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Las vacunas: una (otra) ocasión perdida para la compra pública
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Luis Cueto

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Las vacunas: una (otra) ocasión perdida para la compra pública

Europa lleva muchos años lamentando su creciente irrelevancia en la innovación tecnológica mundial frente a EEUU y Asia (China fundamentalmente)

Foto: Vacunación. (EFE)
Vacunación. (EFE)

Son muchas las circunstancias que explican ese desequilibrio, desde la prevalencia de la inversión pública europea frente a la privada en el caso de EEUU (con las rigideces de gestión de los presupuestos que ello conlleva) a las reglas de la competencia y las “ayudas de Estado”, que limitan fuertemente la acción privada frente a las prácticas de “capitalismo de Estado” de China.

Para superar la inercia en la asignación de los fondos de I+D+i, el anterior comisario de innovación de la Comisión, Carlos Moedas, “fichó” a la profesora y gurú de la innovación Mariana Mazzucatto, que, en febrero de 2018, presentó su informe. En él, proponía una auténtica revolución: frente al reparto inercial de los fondos (dar un poco a cada uno de los sectores europeos clásicos) hacerlos depender de una misión.

Foto: Pedro Sánchez, Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado. (EFE)

Como explicaba la profesora Mazzucatto, la misión de llegar a la luna lanzada por Kennedy había conseguido catalizar infinidad de nuevas tecnologías impulsadas por la NASA, y necesarias para ese gran objetivo, que luego habían ayudado al liderazgo tecnológico de EEUU.

Para Europa, planteaba imaginar grandes misiones similares: eliminar los plásticos en los océanos en 2025, ciudades libres de energías fósiles en 2030 o tener una cura para el Alzheimer en 2030... Finalmente, la UE adoptó esta metodología y para el programa marco de investigación europeo 2021-2027, Horizonte Europa se han aprobado cinco Misiones que abordan cinco retos globales de nuestro tiempo: cuidado del suelo, la lucha contra el cáncer, la neutralidad climática de 100 ciudades antes de 2030, el cuidado del mar y preparar a Europa para las futuras alteraciones climáticas.

Pero Europa no necesariamente incorpora el CÓMO de la propuesta inspiradora del método: enormes contratos de la NASA para investigar. Contratos de compra pública de innovación. Y el peligro de identificar el QUÉ, pero fallar en el CÓMO, no es despreciable.

Pero Europa no necesariamente incorpora el CÓMO de la propuesta inspiradora del método: enormes contratos de la NASA para investigar

Apenas dos años después de lanzar aquellas propuestas, la pandemia mundial del covid-19 ha puesto todo patas arriba. Al principio, una carrera loca para conseguir respiradores y EPIS, saltándose cuantas normas de compra ordenada de las que nos habíamos dotado. Y luego, para las vacunas, una acción más coordinada: que la UE compre centralizadamente para todos los países.

En medio, miles de contratos de emergencia sin concurso, a dedo, desde nuevos hospitales llave en mano hasta el más pequeño suministro. Suspendidas todas las reglas de juego de la deuda, los superávits, las ayudas de Estado y toda la parafernalia legal europea; con tal de conseguir vencer al virus y recuperar la economía, todas las administraciones europeas han contratado a diestro y siniestro lo necesario y lo innecesario. Ningún dirigente está dispuesto a asumir no haber hecho TODO lo que estaba en su mano y han hecho otros países u otras Comunidades Autónomas.

Todo es excepcional, y la emergencia ha roto los diques habituales. Hasta el sacramento de la publicidad de los contratos: contratos semi-secretos de miles de millones de euros. Subvenciones multimillonarias sin apenas plantear condición alguna.

Foto: (Reuters)

Y ahora la pregunta clave: ¿por qué, en vez de regalar miles de millones en subvenciones a unas multinacionales (algunas extracomunitarias) que luego nos están cobrando a precios multimillonarios las mismas, no se les hicieron contratos de compra de una MISIÓN absolutamente concreta, como conseguir una vacuna contra el coronavirus?

Las implicaciones no son ni mucho menos irrelevantes: de haber hecho eso, Europa sería propietaria de las vacunas encargadas o socia de esas multinacionales, podría tener derecho a una importante rebaja o a las nuevas versiones de las mutaciones, podría recuperar el dinero de los europeos si vendiese esas vacunas a terceros países o decidir regalarlas a los países pobres si así lo hubiesen puesto en las condiciones de licitación.

Conforme a la impecable teoría no aplicada esta vez, Europa podría haber sacado un gigantesco contrato de Asociación para la Innovación en el que varios laboratorios competirían en las fases iniciales y solo las más prometedoras pasarían a la siguiente y a la fabricación y suministro final.

Pero no se ha hecho.

No nos importaría, más bien lo contrario, nos gustaría mucho, saber por qué.

*Luis Cueto. Concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Ex SG de Fomento de la Innovación Empresarial Coautor de 'La Compra Pública Innovadora'.

Son muchas las circunstancias que explican ese desequilibrio, desde la prevalencia de la inversión pública europea frente a la privada en el caso de EEUU (con las rigideces de gestión de los presupuestos que ello conlleva) a las reglas de la competencia y las “ayudas de Estado”, que limitan fuertemente la acción privada frente a las prácticas de “capitalismo de Estado” de China.

Consejo de Europa Vacuna