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Madrid y la oportunidad de una ciudad de 10 millones de habitantes
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Madrid y la oportunidad de una ciudad de 10 millones de habitantes

La capital tiene la oportunidad de convertirse en la tercera área metropolitana de Europa, la segunda de la UE después de París, ahora que Londres queda fuera con el Brexit

Foto: Foto: Reuters.
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La España vacía y rural va a continuar igual, porque vivimos en una economía de la aglomeración. Las ciudades son el centro de atracción de la población en todos los países. En ellas, hay más oportunidades de ascenso social y económico, las personas encuentran más alternativas de realización personal y sentimental; además, el enriquecimiento artístico, cultural y de ocio es incomparable.

Nos debe importar el bienestar de los ciudadanos y no de los territorios. Las ciudades aumentan el bienestar medio de la población: en ellas, se genera casi el 80% del PIB del planeta. Es un hecho contra el que se puede postular la bondad de la vida en el campo, pero la realidad se impone y desacredita la reciente corriente nostálgica de los que malinterpretan el mensaje del magnífico libro de Sergio del Molino.

Jesús Fernández-Villaverde lo explicaba en su conferencia de 2017 en la Fundación Rafael del Pino, y me hago eco aquí: Madrid tiene una ventana de oportunidad para convertirse en la tercera área metropolitana de Europa, la segunda de la UE después de París, ahora que Londres queda fuera con el Brexit. Pero la clave no está en acumular población, una condición necesaria, sino que lo importante es que dicha acumulación sirva para generar riqueza. A este movimiento se pueden además sumar otras ciudades españolas. En absoluto consiste en favorecer Madrid en perjuicio del resto de capitales, si no en aceptar que la riqueza se genera en el entorno urbano y que Madrid lidere como motor principal ese proceso, precisamente, para ayudar a preservar con la generación de esa riqueza la deseable solidaridad interterritorial.

"Madrid capital, con Madrid Nuevo Norte y los PAU del sureste, tiene suficiente suelo urbano para alcanzar los cuatro millones de habitantes"

Madrid es una ciudad abierta y tolerante, que se caracteriza por su capacidad de integrar y acoger a ciudadanos de todas partes sin exigirles peajes identitarios. Madrid puede liderar este proceso porque en esta ciudad no se propugna una historia ancestral distorsionada y maximalista para justificar una ridícula concepción excluyente. Pero también se cometieron errores en la primera gran migración de los años sesenta a ochenta, de los que hay que aprender antes de lanzar este segundo impulso urbano que defiendo.

Las ciudades de Guadalajara y Toledo están cada vez más integradas en Madrid y forman hoy ya parte de la ciudad si la misma se entiende como núcleo de interacciones sociales, culturales y económicas. Pero es que Madrid capital, con Madrid Nuevo Norte y los PAU del sureste, tiene, como municipio, suficiente suelo urbano para alcanzar los cuatro millones de habitantes. El crecimiento de la ciudad carece de barreras naturales por el sur y el este, elemento diferencial frente a otras capitales mundiales, que se enfrentan a complicados retos técnicos para seguir creciendo. La comunicación con el resto de España es extraordinaria, como saben todos los que han viajado por el país, incluso a pesar de casos sangrantes como el de Extremadura, que no dejan de ser excepciones dentro de la magnífica red ferroviaria y de autopistas.

El momento actual para impulsar Madrid como ciudad de referencia internacional resulta idóneo, en mi opinión, por tres motivos: primero, el Brexit cambia el sistema de pesos y equilibrios en la Unión Europea; segundo, la concienciación actual de la sociedad para con un urbanismo razonable y sin corrupción que no existía en los años de la 'fiesta', y, tercero e íntimamente ligado al anterior, la sostenibilidad, que se ha impuesto como principio rector del nuevo crecimiento.

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(Reuters)

Por eso es tan importante el urbanismo, porque nos ayuda a compatibilizar una inversión en hacer ciudad que sea rentable con el irrenunciable objetivo de una planificación para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y limitar las emisiones de CO2. Se habla mucho de los coches, pero el 70% de las emisiones en las ciudades procede de los edificios. Nos encontramos ante un horizonte de fuerte inversión para “construir ciudades y comunidades sostenibles”, como reivindican los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. La inversión necesaria para ello se sitúa en torno a los 2,1 billones de dólares anuales. Con el proyecto de un Madrid de 10 millones de habitantes, podríamos captar una parte importante de esa inversión.

La inversión requiere, eso sí, de seguridad jurídica y estabilidad. El régimen socimi ha sido muy positivo y es importante fomentar iniciativas de este tipo. Cosa distinta es la lógica regulación que debe acompañar a la actividad económica, pero que tendrá más que ver con proteger a sectores sociales que lo requieran, por ejemplo, fomentando el alquiler de vivienda pública. En ello, la iniciativa privada y las socimis especializadas en vivienda (aunque la mayoría de ellas se especializan en otros usos) pueden tener un importante papel en colaboraciones público-privadas de promoción que mantienen el patrimonio público en manos de las administraciones, pero donde la inversión y la gestión son privadas, a un plazo de tiempo determinado y bajo unas estrictas normas de funcionamiento. Ni el mundo se acaba con la natural alternancia de diversos partidos políticos en el poder, ni esa alternancia debe ir encaminada a destruir las iniciativas positivas de gobiernos anteriores.

"Madrid es una ciudad abierta y tolerante, que se caracteriza por su capacidad de integrar y acoger a ciudadanos sin exigirles peajes identitarios"

En este sentido, sería imprescindible un pacto entre administraciones locales, autonómicas y nacionales, porque todas ganarían con el proyecto de una gran ciudad generadora de riqueza y, por tanto, de más recursos para dichas administraciones. Se podrían seguir mejorando, por ejemplo, las comunicaciones y el transporte público dentro del área metropolitana, pero la clave es entender que Madrid tiene que ser un lugar favorable a la generación de negocio y a la innovación. Necesitamos que la ciudad atraiga el talento y la iniciativa de los emprendedores que hoy en día se topan con regulaciones que frenan la creación de riqueza, requisito necesario para que haya redistribución después, tanto entre los ciudadanos de Madrid como del resto de España. Además, Madrid necesita una universidad de referencia internacional, que capte a los mejores investigadores de cada campo (o, al menos, con dos o tres áreas de especialización internacionalmente reconocidas). Y creo que la IE University del Instituto de Empresa puede asumir esa responsabilidad, porque tiene la vocación y el exigente presupuesto que dicha iniciativa lleva aparejados, un reto que está fuera del alcance de la universidad pública.

Madrid es una ciudad integradora que no tiene miedo a la multiculturalidad. Por lo tanto, la ciudad debe aspirar a ser el centro de negocios y cultural de habla hispana, en lugar de ceder (como ya ha empezado a pasar) esa posición a Miami. Nuestra ubicación entre Europa, África e Hispanoamérica es envidiable y diferencial para fomentar el comercio entre esas amplísimas áreas económicas. Una ventaja competitiva que la geografía y nuestra historia nos regalan y que debemos aprovechar.

Lo importante es el bienestar de los ciudadanos, repito, no de los territorios. Madrid debe liderar un proyecto a largo plazo de generación de riqueza y su redistribución, la cual es imposible sostener con la misma calidad en minúsculos centros de población con un creciente problema de envejecimiento que ni todas las ayudas del mundo van a revertir. Porque una ciudad internacional, llena de oportunidades, donde se genere negocio e innovación, traerá consigo más empleo y mejores salarios que, a la postre, constituyen la mejor política de natalidad y revertirían además la despoblación de otras zonas más castigadas, puesto que los procesos de crecimiento no son una suma cero. Madrid se convertiría en un antídoto crucial al envejecimiento poblacional español, principal enemigo del Estado del bienestar.

*Joaquín López-Chicheri, presidente y consejero delegado de Vitruvio.

La España vacía y rural va a continuar igual, porque vivimos en una economía de la aglomeración. Las ciudades son el centro de atracción de la población en todos los países. En ellas, hay más oportunidades de ascenso social y económico, las personas encuentran más alternativas de realización personal y sentimental; además, el enriquecimiento artístico, cultural y de ocio es incomparable.

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