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Frente a la crisis, mano tendida
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Luis Garicano

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Frente a la crisis, mano tendida

En la vertiente económica, nos enfrentamos a lo desconocido, y eso siempre asusta. Al menos hay algo positivo: la crisis del coronavirus es un golpe transitorio y pasará

Foto: Una pareja, ante un escaparate en la calle Preciados, en el centro de Madrid. (EFE)
Una pareja, ante un escaparate en la calle Preciados, en el centro de Madrid. (EFE)

España, Europa y el mundo se enfrentan a una grave emergencia sanitaria, pero también económica. En el ámbito sanitario, hemos ido siempre por detrás de la crisis, tomando cada medida cuando hacía falta la siguiente. A pesar del consenso entre todos los expertos de que el objetivo debe ser “aplanar la curva”, la realidad es que todas las medidas de distancia social han empezado tarde. No las voy a repetir. Se trata de que el 'quédense en casa' se haga realidad, y eso requiere una actuación mucho más decidida que la que hemos visto por parte del Gobierno.

En la vertiente económica, nos enfrentamos a lo desconocido, y eso siempre asusta. Pero empecemos por las buenas noticias, que, incluso ahora, las hay. La crisis del coronavirus es el resultado de un 'shock', un golpe transitorio, que pasará, o bien cuando encontremos la vacuna o cuando empiecen a disminuir los contagios. El problema son las muchas 'fricciones' que pueden hacer que ese periodo transitorio se convierta en definitivo. La respuesta económica debe ir destinada a que los agentes 'pasen el bache' sin accidentes económicos añadidos a los sanitarios.

Foto: Pedro Sánchez, este 10 de marzo, en la rueda de prensa por el coronavirus en la Moncloa. (EFE)

El 'shock' inicial es sobre la oferta, pero luego, también, sobre la demanda. Las empresas que dependen del suministro de fábricas ubicadas en las zonas más afectadas, especialmente en los países asiáticos, se enfrentan a problemas de desabastecimiento. Además, la producción se paraliza si los trabajadores tienen que quedarse en casa. Por otro lado, el miedo al contagio provoca una reducción en el consumo de productos o servicios como el turismo, el ocio o la restauración, es decir, aquellos más asociados al riesgo de contraer el virus. Las largas colas en los supermercados precisamente indican que mucha gente se está preparando ya para una temporada en casa en la que se limiten los contactos con el exterior.

Pero estos efectos son a corto plazo, y deberían concluir al acabar la crisis —porque encontremos la vacuna o porque la epidemia se agote de forma natural porque la mayoría seamos ya inmunes (por haber sido infectados)—. Cuando el problema temporal se convierte en grave crisis económica es cuando las empresas y los autónomos no tienen liquidez para hacer frente a gastos inaplazables. Si la empresa que sufre una caída en sus ingresos es pequeña o mediana, enfrentarse a las nóminas y facturas de final de mes sin los ingresos previstos puede llevarla al cierre. La crisis de 2008 nos enseñó que este problema de liquidez de las pequeñas empresas es letal para nuestra economía.

La brutal caída en los mercados que vimos ayer muestra que estas fricciones pesan, y mucho. Los mercados se preguntan quién va a pagar la factura de la crisis. Nadie quiere refinanciar ninguna deuda, y nadie quiere asumir ningún riesgo. En estos momentos, como en 2008, los mercados entran en el equivalente a una 'parada cardíaca' en la que los riesgos, lo desconocido, producen parálisis y caos.

En la estructura económica española, con la gran importancia de los contratos temporales, la crisis puede tener efectos aún peores. Como si fuera un paciente de riesgo, sabemos que al menor estornudo de la economía, el país 'se coge' un terrible paro —millones de temporales se quedan con sus contratos sin renovar—. El riesgo para la economía española de la situación actual de parada es enorme.

En estos momentos, como en 2008, los mercados entran en una 'parada cardíaca' en la que los riesgos, lo desconocido, producen parálisis y caos

Es el momento de que todos los partidos políticos, instituciones y administraciones a distinto nivel se unan para proteger a familias y empresas de los efectos de esta grave crisis. Cuando la confusión acecha, todos nosotros necesitamos, como sociedad, respuestas a la altura de las circunstancias que pongan la cooperación por encima de la división.

Inés Arrimadas, ayer, en nombre de Ciudadanos, tendió la mano al Gobierno con una oferta de trabajar juntos para aprobar unos Presupuestos Generales del Estado. Nuestras peticiones son dos: en primer lugar, exigimos al Gobierno mucha más premura y determinación a la hora de frenar el contagio sanitario. En segundo lugar, queremos un gasto adicional de casi un 1% del PIB (10.000 millones de euros) para paliar los efectos económicos del virus.

Creemos que este Presupuesto debe tener tres objetivos. En primer lugar, pagar los equipamientos y el personal sanitario necesario para evitar el completo colapso de las UCI. En segundo lugar, mantener la liquidez de empresas y autónomos, garantizando su acceso al crédito y permitiendo a las empresas y autónomos afectados por el coronavirus aplazar el pago de la Seguridad Social y del IVA para evitar que se ahoguen. Es crucial evitar las crisis de liquidez. Ninguna empresa viable debe cerrar o despedir trabajadores por no poder pagar sus facturas en este periodo tan extraordinario. En tercer lugar, es crucial facilitar la reducción de jornada y la reducción de horas de los trabajadores para facilitar la conciliación y evitar los despidos.

En medio de una crisis como esta, para la que se prevé un fuerte impacto económico, todos los ciudadanos exigimos un Gobierno que no esté más preocupado por los gestos que por la gestión. Desde Ciudadanos, tendemos la mano al Gobierno, con nuestros votos y nuestras ideas, para cooperar cuando vire, como parece hacer en este momento, hacia la sensatez y hacia la protección de la salud y el bienestar de los ciudadanos. Nos seguiremos oponiendo de forma radical a la política de la ocurrencia buenista y la guerra cultural que ha caracterizado esta acción de gobierno.

*Luis Garicano es vicepresidente y portavoz económico de Renew Europe en el Parlamento Europeo, vicepresidente de ALDE y jefe de la delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo.

España, Europa y el mundo se enfrentan a una grave emergencia sanitaria, pero también económica. En el ámbito sanitario, hemos ido siempre por detrás de la crisis, tomando cada medida cuando hacía falta la siguiente. A pesar del consenso entre todos los expertos de que el objetivo debe ser “aplanar la curva”, la realidad es que todas las medidas de distancia social han empezado tarde. No las voy a repetir. Se trata de que el 'quédense en casa' se haga realidad, y eso requiere una actuación mucho más decidida que la que hemos visto por parte del Gobierno.

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