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Menos boletín oficial y más flexibilidad: una estrategia para salir de la crisis
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Javier Fernández-Lasquetty

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Menos boletín oficial y más flexibilidad: una estrategia para salir de la crisis

Esa es la estrategia para salir pronto de la crisis y también para hacer frente a esos gastos en Sanidad, Educación o Servicios Sociales que estamos teniendo que hacer

Foto: Vista exterior del Congreso de los Diputados. (EFE)
Vista exterior del Congreso de los Diputados. (EFE)

Cuando los profesionales y los empresarios salieron del confinamiento y reactivaron sus empresas, muchos de ellos se encontraron con que algunos de sus clientes, o quizá todos, ya no estaban allí. Lo mismo cuando trataron de contactar a sus proveedores: muchos ya no estaban disponibles por los canales acostumbrados. Algunos, porque habían desaparecido. Pero la mayoría, afortunadamente, sigue existiendo. Lo que ocurre es que ya no pueden seguir haciendo las cosas igual, ya no pueden estar en el mismo sitio, los canales de fabricación, de distribución o de captación de clientes son totalmente distintos. ¿Cómo ir a buscarlos si la regulación te lo impide?

Muchísimas empresas están sufriendo durísimamente las consecuencias de la pandemia. ¿Cómo pretendemos que salgan de ese pozo si tienen que cargar con una tonelada de páginas de boletines oficiales que les dicen cómo tienen que producir y cómo tienen que dar servicio a los consumidores?

La crisis provocada por el covid-19 -y por decisiones de política económica equivocada del Gobierno de la Nación- es la más profunda que hayamos conocido jamás. España, con su gobierno de coalición de socialistas y comunistas, tiene el fatídico doble récord: los resultados más trágicos en mortalidad por coronavirus y el hundimiento económico más profundo de toda la OCDE.

Toda la deuda que ahora generemos significará descontar recursos productivos de los próximos años

Los gobiernos están gastando más, y era necesario hacerlo. La respuesta sanitaria a la pandemia es muy costosa. Proteger la educación con un plan de vuelta al colegio como el que ha puesto en marcha laComunidad de Madridtambién requiere recursos, como, igualmente, resguardar mejor a las personas mayores en las residencias. El gobierno autonómico que preside Isabel Díaz Ayuso está movilizando todos los recursos a su alcance: para traer mascarillas y equipos de protección, para ayudar a los autónomos, para facilitar liquidez a las empresas y para todo lo necesario. Calculamos que solo en 2020 eso significará un impacto en el presupuesto superior a 3.400 millones de euros, incluyendo la caída en los ingresos tributarios.

Pero no es cierto, como piensan los gobiernos socialistas, que la deuda lo solucione todo. No importa que esté archidemostrado que el keynesianismo no sirvió en el siglo XX para salir de ninguna crisis, y, sin embargo, algunos nos lo vuelven a presentar como un jarabe milagroso. Toda la deuda que ahora generemos significará descontar recursos productivos de los próximos años y, en vez de que se creen nuevos productos y se generen nuevos empleos, los contribuyentes tendremos que dedicar nuestro dinero a pagar la deuda pública.

Saldrán antes de la crisis y serán ganadores los países que más flexibilicen la carga regulatoria

¿Cómo salimos cuanto antes de esta crisis? Lo que se necesita es flexibilidad, mucha flexibilidad, aliviar la carga regulatoria para que las empresas exploren rápidamente, pongan en marcha nuevas ideas y así sean capaces de volver a generar valor y, de este modo, crecer y crear empleo. Menos páginas de boletín oficial y más flexibilidad, esa es la estrategia para salir pronto de la crisis y también para hacer frente a esos gastos en Sanidad, Educación o Servicios Sociales que estamos teniendo que hacer. Esa es la tesis de un grupo de jóvenes profesores australianos del RMIT que han tenido el talento de escribir un brillante libro: 'Unfreeze. How to Create a High Growth Economy After the Pandemic' (D. Allen, C. Berg, S. Davidson, A. Lane, y J. Potts. Editado por American Institute for Economic Research, mayo 2020. Disponible en Amazon)

Yo me apunto a esa tesis y creo, como ellos, que saldrán antes de la crisis y serán ganadores los países que más flexibilicen la carga regulatoria, y por el contrario alargarán la crisis y saldrán perdedores los países que se empeñen en seguir manteniendo en vigor páginas y páginas de boletín oficial impidiendo a los agentes económicos hacer lo que ahora más que nunca tienen que hacer: innovar, descubrir, adaptarse, en unos casos investigar y desarrollar, pero en muchos más encontrar una nueva manera de proporcionar a la gente los productos y servicios que siguen necesitando al menor precio posible.

La regulación, por definición, reduce el campo de lo que se puede hacer. También, por definición, está siempre ligada a conocimiento antiguo: el que existía cuando se promulgó, no el que está emergiendo. Y tiende inexorablemente a crecer y crecer. En España, desgraciadamente, lo sabemos muy bien. El Foro de Regulación Inteligente ha abierto muchas discusiones que vale la pena continuar y ha puesto cifras abrumadoras encima de la mesa: entre 1976 y 2016, se han publicado más de 35.000 normas estatales en España; los boletines oficiales autonómicos suman anualmente entre 700.000 y 800.000 páginas; debido al exceso de trabas y normas, España ocupa el puesto 97 en el ranking que mide la facilidad para abrir un negocio que elabora anualmente el Banco Mundial. No nos conviene seguir por este camino. Tenemos que probar el camino inverso, el de la humildad regulatoria.

Foto: Un cartel sobre coronavirus en una playa en Australia. (Reuters)

Tenemos montañas de regulación que han perdido buena parte del valor que pudieron haber tenido. Lo han perdido porque son del mundo anterior al COVID, y si algo tenemos todos muy claro es que esta pandemia ha catapultado cambios estructurales en la manera de vivir, de demandar bienes y servicios, de producirlos y de ponerlos a disposición del cliente. La obsolescencia regulatoria se vio desde las primeras semanas de expansión del virus. ¿O hay algo más patético que un país en el que se muere la gente porque no tiene equipos de protección y, al mismo tiempo, no se deja a la gente producir mascarillas, geles o máscaras protectoras porque no cumplen la regulación vigente o no tienen la licencia y el permiso inevitable?

Como explican los profesores australianos en el libro mencionado, el problema que ahora tienen que afrontar empresas y consumidores es lo que el Premio Nobel Friedrich Hayek describía como un problema de conocimiento. No es que hayan desaparecido ni la demanda ni la oferta, es que tienen que descubrir dónde se vuelven a encontrar, por qué canal y a qué precio. Y eso no lo puede resolver ninguna regulación. Ese conocimiento solo lo tiene cada persona respecto de sus necesidades y sus posibilidades. Volverá a generarse el tejido de intercambios entre unos y otros en la medida en que cada uno pueda explorar e innovar. Si la regulación se lo impide, tendremos empresas fantasma deambulando y consumidores con sus necesidades sin resolver. Y paro, mucho paro. Y deuda, mucha deuda. No es ese el mejor futuro.

Probablemente, ahora sorprenda hablar de desregulación como eje político central de una propuesta liberal

La estrategia que mejor nos puede impulsar a todos es estar abiertos al cambio y a la innovación, sin el dogmatismo de los burócratas, sin el mercantilismo de los amigos del poder, sin prohibiciones. Libres para ofrecer y responsables de lo que ofrece cada uno a los demás. Es una política liberal, pero que no tiene por qué ser contraria a otras visiones de la sociedad. Probablemente, ahora sorprenda hablar de desregulación como eje político central de una propuesta liberal, pero yo recuerdo muy bien cuando hablar de bajadas de impuestos en España parecían extravagancias de un José María Aznar que entonces estaba todavía en la oposición a Felipe González.

Aznar gobernó, bajó impuestos y todo el mundo se dio cuenta de que los impuestos bajos son una condición necesaria para el crecimiento. Más que nadie, la Comunidad de Madrid, que lleva 16 años seguidos en los que ningún impuesto ha subido y todos han bajado varias veces o han sido, directamente, suprimidos. Continuará siendo la Comunidad de Madrid la región de los impuestos bajos, como ha comprometido Isabel Díaz Ayuso para esta legislatura.

En la Comunidad de Madrid ya tenemos mucho camino andado en materia de desregulación y flexibilidad desde que Esperanza Aguirre pusiera en marcha políticas entonces inéditas, como la liberalización de los horarios comerciales o la libre elección de médico y colegio, por ejemplo. Ahora, el gobierno de coalición de PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid ha puesto encima de la mesa un Plan de Reactivación que se aleja todo lo posible del keynesianismo desgraciadamente tan en boga.

"Queremos que todos los emprendedores de Madrid y de fuera de nuestra región sepan que en Madrid tienen la luz verde encendida para innovar"

Aquí, en la Comunidad de Madrid, estamos suprimiendo las licencias urbanísticas para un gran número de actuaciones inmobiliarias, que ahora se sustituyen por una declaración responsable. Vamos a seguir haciendo una regulación inmobiliaria más inteligente porque vamos a facilitar los cambios de uso del suelo sin necesidad de trámites costosos y retardatarios. Queremos que la gente pueda señalar aquella normativa que le impide innovar o proporcionar un bien o un servicio a un mejor precio, y para eso estamos preparando una Línea Abierta contra la Hiperregulación, en la que nos comprometemos a someter a examen todas las trabas regulatorias que planteen los ciudadanos. Sabemos que sigue habiendo demasiados trámites innecesarios, que alargan los procedimientos y los hacen más costosos, y por eso vamos a revisar todas esas cargas administrativas que a veces constituyen un obstáculo insalvable para el que quiere crear un negocio o mantener el que ya tiene. Madrid Nuevo Norte, la mayor transformación urbana que se va a producir en toda Europa en los próximos años, ya ha echado a andar. No será la regulación burocrática quien la detenga.

Queremos que todos los emprendedores de Madrid y de fuera de nuestra región sepan que en Madrid tienen la luz verde encendida para innovar. Que para innovar no haga falta pedir permiso. Es el concepto de Permissionless Innovation acuñado en un importante centro de estudios norteamericano (Mercatus Center, George Mason University. A. Thierer lo ha publicado extensamente en 2014 y 2016). En el fondo, es la confianza en el talento humano, en un marco de competencia, sin restricciones regulatorias, y yo añadiría que con impuestos bajos. Así es como la humanidad ha salido en su mayoría de una pobreza y fragilidad extremas a lo largo de los últimos dos siglos, desde que comenzó la economía de libre mercado, como han demostrado Steven Pinker, Matt Ridley o Johan Norberg. Con flexibilidad habrá innovación y con ella saldremos antes de la crisis. Tenemos que reducir el peso acumulado de los boletines oficiales si queremos salir pronto de esta crisis.

*Javier Fernández-Lasquetty es consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid.

Cuando los profesionales y los empresarios salieron del confinamiento y reactivaron sus empresas, muchos de ellos se encontraron con que algunos de sus clientes, o quizá todos, ya no estaban allí. Lo mismo cuando trataron de contactar a sus proveedores: muchos ya no estaban disponibles por los canales acostumbrados. Algunos, porque habían desaparecido. Pero la mayoría, afortunadamente, sigue existiendo. Lo que ocurre es que ya no pueden seguir haciendo las cosas igual, ya no pueden estar en el mismo sitio, los canales de fabricación, de distribución o de captación de clientes son totalmente distintos. ¿Cómo ir a buscarlos si la regulación te lo impide?

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