Tribuna
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Carta al PSOE
El actual Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, contradictorio en su composición y frágil en sus apoyos parlamentarios, no ofrece ni crédito ni confianza para afrontar esta insólita crisis
Tras estos meses de confinamiento, y ante la difícil situación económica y social que han producido las medidas para combatir la pandemia, el actual Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, presidido por Pedro Sánchez, contradictorio en su composición y frágil en sus apoyos parlamentarios, no ofrece ni crédito ni confianza para afrontar esta insólita crisis. Su escasa idoneidad para afrontar cualquier reto de tipo económico ciertamente no es nueva, ya era así desde sus inicios en enero, como se ha demostrado en numerosas ocasiones.
Por tanto, lo sucedido el pasado miércoles 20 de mayo en el Congreso, tras aprobarse por quinta vez consecutiva una prórroga del estado de alarma, no ha constituido una sorpresa. Tampoco lo han sido las irregularidades en la destitución de un prestigioso alto cargo de la Guardia Civil. Ambos casos son una muestra más de la descoordinación dentro del Gobierno y en su relación con el Grupo Parlamentario Socialista, así como de la deslealtad entre las dos fuerzas políticas que componen la coalición.
Estas torpezas no son simple casualidad sino consecuencia de las contradicciones de fondo existentes entre el PSOE y Unidas Podemos
En efecto, estas torpezas no son simple casualidad sino consecuencia de las contradicciones de fondo existentes entre el PSOE y Unidas Podemos, dos partidos de trayectoria e ideología muy distinta, tanto en la forma de actuar en política como en sus metas finales. Además, si algunos de los soportes parlamentarios del Gobierno, como es el caso de ERC y EH-Bildu, tienen como objetivo separar las comunidades en las que despliegan su actividad del resto de España, es notorio y evidente que el acuerdo resultará imposible y en el intento el perjudicado —y también burlado— será el PSOE.
Así pues, ante esta situación, probablemente la más compleja en los años que llevamos de democracia, tenemos por desgracia un Gobierno débil en apoyo parlamentario y contradictorio en sus fines y objetivos, precisamente cuando más se necesita un Ejecutivo unido y estable para desarrollar una línea clara y eficaz de acción política. Esta situación no solo genera una pérdida de confianza de los ciudadanos en el Gobierno sino también en la política misma, y puede llegar a afectar incluso a la solidez del sistema constitucional y democrático. Por otro lado, en lo inmediato, este Gobierno suscita muchas dudas en el mundo empresarial, así como también resta crédito a España ante las autoridades europeas y los inversores internacionales, instrumentos clave para resolver esta compleja situación de la forma menos gravosa posible para todos los españoles, en especial para los trabajadores y pequeños empresarios que conforman el grueso principal de nuestras clases medias.
En definitiva, este Gobierno constituye más un obstáculo que una solución para encauzar de forma solvente esta crisis. Mientras lo prioritario ha sido resolver la cuestión sanitaria, con métodos de base más científica y neutral que ideológicos y partidistas, ya se han dado dentro del mismo Gobierno variadas muestras de desconfianza entre ministerios. Si ello ha sido así hasta ahora, en la nueva etapa, en la cual lo prioritario será lo económico y social, mucho más contaminado por ideologías y partidismos, nos tememos que la incapacidad para encontrar la mejores soluciones posibles será todavía mucho mayor.
Este Gobierno de coalición es el menos apropiado para suscitar la confianza necesaria de quienes pueden contribuir a paliar nuestra grave situación
Todos estos temores, que pensamos son fundados, nos llevan a determinadas conclusiones, razón por la cual hemos escrito esta carta. Por motivos que sería largo explicar, la sociedad española, afortunadamente, funciona mucho mejor que sus instituciones políticas. Esta percepción tienen los ciudadanos, como se refleja en los más prestigiosos sondeos de opinión. Hasta ahora, este mal funcionamiento de la política era peligroso pero había recursos en la sociedad como para contrarrestar, en parte, sus deficiencias. Con el viento favorable de la economía, se tiraba adelante con recelos pero con esperanza.
Pero ahora se ha llegado a un límite: la pandemia nos ha situado frente a la realidad. No cumplimos con los deberes que nos impuso la UE, a pesar de que desde 2012 su ayuda ha sido fundamental para ir remontando la crisis. Pero las prometidas reformas siguen pendientes e incluso, con el actual Gobierno, vamos en la dirección contraria. Para salir de la gravísima situación actual, necesitamos a la UE y a los inversores nacionales y extranjeros con el objetivo de corregir los déficits estructurales más urgentes: empleo y deuda pública. Precisamente este Gobierno de coalición es el menos apropiado para suscitar la confianza necesaria de quienes pueden contribuir a paliar en lo posible nuestra grave situación.
Se necesita formar un nuevo Gobierno, algo que se complica porque la Constitución impone la carencia de un año entre unas elecciones y las siguientes
En consecuencia, se necesita formar un nuevo Gobierno, algo que se complica porque la Constitución impone la carencia de un año entre unas elecciones y las siguientes, con lo cual no podrá designarse un nuevo Ejecutivo hasta fines de este año. Por tanto, para tomar las medidas urgentes que requiere la situación, debe formarse una nueva mayoría parlamentaria con la composición actual de la Cámara.
Lo conveniente, a nuestro parecer, es un amplio acuerdo entre fuerzas políticas situadas en el centro del arco parlamentario español, las únicas que pueden suscitar la confianza de una gran mayoría de ciudadanos, de las instituciones europeas y de los inversores nacionales y extranjeros. Se debería llegar a un acuerdo entre partidos moderados de la derecha y de la izquierda, junto a otras fuerzas sociales, especialmente sindicatos y patronales.
Lo conveniente, a nuestro parecer, es un amplio acuerdo entre fuerzas políticas situadas en el centro del arco parlamentario español
Sus protagonistas políticos principales deberían ser, pues, los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP, ambos con amplia experiencia de gobierno y con cuadros técnicos bien preparados. Tal acuerdo coincidiría, además, con los grupos aliados que forman mayoría en el Parlamento Europeo, el Popular y el Socialista, al que se añade el liberal, que también tiene un partido, Ciudadanos, que lo representa en España. No se trata, por tanto, de una coalición extravagante respecto a los modos de hacer política en Europa sino de un pacto político habitual. Además, este acuerdo ayudaría a restablecer el buen clima de convivencia política y así estaríamos en mejores condiciones para recuperar una concordia civil que se ha empezado peligrosamente a deteriorar.
Los firmantes de este artículo, como miembros del grupo de opinión La España que Reúne, han decidido dirigir esta carta al PSOE convencidos de que es un partido troncal en nuestro sistema político y porque pensamos que una parte significativa de sus afiliados y simpatizantes pueden compartir, en líneas generales, nuestras inquietudes e, incluso, participar de las propuestas. Sería conveniente, a nuestro parecer, que muchos de ellos, si así fuera el caso, debido a su experiencia política, prestigio personal y autoridad moral e intelectual, manifestaran públicamente estas posiciones para que fueran calando con rapidez en el PSOE al objeto de cambiar su orientación y poner fin a la etapa del actual Gobierno por el bien de España y del Partido Socialista.
*Nicolás Redondo. Secretario general del PSE-EE entre 1997 y 2002.
*Manuel Valls. Ex primer ministro francés y portavoz de Barcelona pel Canvi.
*Francesc de Carreras. Jurista y articulista español, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Tras estos meses de confinamiento, y ante la difícil situación económica y social que han producido las medidas para combatir la pandemia, el actual Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, presidido por Pedro Sánchez, contradictorio en su composición y frágil en sus apoyos parlamentarios, no ofrece ni crédito ni confianza para afrontar esta insólita crisis. Su escasa idoneidad para afrontar cualquier reto de tipo económico ciertamente no es nueva, ya era así desde sus inicios en enero, como se ha demostrado en numerosas ocasiones.