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Tribuna
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Carta al embajador del Reino de España ante la Unesco
Para seguir adelante, no podemos dejar atrás posiciones descubiertas, enemigos a la espalda. Hay que denunciarlos, desnudarlos y devolverlos al baúl, tan rico, de la Historia
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Excmo. Sr. D. Juan Andrés Perelló Rodríguez
Embajador del Reino de España ante la Unesco:
Como sin duda ya conoce, recientemente se aprobó una proposición del grupo político Vox, con apoyo de la coalición del Gobierno municipal (PP y Ciudadanos) para que se retirasen del callejero de Madrid las calles dedicadas a Largo Caballero y a Indalecio Prieto, así como las estatuas de ambos y una lápida conmemorativa del primero en la fachada del edificio donde estuvo su casa natal.
Más allá de la pelea política encarnizada que varios países sostienen frente a partidos de ultraderecha, con idearios misóginos y racistas que rozan la legalidad; en nuestro país, el largo desierto de derechos civiles durante los 40 años del franquismo afectó muy especialmente a las víctimas de la brutal represión tras la cruenta Guerra Civil, y a sus familiares inmediatos (hijos, viudas) durante muchos años, casi hasta hoy.
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Así, aunque la Transición española, de manera tímida, fue dando pequeños pasos y gestos hacia estos familiares (muchos ya fallecidos también), aspectos lacerantes, como la no apertura de las fosas comunes conocidas, pero intocadas, o el mausoleo autoconstruido para su gloria por el dictador en el Valle de los Caídos (hasta recientísimas fechas intacto), dan muestra del cierre en falso de las heridas y del temor en amplias capas sociales de reabrir polémicas fruto de la incertidumbre sobre sus límites.
Al margen de estos temores, más o menos comprensibles, han surgido también en España partidos de extrema derecha que han decidido usar como combustible electoral materiales de enorme riesgo, como el racismo, la xenofobia, la aporofobia, el machismo o el centralismo excluyente.
Una de sus estrategias, para polarizar la atención, es lanzar periódicamente ataques llamativos y aparatosos contra instituciones o personas, reescribiendo la historia, manipulando, falseando, rozando el límite del abuso de la libertad de expresión, como concejales o parlamentarios.
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Si bien en un plazo medio se demuestran las falsedades, da lo mismo: al lanzarlas, ya han conseguido su objetivo, que es polarizar la sociedad, dirigir la agenda, atraer los focos, ser los protagonistas. En gran parte, porque necesitan inyectar cada poco algo de alimento visceral a sus votantes. Sabedores de que sus propuestas de gestión, sus proyectos de organizar la sociedad y la convivencia no son creíbles, necesitan continuas cortinas de humo para mantener su espejismo en marcha.
Pues bien, todo esto, todo lo descrito, se ha dado en la reciente retirada y destrucción de la lápida conmemorativa de Largo Caballero en Madrid. Con la necesaria complicidad de PP y Ciudadanos, Vox consigue acaparar la escena. Y los demás entramos al trapo. De paso, han inducido a la comisión de un delito contra el patrimonio y quizás otro de prevaricación administrativa. En su más puro estilo falsario, tiran la piedra y esconden la mano. Se regocijan del conflicto en el que la torpeza de sus ejecutores les ha puesto, para cumplir sus designios. Y han manchado de ignominia a sus socios.
Pero, aun así, no podemos dejar sin respuesta estas acciones.
Los hemos denunciado a la Fiscalía. Ayudaremos en las querellas del PSOE y de la UGT si nos necesitan, al escultor vejado, Pepe Noja, si es necesario. Intentaremos que un juez declare que no regía, en estos dos casos, el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica.
El daño ya está hecho: Almeida no es el alcalde de todos los madrileños. Se ha vendido al sectarismo por un plato de lentejas (si se lo dan)
El daño, en cualquier caso, ya está hecho: Almeida no es el alcalde de todos los madrileños. Se ha vendido al sectarismo por un plato de lentejas (si se lo dan), la vicealcaldesa Villacís ha profundizado en su progresiva y cada vez más evidente irrelevancia, la placa ha sido destrozada, los deseos de revancha han sido alimentados, la voluntad de nuevas presas de la misma cacería, recrecida, el prestigio de nuestra ciudad, mermado y, en el último rincón, la credibilidad de dos profesionales, muchos años en la protección del patrimonio y que ocupan altos cargos en el Gobierno municipal (Paloma Sobrini, haciendo el don Tancredo, y Luis Lafuente, el felón de la tragicomedia, el instrumento de la trama de Vox y tirado como una colilla por la inefable Levy), en la ruina.
Por todas estas razones, señor embajador, acudimos a esa institución, para buscar una ayuda y un apoyo que no encontramos en nuestras instituciones municipales. Desde su atalaya exterior, como guardianes del patrimonio de la humanidad y justamente en estos tiempos en que están evaluando una candidatura de Madrid, candidatura que lidera el todavía director general de Cultura lapicida, le pedimos un pronunciamiento y una acción ante esa importante institución de la cultura europea, un requerimiento oficial a los responsables del atropello.
Sin la cultura, Europa es un continente viejo y gastado. Con ella, es el repositorio mundial de la experiencia, artística, estética, de valores, de civilización. Sin la cultura, nada.
Atentos a frenar los embates encubiertos y oscuros de la ultraderecha, le pedimos su amparo y su autoridad para empequeñecer a los manipuladores
Porque nos jugamos todo eso, sin perder el tiempo en señuelos, atentos a frenar los embates encubiertos y oscuros de la ultraderecha, le pedimos su amparo y su autoridad para empequeñecer a los manipuladores, alertar a sus seguidores ofuscados, poner en su sitio a nuestros dirigentes suicidamente cómplices de la barbarie y defender, sí, siempre, la bandera de la cultura y el respeto.
Para seguir adelante, no podemos dejar atrás posiciones descubiertas, enemigos a la espalda. Hay que denunciarlos, desnudarlos y devolverlos al baúl, tan rico, de la Historia.
Ayúdenos.
*Luis Cueto Álvarez de Sotomayor. Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid.
Excmo. Sr. D. Juan Andrés Perelló Rodríguez