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Humanizar en tiempos de crisis
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Humanizar en tiempos de crisis

¿Qué papel debe tener la humanización en la asistencia como elemento esencial a la hora de atender a los pacientes y a sus familiares?

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

La historia de la humanidad da buena cuenta de todo tipo de crisis: bélicas, económicas, sociales y también sanitarias. Todas tienen el denominador común de comportar cambios profundos y consecuencias importantes, aunque a veces haga falta la perspectiva de la historia para comprender y asimilar bien cuán profundos y trascendentes fueron estos cambios.

Tras la Primera Guerra Mundial, decayeron sistemas de gobierno y de valores, políticas internacionales y tecnologías, clases sociales y toda una concepción de vida. Los imperios europeos se cuartearon y se llenaron de nuevos países formados por democracias imperfectas, prematuras y frágiles, pero con un gran control sobre la población. Surgieron ideologías antagónicas, el fascismo y el comunismo, que trataban de poner orden dentro de Estados caóticos, pero que, junto a los problemas económicos derivados del crac del 29, condujeron inevitablemente a un nuevo conflicto aún mayor que el anterior. La Gran Guerra cambió el mundo. Quizá no tanto a las personas.

La gran pandemia del siglo XX, la mal llamada gripe española, contribuyó de manera decisiva a varias de las transformaciones sociales de ese siglo: la incorporación de las mujeres al mundo laboral por la falta de mano de obra masculina a causa de la elevada mortalidad del virus o el gran avance que experimentó la salud pública como consecuencia de su tensionamiento.

Foto: Página con las defunciones por meses ocurridas en 1918 del Movimiento Natural de la Población, del Instituto Nacional de Estadística.

La pandemia actual es una gran crisis sanitaria, desde luego, pero también económica, política y social. La vivimos con angustia temiendo por nuestra salud o la de nuestros seres queridos, y también con incertidumbre por lo que pueda depararnos en el resto de parcelas vitales. De alguna manera, todos comprendemos que este virus arrastra consigo una serie de consecuencias y que las cosas no serán exactamente iguales a como lo eran antes, pero aún no conocemos hasta dónde pueden llegar estos cambios.

Frente a un nuevo contexto de crisis y a un futuro plagado de incertidumbre y de transformación por definir, ¿qué papel debe tener la humanización en la asistencia como elemento esencial a la hora de atender a los pacientes y a sus familiares?

La humanización es un elemento indispensable, inseparable del resto de acciones o elementos de un sistema sanitario que persiga la excelencia.

Foto: Aplausos en balcones. (EFE)

Humanizar la asistencia es hacerla digna de la persona y coherente con valores que los profesionales sanitarios conocemos bien: respeto, comprensión, sensibilidad, deferencia, cercanía, calidez y empatía.

Es verdad que la humanización no es un concepto o un elemento nuevo, no la acabamos de descubrir ni de inventar. Es una cualidad inherente a todos los profesionales cuya vocación y dedicación es proteger y mejorar la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas. Y el mejor ejemplo lo hemos visto en su comportamiento frente a la pandemia, dando muestras de ese compromiso con los pacientes para proporcionarles una atención de la mejor calidad técnica y humana en circunstancias muy adversas y difíciles.

La pandemia por covid-19 ha supuesto un gran reto para lograr estos objetivos, pero también una gran oportunidad en tanto en cuanto una asistencia sanitaria con este nivel de excelencia técnica y humana, proporcionada en las condiciones más adversas, transmite un poderoso mensaje de ánimo y esperanza que ayuda a superar las situaciones más adversas y las crisis más profundas.

Foto: Una de las primeras pacientes en usar una 'tablet' para poder hablar con su familia.

Han sido y son muchas las iniciativas de humanización que se han llevado a cabo durante la pandemia. Un botón de muestra fue la actuación de los profesionales del Hospital de La Princesa, en Madrid, solicitando cartas de personas anónimas de todo el mundo para después repartirlas entre los pacientes ingresados en el centro durante las visitas de planta de los facultativos. Una iniciativa que se extendió a otros centros de toda España y que pone de manifiesto cómo la colaboración solidaria entre ciudadanos y profesionales es eficaz para luchar contra la soledad y el aislamiento.

El esfuerzo de los sanitarios españoles contra el covid-19 ha permitido atender un número de casos de pacientes infectados y víctimas mortales muy elevado, realizando esta labor con una profunda humanidad. Tal es el caso del acompañamiento a enfermos ingresados y a personas cuyos familiares no podían estar presentes en sus últimas horas de vida.

El ejercicio de esa responsabilidad ha puesto en riesgo su propia salud personal, hasta el punto de ser el colectivo más afectado por la pandemia en nuestro país, alcanzando los más de 50.000 infectados y más de 60 fallecidos, según datos facilitados por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. No hay mayor acción humanitaria que arriesgar tu vida en favor del prójimo.

Foto: Juan Carlos Miranda, en el hospital Costa del Sol de Marbella.

Durante la primera ola de la pandemia, toda la sociedad dio ejemplos de solidaridad, apoyo mutuo, responsabilidad colectiva, y sobre todo un comportamiento ejemplar de muchas personas anónimas, de trabajadores considerados esenciales que igualmente pusieron en riesgo su salud para dar respuesta a un reto social, económico y sanitario inédito hasta ahora, donde los ejemplos de actos de gran valor humano fueron la moneda de cambio habitual.

Esta segunda ola por la que estamos atravesando es un reto aún mayor. Nos ha golpeado cuando todavía no nos habíamos recuperado de los efectos de la primera. Cuando todavía se mantiene el cansancio, el agotamiento, el dolor por las pérdidas de pacientes o de familiares, la preocupación por un futuro incierto. Son circunstancias en las que existe en la sociedad un riesgo de comportamientos menos solidarios, en donde surge el conflicto social y político, la confrontación, la lucha territorial; en definitiva, el “sálvese quien pueda” como consecuencia de ese agotamiento, del cansancio, del miedo.

Foto: Personal sanitario de la Fundación Jiménez Díaz. (Reuters)

Sin embargo, este escenario también nos proporciona la oportunidad de volver a demostrar que somos capaces de mantener en un primer plano la conducta empática y la solidaridad con los demás. Son lo mejor que tenemos como personas. La historia nos demuestra que cuando prevalecen, cuando dejamos atrás nuestros miedos y nuestros temores, cuando la generosidad preside nuestras acciones, todo lo que hay a nuestro alrededor mejora y progresa.

Es hora de seguir y estar a la altura del ejemplo del personal sanitario, y también de otros trabajadores y de tantas personas que con su esfuerzo, sacrificio y humanización consiguen día a día hacer de este mundo un lugar mejor.

Foto: Foto: Reuters.

Les debemos un comportamiento solidario, comprometido, en donde no caben actitudes partidistas, actitudes irresponsables que pongan en riesgo la salud o el futuro de los demás. Les debemos ser capaces, en definitiva, de superar juntos el enorme reto que supone una pandemia como la que estamos sufriendo y de la que solo saldremos mejor de como entramos si aplicamos la receta correcta. Podemos conseguir que los cambios, que sin duda va a traer consigo esta crisis, sean a mejor, pero para ello habrán de tenerse presentes los valores propios de la humanización.

*José María Antón, viceconsejero de Humanización Sanitaria de la Comunidad de Madrid.

La historia de la humanidad da buena cuenta de todo tipo de crisis: bélicas, económicas, sociales y también sanitarias. Todas tienen el denominador común de comportar cambios profundos y consecuencias importantes, aunque a veces haga falta la perspectiva de la historia para comprender y asimilar bien cuán profundos y trascendentes fueron estos cambios.