Tribuna
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Las medidas gubernamentales frente al coronavirus: tarde y mal
España es tristemente el país con más número de fallecidos por habitante del mundo. ¿Por qué?
Es difícil responder a esta pregunta, al menos hacerlo desde una postura de verdades únicas o absolutas. Habrá seguramente un gran número de causas concurrentes, unas de mayor peso que otras. Pero hay una de gran alcance en la que probablemente todos o casi todos estemos de acuerdo: en España se adoptaron las medidas para luchar frente al covid-19 tarde y mal. Y quien quiera pensar lo contrario y no encuentre argumentos, que hable con la señora ministra, esa de cuyo nombre no quiero acordarme, para que explique con claridad de dónde viene el coronavirus y dónde se encuentra España en el mapa. Menos suerte hemos tenido que nuestros vecinos portugueses. Cuestión de posición en el mapa; y de la procedencia —del este— del virus, que de eso el Gobierno no tiene la culpa.
Que no se previó el alcance de la pandemia, que no se sabía lo que iba a ocurrir, que una situación así nunca se había vivido antes, todo eso es cierto. No iba a ser más importante salir a la calle en un día tan señalado como el 8 de marzo que vernos afectados por una posible epidemia. Que el Gobierno no se enteraba o no midió bien el riesgo, a pesar de lo que estaba sucediendo en China y en Italia, lo demuestra el hecho de que, a la consulta responsable que la Comisión 8-M hizo al Ministerio de Sanidad un día antes de celebrarse la marcha, este no dudó en responder que la manifestación se podía celebrar por el escaso riesgo que el coronavirus representaba en España. Al cabo de una semana, el mismo Gobierno decretaba el estado de alarma, con todo lo que eso implicó.
Un mes antes, el 13 de febrero, las noticias sobre el coronavirus en Wuhan ya alarmaban al mundo y, cómo no, a la sociedad española. Sanidad decía entonces que en España no había "riesgo de infectarse" y los temores de la sociedad española estaban "fuera de lo razonable" El actualmente tan conocido director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, insistía en que en España no había riesgo y que se estaba generando una ansiedad excesiva en la población. “No hay razón para alarmarse con el coronavirus”, afirmaba.
Hoy, cuando se cumplen exactamente dos meses desde la declaración del estado de alarma, inmersos como estamos en una realidad tan diferente a aquella en la que vivíamos cuando el Ministerio de Sanidad nos decía que no había riesgo, todo eso parece ya historia, y muy lejana. Pero apenas han pasado tres meses.
Desde la declaración del estado de alarma, no se ha visto que la forma de actuar del Gobierno mejore. Las medidas que toma siguen llegando tarde y mal en demasiadas ocasiones. Y sin consenso alguno.
Desde la declaración del estado de alarma, no se ha visto que la forma de actuar del Gobierno mejore. Las medidas que toma siguen llegando tarde y mal
Se vio muy claro con los niños. No hacía falta ser científico o médico para entender la barbaridad que suponía que los niños no pudieran dar un paseo al aire libre pero sí meterse en el supermercado o en el estanco para acompañar a sus padres. Menos mal que las discotecas permanecían cerradas. Uno entonces, aunque no entienda bien las medidas del Gobierno, pues ni tiene datos, ni es científico, ni médico ni economista, extrapola el sentido común aplicado con las salidas de los niños y piensa que el resto de medidas se está tomando con la misma lógica, y entonces se lleva las manos a la cabeza, y comienza a comprender por qué tenemos más fallecidos por habitante que en ningún otro lugar del mundo, por qué tenemos más sanitarios infectados que en ningún otro lugar del mundo, y por qué nuestra economía va a ser de las que más sufran con esta crisis. Y no es que estemos más al este que el resto de los países (la misma explicación procedente de una ministra da que pensar; como también lo dio la lección que sobre los ERTE impartió en rueda de prensa otra ministra, precisamente la de Trabajo…, ¿o no?, no puede ser, me debe fallar la memoria).
Lo bueno en el caso de los niños fue la rectificación inmediata del Gobierno para que pudieran salir a la calle y evitarse los riesgos —y el tedio— de pasear por el súper; lo malo, que tal corrección no pareció deberse al sentido común sino a la presión social.
Hace 48 horas, el Gobierno anunciaba una cuarentena de 14 días para todos los que vengan a España desde el extranjero, justo cuando comienza a plantearse una tímida recuperación del turismo. Sin valorar la bondad de tal medida, que al parecer la tiene, la pregunta es: ¿por qué se adopta tal medida justo en este momento y no antes, como hubiera sido lo lógico?
Las medidas que adopta el Gobierno siguen llegando mal y tarde en demasiadas ocasiones, bajo el pretendido amparo de una asesoría de expertos cuyos nombres no se desvelan, sin que se expliquen tampoco los motivos para ocultar a los ciudadanos tan relevantes identidades.
Tantos señores ministros y tantas señoras ministras… ¿No sería mejor un país con menos ministros y ministras y mejor formados y formadas?
Es difícil responder a esta pregunta, al menos hacerlo desde una postura de verdades únicas o absolutas. Habrá seguramente un gran número de causas concurrentes, unas de mayor peso que otras. Pero hay una de gran alcance en la que probablemente todos o casi todos estemos de acuerdo: en España se adoptaron las medidas para luchar frente al covid-19 tarde y mal. Y quien quiera pensar lo contrario y no encuentre argumentos, que hable con la señora ministra, esa de cuyo nombre no quiero acordarme, para que explique con claridad de dónde viene el coronavirus y dónde se encuentra España en el mapa. Menos suerte hemos tenido que nuestros vecinos portugueses. Cuestión de posición en el mapa; y de la procedencia —del este— del virus, que de eso el Gobierno no tiene la culpa.