a que todo su personal, y especialmente los recién llegados, se vuelque sin reservas e incondicionalmente en su trabajo, haciendo méritos para buscar el reconocimiento de la firma y poder así medrar lo más rápidamente posible dentro de la organización; sin importar para ello el exceso de horas trabajadas, fines de semana, nocturnidades… Pues bien, esta actitud prácticamente generalizada hasta hace muy poco en el mundo laboral español, está cambiando a pasos agigantados. Hoy día, muchos de los empleados más capaces y valiosos de las empresas, han dejado de sentirse motivados por las tradicionales zanahorias empresariales del poder ganar más, del ir escalando rápidamente posiciones en los organigramas de las compañías, o del simple hecho de garantizarse el puesto de trabajo. Esta desconocida situación plantea en las organizaciones el importante problema de qué hacer para impedir que esos empleados excepcionales, a menudo, formados durante mucho tiempo por las propias compañías, decidan cumplir exclusivamente con sus estrictos horarios y obligaciones, y en caso de que su postura no sea entendida, o bien vista, en sus centros de trabajo, tomar la decisión de cambiar de aires.
Actualmente, hay multitud de jóvenes y brillantes profesionales que no quieren dejar de disfrutar de su familia y amigos, o de disponer de tiempo personal para vivir; aunque para ello tengan que renunciar a una más segura y exitosa carrera en su empresa.
Ante esta nueva actitud, muchas organizaciones no están sabiendo muy bien cómo actuar para retener ese talento profesional que ya no se deja comprar simplemente con dinero o promesas de rápidas promociones laborales; y que a lo que aspira, sobre todo, es a poder sacar partido personal a su propia vida. Otras compañías —por cierto, las menos—, dándose cuenta de las nuevas condiciones que imponen los más jóvenes, y empatizando con ellos, están aprovechando la situación, para prestar más atención y sensibilidad a las expectativas de ese nuevo tipo de empleado, y hacerse así con el talento que huye del clásico meritoriaje estajanovista empresarial que tiende a la monopolización, casi exclusiva, del tiempo vital de las personas.
Con la crisis abierta al final de la primera década del siglo XXI, es sabido que la generación "Y", o de los 'millennials' —probablemente la mejor preparada de nuestra historia—, o ha tenido que salir fuera de España para encontrar oportunidades de trabajo, o se ha visto obligada a dedicarse a otros quehaceres profesionales distintos de los que hubiera querido. Muchos de los integrantes de esta generación no han tenido ni siquiera la ocasión de poder empezar a trabajar.