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¿Desigualdad necesaria?

La Comunidad de Madrid es la región de España con más desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre

Foto: Imagen de John Moeses Bauan en Unsplash.
Imagen de John Moeses Bauan en Unsplash.

Hace ya varios años, en uno de sus buenos artículos, decía Manuel Vicent, comentando a un amigo cómo, según pasaban los años, menguaba el atractivo que despertaba en las mujeres: “Desengáñate, es peor. No es que no nos miren, es que no nos ven”.

Pues algo así me suscita la actitud profunda que, a veces, entre tanto teatro y 'marketing político', aflora en declaraciones de representantes políticos, en este caso de nuestro inefable alcalde 'Fake Martínez'.

No es que los hunos de siempre no quieran acabar con la desigualdad, es que no la ven.

Como hace poco se destacaba, la Comunidad de Madrid es la región de España con más desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre. Son datos del informe Foessa, elaborado por Cáritas, en octubre de 2019. La región cuenta con más de un millón de personas en exclusión social, un 16,2% del total de la población, de las que 490.000 sufren "exclusión social severa".

Foto: Imagen de una familia del Polígono Sur.

Coincidiendo con la divulgación de esos datos, Martínez declaraba que hay que acabar con la pobreza, pero que la desigualdad es inherente a las sociedades que crecen.

No lo hacía en unas declaraciones 'a vuela pluma', sacadas de contexto por un periodista. Las hacía junto a su actual líder, Pablo Casado, en un desayuno organizado por Europa Press, con toda la intención de divulgar su ideología.

Con un lema chulesco de los suyos, 'Madrid no se toca' (¿por qué no decir más sencillamente 'Madrid es nuestro'?), avalaba su modelo con algo tan peregrino como que “el 50% de los niños madrileños estudia en la concertada”. ¿Y?

Para dejarlo más claro, criticaba la —en su opinión— alternativa de la izquierda: el igualitarismo por abajo.

Como nuestro alcalde no es un ser ignorante, solo cabe entender su mala fe al decir eso: ningún partido de izquierdas quiere igualar por abajo

Como nuestro alcalde no es un ser ignorante, solo cabe entender su mala fe al decir eso: ningún partido de izquierdas quiere igualar por abajo. Desarrollo sostenible e inclusivo, igualdad de oportunidades, cohesión social, son palabras clave del relato progre.

Un PP opuesto a las subvenciones (salvo para los suyos, claro) siempre ha defendido que la mejor política social es crear empleo, y para ello la desregulación, el despido libre y gratuito (como el aborto, ¿se acuerdan?) y la máxima flexibilidad.

Es preocupante que no les preocupe la desigualdad, que la den por algo inherente al desarrollo, que está ahí, como el aire. No es que vayan a ser mejores o peores agentes de cambio de la situación insoportable y dañina de la desigualdad, es que les parece algo normal y no creen que deban trabajar para cambiarlo.

Es preocupante que no les preocupe la desigualdad, que la den por algo inherente al desarrollo

La tradicional hipocresía española de los explotadores de misa diaria ha dado paso (cosas de la influencia anglosajona) a una idea de “Dios premia a los que se esfuerzan y ganan”, idea que teorizó Weber en 'La ética protestante' y que en nuestros lares solo había adaptado con éxito Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Personas como nuestro alcalde se sienten más cerca de la caridad cristiana que de la justicia social.

Más allá de los clichés de izquierda o derecha, se trata de hacer, de poner en marcha medidas que permitan el progreso en la escala social, lo que en EEUU llaman el 'sueño americano' y en Europa llamamos el 'contrato social'.

Más allá de los clichés de izquierda o derecha, se trata de hacer, de poner en marcha medidas que permitan el progreso en la escala social

Se trata de contraponer el crecimiento de todos, frente al modelo de la carrera de ratas, que es como, según el Diccionario de Cambridge, en el mundo anglosajón se llama al “modelo de vida en la sociedad moderna en la que la gente compite con los demás por el poder y el dinero”.

Se trata del clásico 'crecer para repartir o repartir para crecer' que, entre nosotros, enfrentó en los noventa a Felipe González y Nicolás Redondo y acabó provocando la primera huelga general contra aquel PSOE.

No es suficiente crear empleo (necesario), y menos si este es empleo basura. No es suficiente la política fiscal (y menos con las amnistías e ingenierías, que hacen que los ricos no paguen).

Crecer en igualdad es el único crecimiento que asegura la sostenibilidad del sistema democrático, objetivo que nos es común se mire a la derecha, centro o izquierda. Pero, también en esto, parece que nuestra 'saga de los Martínez' madrileña es un salto al pasado, o tardan mucho en pillar los nuevos aires.

Crecer en igualdad es el único crecimiento que asegura la sostenibilidad del sistema democrático

Desde el Foro de Davos (ese peligroso 'think tank' izquierdista, que ha dado una nueva vuelta de tuerca en su mensaje de la responsabilidad de las empresas y no solo máquinas-de-ganar-dinero como sea) y el FMI (que acaba de publicar un demoledor informe sobre la ineficacia del gasto público español para reducir la desigualdad y que opera como un auténtico Dooh Nibor —Robin Hood al revés— de drenar dinero de los pobres para dárselo a los ricos) hasta el reciente acuerdo patronal-sindicatos para seguir subiendo el salario mínimo, la sociedad está yendo por un lado y nuestros Martínez-Casado, por otro.

¿Será que es nuestro 'Fake Martínez' un antisistema?

Como decía Bertold Brecht, ¡qué tiempos estos en los que hay que defender lo obvio! Hay que conseguir tanto la igualdad de oportunidades (todos juegan) como la igualdad de posiciones de partida (remover obstáculos, discriminación positiva, cuotas, etc.) de quienes parten del subsuelo social.

Foto: Liam Slattery. (J.B.)

Eso es contribuir a la cohesión, a hacer nuestro país un lugar avanzado y que permita que todos puedan optar. Lo contrario es avanzar, como los cangrejos, hacia un país enfrentado, bloqueado, y sembrar una frustración que será semilla de futuros (o actuales ya) conflictos.

Toca que Europa (quizás aprovechando el Brexit como una gran oportunidad de cohesión) asuma un papel protagonista, usando TODAS sus armas, para plantar cara a la economía financiera depredadora, a las lógicas fuera de control de fondos de inversión (privados, estatales o de pensionistas) que necesitan altas rentabilidades para seguir existiendo y pagar sumas fabulosas a sus gestores.

Sr. Martínez, ya sabemos que en esta lucha usted pinta poco y menos quiere pintar, pero aunque usted no las vea, 490.000 personas en exclusión social severa le miran (aunque quizá ya ni le ven). Será muy bueno para todos (y para usted) ver las cosas, y de otra manera.

Si no es capaz, no vale para el puesto.

*Luis Cueto, concejal del Ayuntamiento de Madrid.

Hace ya varios años, en uno de sus buenos artículos, decía Manuel Vicent, comentando a un amigo cómo, según pasaban los años, menguaba el atractivo que despertaba en las mujeres: “Desengáñate, es peor. No es que no nos miren, es que no nos ven”.

Desigualdad José Luis Martínez-Almeida